Desde los
tejados | mmaza@pucmm.edu.do
Quisiéramos
ver a Jesús
Unos
griegos le preguntaron al apóstol Felipe: --Señor, quisiéramos ver a
Jesús—(Juan 12, 20 – 33). Jesús sigue atrayendo a la juventud.
En primer
lugar, porque en Jesús se encuentran respuestas para las cuestiones
fundamentales de la vida. ¿Qué sentido tiene esta vida, en la cual tanta gente
buena se desgasta luchando por una sociedad diferente? ¿De qué han servido las
muertes de tantos jóvenes masacrados, a veces por sus propios gobiernos?
Jesús
enseña en el evangelio de hoy: “si el grano de trigo sembrado en la tierra no
muere, quedará infecundo; si muere, producirá mucho fruto.” Si algún día
encontramos en República Dominicana pobres educados con calidad, se deberá,
entre otros factores, a los que lucharon por el 4% y tantas maestras que entregaron
el cien por ciento de sus vidas en esta área vital.
¿Qué
opinaba Jesús de los trepadores, jóvenes cuya aspiración principal es subir e
instalarse? Jesús enseñó: “El que se ama a sí mismo se pierde”.
¿Cómo
debemos hablar de Jesús hoy en día? De la misma manera que lo hace la Palabra.
A veces los predicadores presentamos a Jesús como si fuese un “superman”. La
Carta a los Hebreos (5, 7 – 9) nos lo presenta como un hombre de carne y hueso.
Viendo lo que se le venía encima, “Cristo ofreció oraciones y súplicas, con
fuertes voces y lágrimas, a Aquél que podía librarlo de la muerte, y fue
escuchado por su reverencia”.
Nosotros
vivimos situaciones que no controlamos. Estamos a merced de la trampa, el
cinismo astutamente organizado y la descalificación con guantes de seda.
Cualquiera se atemoriza. Entonces, la valentía de Jesús en medio de su miedo
(Juan 12, 27), nos fortalece.
Nada me
alienta tanto como escuchar a la gente joven pedir: --quisiéramos ver a
Jesús--.
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