Actualidad | Alcedo A. RamÃrez
Cristianos
y familias bajo ataques permanentes
En esta cuaresma y pascua para la conversión a que estamos
abocados todos los católicos, a pesar de las situaciones difÃciles y
pandémicas, los ataques desde los
sectores anti religiosos y propulsores del aborto y otras liberalizaciones
no menos problemáticas e ilegales no han dejado de existir, con el firme
propósito de desconocer las leyes vigentes, incluida la Constitución de la
República, y pasar por encima a la cultura popular de nuestro pueblo, que
siempre ha sido amante de Dios, de sus mandamientos y de sus costumbres claramente
cristianas.
Tradicionalmente los ataques contra los cristianos y sus
familias se efectuaban de manera solapada y dirigidos contra personas y núcleos
familiares que tenÃan la capacidad de reaccionar y defenderse, pero hoy dÃa los
objetivos son seres indefensos e
incapaces de tomar defensa alguna,
mucho menos cuando la agresión proviene de quienes estarÃan supuestas a
defenderles, es decir de sus propias madres progenitoras. Resulta difÃcil y
casi imposible poder imaginar una situación más trágica, dramática y abusadora,
que involucra la muerte de un ser que simplemente no se deja vivir.
Pero no vamos a seguir presentando los horrores de estos
actos despiadados, sino más bien ofreciendo a nuestros lectores el camino mejor, del amor, la
conversión, la reconciliación y la vivencia del Reino de Dios en permanente
conversión cristiana, solidaridad fraterna y justicia social y personal para todos
los dominicanos de buena voluntad. Los hijos de Dios y hermanos de Jesucristo
no podemos hacer otra cosa que amar y esperar el nacimiento de las criaturas
que engendramos los humanos, para continuar la creación divina y sin causales.
En los resultados de un estudio publicado por el Instituto
Cato, de los Estados Unidos, nuestro paÃs hubiese recibido una puntuación más
elevada y nos hubiese ubicado en una posición mejor que la número 57 que
logramos, entre unos 162 paÃses, a no ser por la pobrÃsima calificación de
nuestro sistema judicial y el poco
respeto que tenemos de nuestras leyes. Ejemplo de este irrespeto es el desconocimiento
de la norma constitucional de la vida desde el momento de la concepción. Hay que observar eso de “practicar la justicia
y el derecho”.
La vida es un don de
Dios y debe ser sagrado, respetado por todos e inviolable. No se le puede
sujetar a determinados causales que pueden conducir a un total relajamiento de
la norma y del mandamiento. Las madres deben pensar, cuando tienen a una
criatura en sus entrañas, que ellas son el medio, jamás la fuente y nunca el
fin. El origen es Dios, por aquello de que “Me has tejido en el vientre de mi
madre”, y el fin es la nueva vida que ya está en camino. Otro ser humano con
todos sus derechos.
La paz solo podemos garantizarla si todos respetamos las
normas, las leyes y los mandamientos, acordándonos siempre de lo que dijo
Benito Juárez de que el respeto al
derecho ajeno es la garantÃa de la paz verdadera. Y que mis derechos
terminan donde comienzan los del prójimo. Tenemos que comenzar por respetar el
derecho de las criaturas engendradas y en el seno de sus madres, para poder
asegurarnos una sociedad verdadera de derecho, justicia y bienestar para todos.
La comunión de todos,
en familia, con amor, justicia y la Gracia de Dios es el camino de la Paz. ADH
855.
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