La Iglesia Hoy | Rubén Cruz/VidaNueva
Primer día de Francisco en Irak
Francisco a la Iglesia en
Irak: “No se alejen del santo pueblo de Dios”
“El Señor nos ha dado una vacuna eficaz contra el
virus del desaliento: la esperanza que nace de la oración”, ha dicho el Papa en
su discurso a obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas
“No se alejen del santo pueblo de Dios, en el que
nacieron”. Así lo ha pedido el papa Francisco durante su discurso a obispos,
sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas en la catedral católica
siria de Nuestra Señora de la Salvación en Bagdad (Irak). Tras su visita al
presidente de la República, Barham Ahmed Salih Qassim y encontrarse con las
autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, el Pontífice se ha
trasladado hasta el templo en el que fallecieron 58 personas en el atentado
terrorista en 2010.
“Todos ustedes han escuchado la voz del Señor en sus
corazones, y como el joven Samuel han respondido: ‘Aquí estoy’ (1 S 3,4). Que
esta respuesta, que los invito a renovar cada día, lleve a cada uno de ustedes
a compartir la Buena Noticia con entusiasmo y valentía, viviendo y caminando
siempre a la luz de la Palabra de Dios, que tenemos el don y la tarea de
anunciar”, ha dicho refiriéndose a los consagrados.
Y ha añadido: “Sabemos que nuestro servicio conlleva
también una parte administrativa, pero esto no significa que debamos pasar todo
nuestro tiempo en reuniones o detrás de un escritorio. Es importante que
estemos en medio de nuestro rebaño y que ofrezcamos nuestra presencia y nuestro
acompañamiento a los fieles de las ciudades y de los pueblos. Pienso en los que
corren el riesgo de quedarse atrás, en los jóvenes, los ancianos, los enfermos
y los pobres”.
Según ha dicho el Papa, “cuando servimos al prójimo
con entrega, como lo hacen ustedes, con espíritu de compasión, humildad y
amabilidad, con amor, estamos sirviendo realmente a Jesús. Y sirviendo a Jesús
en los demás, descubrimos la verdadera alegría”. “No se olviden de sus madres y
de sus abuelas. Sean pastores, servidores del pueblo y no administradores
públicos. Siempre con el pueblo de Dios, nunca separados como si fueran una
clase privilegiada. No renieguen de esta ‘estirpe’ noble que es el santo pueblo
de Dios”, ha añadido.
La oración, vacuna contra el desaliento
Asimismo, durante su alocución, el Papa ha recordado
lo fácil que es “contagiarnos del virus del desaliento que a menudo parece
difundirse a nuestro alrededor”. Sin embargo, “el Señor nos ha dado una vacuna
eficaz contra este virus, que es la esperanza que nace de la oración
perseverante y de la fidelidad cotidiana a nuestro apostolado. Con esta vacuna
podemos seguir adelante con energía siempre nueva, para compartir la alegría
del Evangelio, como discípulos misioneros y signos vivos de la presencia del
Reino de Dios”.
Jorge Mario Bergoglio les ha recordado que en ese
templo están “bendecidos por la sangre de nuestros hermanos y hermanas que aquí
han pagado el precio extremo de su fidelidad al Señor y a su Iglesia. Que el
recuerdo de su sacrificio nos inspire para renovar nuestra confianza en la
fuerza de la Cruz y de su mensaje salvífico de perdón, reconciliación y
resurrección”.
Como ha insistido, “el cristiano está llamado a
testimoniar el amor de Cristo en todas partes y en cualquier momento. Este es
el Evangelio que proclamar y encarnar también en este amado país. Como obispos
y sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y responsables laicos, todos
ustedes comparten las alegrías y los sufrimientos, las esperanzas y las
angustias de los fieles de Cristo”.
“Gracias por ser constructores de paz”
Volviendo a los ‘mártires’ que murieron en el atentado
terrorista en la catedral hace más de 10 años y cuya beatificación está en
proceso, ha indicado que “su muerte nos recuerda con fuerza que la incitación a
la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son
incompatibles con las enseñanzas religiosas”.
En este sentido, les ha agradecido su “compromiso de
ser constructores de paz, en el seno de sus comunidades y con los creyentes de
otras tradiciones religiosas, esparciendo semillas de reconciliación y de
convivencia fraterna que pueden llevar a un renacer de la esperanza para
todos”.
Así, el Papa ha insistido en la importancia de
sostener a la juventud. “Aquí no hay solamente un patrimonio arqueológico
inestimable, sino una riqueza incalculable para el porvenir: ¡son los jóvenes!
Son vuestro tesoro y hay que cuidarlo, alimentando sus sueños, acompañándolos
en el camino y reforzando su esperanza. Junto con los ancianos, son la punta
del diamante del país, los mejores frutos del árbol. Depende de nosotros
cultivarlos para el bien e infundirles esperanza”.
No dejen la caridad de lado
Bergoglio también ha agradecido que la Iglesia local
se haya volcado con quienes sufren. “Las dificultades forman parte de la
experiencia cotidiana de los fieles iraquíes. En las últimas décadas, ustedes y
sus conciudadanos han tenido que afrontar las consecuencias de la guerra y de
las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha
continua por la seguridad económica y personal, que a menudo ha llevado a
desplazamientos internos y a la migración de muchos, también de cristianos,
hacia otras partes del mundo”, ha señalado.
“Les agradezco –ha continuado–, hermanos obispos y
sacerdotes, por haber permanecido cercanos a su pueblo, sosteniéndolo,
esforzándose por satisfacer las necesidades de la gente y ayudando a cada uno a
desempeñar su función al servicio del bien común. El apostolado educativo y el
caritativo de sus Iglesias particulares representan un valioso recurso para la vida
tanto de la comunidad eclesial como de la sociedad en su conjunto”.
Por otro lado, el Pontífice ha indicado que “las
diferentes Iglesias presentes en Irak, cada una con su ancestral patrimonio
histórico, litúrgico y espiritual, son como muchos hilos particulares de
colores que, trenzados juntos, componen una alfombra única y bellísima, que no
solo atestigua nuestra fraternidad, sino que remite también a su fuente. Porque
Dios mismo es el artista que ha ideado esta alfombra, que la teje con paciencia
y la remienda con cuidado, queriendo que estemos entre nosotros siempre bien
unidos, como sus hijos e hijas”. Y ha agregado: “Qué importante es este
testimonio de unión fraterna en un mundo a menudo fragmentado y desgarrado por
nuestras divisiones”.
Pide obispos cercanos
Dirigiéndose a los obispos ha terminado su
intervención: “Me agrada pensar en nuestro ministerio episcopal en términos de
cercanía, es decir, nuestra necesidad de permanecer con Dios en la oración,
junto a los fieles confiados a nuestro cuidado y a nuestros sacerdotes. Sean
particularmente cercanos a sus sacerdotes. Que no los vean como administradores
o directores, sino como a padres, preocupados por el bien de sus hijos,
dispuestos a ofrecerles apoyo y ánimo con el corazón abierto”.
El Papa concluye con este encuentro su visita del día
de hoy, el viaje apostólico continúa mañana por las ciudades de Nayaf y
Nassiriya. En esta última tendrá lugar un encuentro interreligioso en la
Llanura de Ur con unas palabras del Papa. Por la tarde, se celebrará la Santa
Misa en la Catedral caldea de San José en Bagdad.
Publicado en Vida Nueva digital
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