Comentario | P. Antonio Rivero, LC
¿Cómo debe ser el pastor?
Síntesis del mensaje: El domingo 4 de
Pascua se nos presentaba Jesús como el Buen Pastor, con mayúscula. Hoy la
liturgia nos presenta los buenos y los malos pastores. Aquellas personas
puestas al cuidado de los demás, social o eclesiásticamente deben tener unas
cualidades. De lo contrario, las personas a su cuidado se desorientan, como
ovejas sin pastor, y pueden perderse.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Jeremías denuncia
fuertemente, por el bien de Dios, a los malos pastores y líderes religiosos de
su pueblo (1ª lectura). A ellos no les interesa realmente el pueblo; más aún,
dispersan el rebaño, los explotan y poco se preocupan de él. A veces es la
gente la que se queja de los malos pastores. Esta vez es Dios mismo quien se
queja de ellos. Pero los profetas nunca denunciaron sin la esperanza de un
anuncio. El anuncio de Jeremías es la venida del Buen Pastor, lleno de justicia
y compasión por su gente. ¿Quién fue ese Buen Pastor, sino Jesús?
En segundo lugar, no es fácil
apacentar, guiar, cuidar y defender nuestras ovejas. Unas están enfermas y
cansadas. Otras son rebeldes y ariscas. También hay ovejas que se han tragado
el veneno que los falsos pastores les ofrecieron y están casi muertas: el
veneno de la teología de la prosperidad, el veneno del consumismo, el veneno
del liberalismo sin freno, el veneno de tantas ideologías que están
ahogándonos, el veneno de tantos paraísos psicodélicos, el veneno de la
corrupción. No sólo las ovejas pueden estar en situación de riesgo; también los
mismos pastores: están cansados, dejaron de rezar o rezan poco, tienen también
el peligro de escuchar otros silbidos sibilinos y engañosos. ¿Qué hacer? Lo que
hizo Jesús y que se nos narra en el evangelio de hoy. Para con las ovejas: ver,
sentir compasión y ponerse a predicar y a enseñar. Ver cómo está cada oveja.
Sentir un infinito amor por ellas. Curarlas. Alimentarlas con el pan de la
Palabra. Y para los pastores Cristo recomienda descanso, es decir, retiro
espiritual para rezar y reponer fuerzas.
Finalmente, es bueno hoy
preguntarnos cómo estamos viviendo nuestra vocación de “pastor”, pues todos
tenemos esta misión en cierto sentido. Pastores son los padres de familia para
con sus hijos; ¿qué alimentos les dan: cariño, diálogo, consejo, ejemplo?
Pastores, como nos recuerda el Antiguo Testamento, también son los gobernantes,
que gobernaban al pueblo en representación de Dios… pero, ¿tienen conciencia de
esto algunos de nuestros gobernantes que esquilman las ovejas, las explotan y
humillan, buscando sólo el lucro? Pastores son también los maestros y
profesores con sus alumnos y discípulos; ¿a qué pastos les conducen: a la
verdad científica, filosófica y teológica? Pastores son también los
responsables de los diversos movimientos eclesiales para con sus hermanos; ¿a
dónde los quieren dirigir: a su propio “ghetto” cerrado y fanático o un
discernimiento profético de las necesidades más urgentes de la Iglesia?
Pastores son los sacerdotes al servicio de sus parroquias; ¿cómo tratamos las
ovejas que son de Cristo y que Él nos encomendó?: ¿paternalismo o paternidad,
autoritarismo o autoridad, respetando los talentos y ayudándolos a ponerlos al
servicio de la parroquia? Pastores son los obispos en sus diócesis. Pastor es
el Papa al servicio de la Iglesia universal. A todos el Papa Francisco nos pide
cuidarnos de “la cultura y la globalización de la indiferencia”, que no ve las
necesidades de tantas ovejas que están perdiéndose y desorientadas y heridas y
con hambre. Y a los pastores de la Iglesia –obispos y sacerdotes- nos pide huir
del carrerismo y el afán de lucro en el servicio que prestamos a nuestra gente,
como pastores.
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