Educación | Pedro Orbezua,
fsc
¡Que
la Escuela vaya bien!
Los
4 pilares del “Espíritu de Fe" (II)
De los cuatro pilares,
señalábamos dos en el número de mayo, así que procederemos con el tercero: “La presencia de Dios”.
Desde el primer round quiero
apostar fuerte a las palabras de San Pablo en el Areópago de Atenas: “Dios no está lejos de ninguno de nosotros,
pues en El vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17, 28). Y a las de
San Juan: “Porque mora con ustedes y
está en ustedes” (Juan 14, 17). Esta realidad infinita y admirable, más
auténtica y cierta de lo que a primera de vista se nos antoja, es muy estimada
y querida, esencial y prioritaria, en la espiritualidad lasallista, pues es
herencia preciosa para los Educadores de cualquier fe y religión, que nos llega
de la sabiduría de JBDLS.
Me lo digo y repito a diario:
Dios no es el Dios externo y lejano, solitario y ensimismado, autorreferencial y
autista, a quien de vez en cuando hay que despertar para que nos atienda y nos
eche una manita y, por si las moscas, para asegurar su beneplácito, buscamos
intercesores que nos faciliten llegar a él. ¡¡¡No y mil veces no.!!!
Dios proactivo -el buen Dios que es amor- afirmando
lo que existe y existirá, la realidad conocida y por conocer, sosteniéndola,
pues es el fundamento, la matriz de todo lo visible y lo invisible. Dios que nos
envuelve: encima y abajo, a la derecha y a la izquierda, detrás y delante… Y Dios
dentro de nosotros. Dios que nos habita en lo más límpido de nuestro jardín
interior donde acostumbra a pasear silencioso… Machaco una vez más para que no
haya duda: Estamos en Dios y Dios en nosotros. No estamos solos y nunca
estaremos solos.
JBDLS en sus escuelas, desde
un principio, promovió el recuerdo de la presencia de Dios. Cada media hora, un
alumno decía: “Acordémonos de que
estamos en la santa presencia de Dios”. Y seguían unos segundos de silencio. Actualmente, a la invitación,
se responde: ¡Adorémosle! Y se deja
ese instante de recogimiento. En algunas
instituciones la tradición de la presencia de Dios se realiza “a toque de
campana”. ¡En cada ámbito de la Escuela, el alumno señalado proclama el
“Acordémonos…! Es en ese momento que se
hace el milagro de un silencio absoluto… ¡Me sigue emocionando la experiencia!
Esta práctica tricentenaria
no pretende que maestros y discípulos se “pongan” en la presencia de Dios, como
quien se tumba al sol en la playa para dorarse, sino que tomen conciencia,
caigan en la cuenta, de que en su
interior y allí donde están: aula, patio, administración, secretaría, limpieza de los pasillos, en fin, en la actividad que realizan, Dios está presente, realmente presente -subrayo
su “presencia real”- bendiciendo, sosteniendo, alentando, empujando,
santificando a quienes ha elegido, consagrado y enviado a abrir caminos a su
sueño y proyecto -la fraternidad universal- mediante el servicio educativo de
los pobres. Hablamos, pues, de un “realismo místico”. La Escuela se convierte
en espacio de salvación por la vivencia de la presencia de Dios, “origen, vigor
y meta de los sonoros ríos de la vida”. ¡Es la Educación la Obra de Dios y
también nuestra Obra!
La práctica de la Presencia
de Dios en la Escuela trae consigo tres aspectos que me gustaría compartir:
1.-El hábito de la presencia de Dios le sirve al educador a modo de tregua
para “REUNIFICARSE INTERIORMENTE”. Lo
saben ustedes por experiencia y si no, se lo imaginan, aunque no es lo mismo:
¡educar no es fácil! Hay que tener coraje y entusiasmo para entregarse a este
ministerio. Hora tras hora, día tras día, mes tras mes, año tras año… Educar es
una tarea que exige al Educador, como a los caballos de carreras, estar en
tensión continua, o sea, atentos a cuanto
ocurre y no ocurre en el aula, en el patio, en… Educar es relacionarse con
personas y qué más cuesta arriba que las relaciones humanas, máxime si se trata
de niños y jóvenes… Insisto, esa breve pausa del recuerdo de la presencia de
Dios es ocasión para el educador de volver sobre sí mismo y retomar la posible
dispersión en que estuviere y aconsejarse a sí mismo: ¡Tranquilo, Pedro, respira hondo, relaja músculos, enfoca tu mirada, reconoce
a esos niños y jóvenes como tus hermanitos y ya sabes: En medio de ellos como
el que sirve!
2.- La presencia de Dios es disponer de un paréntesis para “REORIENTARTE HACIA DIOS” Como los
“tiempos muertos” -para nosotros “tiempos vivos”- en un partido de básquet. Y
preguntarte por quién o por qué estás haciendo lo que haces; preguntarte por el
significado y la orientación de tu tarea; preguntarte si te buscas a ti mismo o
si eres efectivamente para tus alumnos; preguntarte por tu entrega y servicio
absolutos… En una palabra, si la motivación profunda de lo que eres y quieres
llegar a ser, de lo que haces y decides llegar a hacer, es “Dios”. Es entonces
que aprovecharás ese tiempito para orar,
con una antífona sencilla que repetirás a lo largo de la jornada y que te
funciona como bastón en el caminar diario.
Unos ejemplos: “Pase lo que pase, que me pase contigo, Señor”. “Cuenta conmigo, Señor”. “Para ti es mi
música, Señor”. “Padre, me ponto en tus manos”. “Juntos andemos, Señor” …
3.- El rito del “Acordémonos de que…” recuerda a los Educadores que son -¡atención,
mucha atención!- “PRESENCIA DE DIOS”, sacramentos de Dios, mediación de Dios, para
los alumnos y las alumnas de su escuela, colegio o universidad. Los niños y los jóvenes a través de su
Educador, Educadora -compasivos y misericordiosos, cercanos y atentos, amorosos
y exigentes, fraternales siempre- entenderán en su mente y acogerán en su
corazón al verdadero Dios, que es el Dios Amor. “En la invocación
“Acordémonos…”, los Educadores cristianos encuentran a la vez la SEGURIDAD de
la presencia constante del Dios trinidad y la LLAMADA a ser, en Jesucristo,
mediadores de su amor”. (R. 64.1). ADH 857.
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