Educación | Pedro Acevedo
Una educación de calidad e inclusión
¿Cómo avanzar para que la
educación que reciben nuestros niños, niñas y adolescentes sea de calidad y
asegure la inclusión? Revísalo en el siguiente artículo del hermano Pedro
Acevedo.
Repensar la educación en el contexto del coronavirus es repensar nuestra
forma de vida, la manera de entender la historia e incluso los procesos que
acontecen en ella. Ciertamente estamos viviendo una crisis que nunca
imaginamos, de ahí que tenemos que meditar en lo que hacíamos, cómo lo hacíamos
y para qué sirve todo eso.
El hecho educativo no es la excepción; tiene que ser repensado.
La calidad educativa y la inclusión son dos partes de una misma moneda
y, hasta la presente crisis, dicha calidad estaba referida al aula, al centro
escolar y a un profesor o una profesora que desarrollaba unos temas a partir de
un curriculum que no siempre guardaba relación con la vida y las situaciones
reales del estudiantado.
Primero, necesitamos reinventarnos en lo que entendemos que es la
calidad educativa. Por otro lado, la inclusión tendrá que ver con las
respuestas que demos de manera acertada o no, a la presente crisis.
Ha sido muy loable el esfuerzo que han hecho los y las docentes por
reinventarse en esta situación, pero este esfuerzo necesita estar relacionado a
propuestas sociales y educativas que nos lleven a plantear nuevos horizontes y
que tengan en cuenta las condiciones sociales y educativas de la población
mayoritaria del país (la que no tiene acceso a una serie de privilegios y
oportunidades).
Es clave evitar a toda costa que la prisa por salir de esta situación,
nos haga olvidar esta realidad que ha quedado al descubierto y que está
atravesada por la injusticia y la desigualdad.
Al hablar de problemas concretos que inciden en la calidad y la inclusión en el momento actual, podemos enumerar:
· interrupción del
aprendizaje en la escuela
· falta de servicios que se
ofrecen, tales como el deporte, arte y pastorales, entre otros
· alimentación
· falta de preparación en la
mayor parte de las familias para la educación virtual
· falta de condiciones
adecuadas de la mayor parte de los hogares del estudiantado dominicano para
permanecer en ellos
Es obvio que la ausencia de tecnología y la falta de conectividad
para lograr el acceso a las plataformas de aprendizaje digital ha provocado un
abandono en el sistema escolar y universitario muy grande.
Ante tales situaciones, las respuestas han sido diversas y desde el
mismo Ministerio de Educación algunas han sido insuficientes. Principalmente
porque no se ha roto el círculo de inequidad e injusticia que ha revelado esta
crisis y, por el contrario, se ha puesto al descubierto que la situación
educativa es parte de un contexto social, económico y político al cual no
podemos sustraernos.
El 21 de octubre fue lanzado un manifiesto educativo de la Red “Repensar la Educación” y
nos decían que esa situación “supone ensanchar y profundizar la mirada de lo educativo
para poner de manifiesto el desarrollo integral de la persona. La educación
requiere un abordaje sistémico donde la justicia social y la equidad lleven a
replantear los parámetros de calidad con que se evalúa. Implica, además,
revisar las teorías y los datos desde una visión humanista y construir juntos
alternativas creativas e innovadoras para el bien común y el bienestar de cada
dominicano y dominicana” (cf. Repensar la Educación. Lanzamiento de la Red.
Santo Domingo, 21 de octubre de 2020, Párrafo 4).
Toda esta situación que vivimos nos lleva a afirmar que la presente
crisis es también un momento de repensar muchas situaciones, de evaluar caminos
trillados, pero también de abrirnos a nuevas posibilidades.
¿Qué podríamos decir de cara al futuro y en la línea de la calidad y la
inclusión en la educación? Debemos seguir afirmando y reconociendo “que la
educación es un derecho humano intrínseco y un medio indispensable para
realizar otros derechos humanos”, como se nos dice en el artículo 13 de la Aplicación del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, de las Naciones Unidas. Es decir,
la educación, bajo cualquier forma o circunstancia, es un factor fundamental en
el desarrollo de la persona, por lo que se hace necesario partir de esta
situación y proponer algunas pistas para el futuro:
1.- Seguir afirmando el derecho a una educación de calidad y donde las
clases más pobres no sean excluidas de este derecho. Esto implica seguir
afirmando que la inclusión pasa por una serie de aspectos: el trato humano y
respetuoso, aceptar la diversidad y la afirmación de la gratuidad escolar.
2.- El aseguramiento en esta crisis de la inversión en los medios
educativos, que van más allá de la tecnología y que implican la atención a los
y las docentes y su formación profesional.
3.- La atención a las familias y su articulación a los centros
educativos, lo que conlleva a la contratación de un personal que haga este
servicio (trabajadores sociales, psicólogos, psicólogas, etc) y, que de como
resultado una buena relación de la escuela y la realidad familiar
4.- La atención a lo virtual, pero también no olvidar otras formas
semipresenciales que lleguen a todos los sectores de la población y que nos
ayuden a buscar fórmulas originales que atiendan a toda la población.
5.-La atención prioritaria a los y las docentes, para que aseguren un
dominio de lo virtual y otras formas educativas con relación al alumnado.
6.- Contar con los distritos y regionales para cualquier plan educativo
y que lleve a una descentralización del sistema educativo.
7.- Asegurar los procesos de veeduría social.
Sabemos que tenemos muchas cosas por delante, pero también sabemos que
tenemos la fortaleza y la confianza en lo que realizamos, por lo que hay que
seguir mirando el panorama con esperanza y reafirmando la validez de la
dimensión ministerial del hecho educativo, que es y siempre ir más allá de la
instrucción y del conocimiento.
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