Meditación | Sandy Yanilda Fermín
El tropiezo de un "Ángel”
Cuando
tenía la edad de 7 años, recuerdo una escena muy triste que me pasó en la
escuela. Mi ropa se ensució. Mis compañeritos se burlaron de mí y sentí
vergüenza. En ese momento una niña de la misma edad que yo -es lo que recuerdo-,
me acompañó y me dijo: “Yo te cubro”. En ese momento sentí tranquilidad. Aunque
el recuerdo que me invade fue triste, sentí en ese momento que un Ángel me
acompañaba.
Un Ángel se puede cruzar en cualquier momento de tu vida. Hay diferentes tipos de Ángeles:
Los que te ayudan sin esperar a nada cambio: Cuando eras niño, ¿recuerdas algún niño o niña que se te acercó a ayudarte? Simplemente estar contigo. Ese guachimán que te saluda. En el supermercado, ese joven que te ayuda a llevar la compra y te brinda su mejor sonrisa. El que te ofreció su asiento en el autobús, etc.
Los que te guían: ¿Participaste de un entrenamiento y aún recuerdas esa persona que impartió el Taller? Impactaron nuestras vidas desde su experiencia.
El que te acompaña espiritualmente: ¿En cuántas comunidades has estado y con quien continúas hablando y guiándolo? ¿Quién te guía a ti? ¿Quién te acompaña espiritualmente?
Los que te aconsejan: A cada instante recibimos un consejo. Ese amigo (a), que aún comparte secretos y por años son tu paño de lágrimas y de sonrisas también. Tus padres y tu familia son los primeros consejeros.
El que te cuida en tu Camino: Cuantas personas, aparte de nuestros padres y hermanos, cuidan de ti, de tu bienestar, de tu salud. A cuantos doctores has visitado, y solo uno conectó contigo y aún permanece en tu vida por largos años. Ese compañero de Universidad o esa enfermera que cuidó de ti o un familiar mientras estuviste enfermo.
El que está siempre cuando lo necesitas: Cuando te mudaste de residencia, esos vecinos que vieron tus hijos nacer e inclusive crecer. Cuando llegaste a tu primer trabajo y encontraste a alguien que te iluminó el camino y te dijo con todo el amor del mundo, “yo te entreno”.
¡El que ora por ti! Alguien te ha dicho algún día: “¡estoy orando por ti!”. ¿Por quién oras tú?
Tu ángel de la guarda: Jesús es nuestro hermano que se ha convertido en tu guardián, el que siempre vela por ti, que no duerme ni reposa (Salmo 121, 3). Que nuestro Dios siempre nos encomiende a sus Ángeles para que nos cuiden en todos nuestros caminos (salmo 91; 10-11).
¿Y tú, eres o has sido Ángel de alguien? Así es que, si escuchas un ruido de Hadas, confía hermano, como dice la canción de los Ángeles, agradece a Dios y a todos esos Ángeles que se nos han tropezado en el camino.
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