La Resurrección | Amigo del Hogar
Qué nos revela la Resurrección
¿Qué significación puede y debe conocerse a la
resurrección del Crucificado a la luz de la fe cristiana?, se preguntaba el
teólogo Julio Lois. Considerando que a la resurrección hay que darle un
carácter de acontecimiento revelatorio, interesa “explicar el contenido
significativo de la revelación que se nos da en ese acontecimiento”.
Los teólogos coinciden en conceder a la
resurrección una densa significación teológica, una especial capacidad de
cualificar la revelación que se nos dio en la totalidad del mensaje y la vida
de Jesús, concluida históricamente en la muerte de la cruz. Karl Barth llega a
decir -desde su concepción marcadamente dialéctica- que la resurrección de
Jesús de entre los muertos “equivale a una reescritura de la palabra de Dios”.
Otros teólogos – menos dialécticos y más partidarios de subrayar la
“continuidad” entre el Crucificado y el Resucitado no suscribirían la
afirmación del gran teólogo suizo, pero no dejarían de reconocer la densidad
significativa de la resurrección.
La resurrección afecta la totalidad
Entre las múltiples significaciones de la Resurrección
de Jesús, podríamos destacar la estrictamente teológica (la revelación de Dios
en Jesús), la cristológica (Cristo), la pneumatológica (el Espíritu Santo), la
antropológico- soteriológica (el ser humano y la salvación), la eclesiológica (Iglesia)
y también la cosmológica (afecta la totalidad del cosmos).
Es conveniente hablar del Crucificado más que simplemente de la cruz o de la sangre derramada y más del Resucitado que simplemente de la resurrección
Al intentar explicitar las múltiples
significaciones del acontecimiento pascual el autor da por supuesto en todo
momento que la muerte de Jesús, no puede entenderse si no se relaciona “hacia
atrás” con toda su vida, necesita igualmente para ser bien interpretada
conectarse “hacia delante” con su resurrección.
En efecto, sigue diciendo, la muerte de Jesús fue,
por una parte, una “muerte anunciada” es decir, no fue fruto del azar sino el
resultado de su forma de vivir. Y fue, por otra parte, una muerte que condujo a
la vida definitiva en la casa del Padre. El Crucificado es el Resucitado.
Pero, a su vez, tampoco la resurrección puede
entenderse si no se relaciona con toda su vida concluida en la muerte de la
cruz. Resucitó el Jesús que vivió como vivió y murió como murió. El Resucitado
es el Crucificado.
La circularidad vida, muerte y resurrección
Sin esa relación de circularidad entre vida,
muerte y resurrección se hace difícil descubrir la verdadera significación del
acontecimiento pascual. Ch. Duquoc advierte que, a la hora, por ejemplo, de
desentrañar su significación salvífica, sino se tiene en cuenta la circularidad
referida, fácilmente se caerá en explicaciones meramente “puntualitas”-es decir
centradas con exclusividad en la vida, en la cruz o en la resurrección-,
siempre muy unilaterales y radicalmente insuficientes.
Son precisamente esas explicaciones puntualistas
las que han conducido a elaborar sobre la salvación redentora de Jesús teorías
como la de la satisfacción vicaria, sustitución penal, precio pagado por el
rescate…, que, en algunas de sus formulaciones históricas, pueden considerarse
incluso aberrantes. Es por eso que el teólogo dominico francés recomienda que
es conveniente hablar del Crucificado más que simplemente de la cruz o de la
sangre derramada y más del Resucitado que simplemente de la resurrección, para
evitar así explicaciones “doloristas” o “falsamente gloriosas” del
acontecimiento pascual.
Lois se propuso también recordar la perspectiva
hermenéutica que quiere informar especialmente la reflexión sobre la
significación teológica del acontecimiento en su totalidad. Me refiero a la
perspectiva que ofrece la solidaridad con la esperanza de las víctimas de la
injusticia, del olvido o del desprecio. Esta es una perspectiva que califica el
amor fraterno, interpersonal y social. Reivindicadora desde Dios.
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