Opinión | Padre José Luis de la Cruz
Educación
y Ciudadanía
El sistema educativo dominicano debe hacer
especial énfasis en formar ciudadanos libres y responsables y no súbditos
sumisos. Instruir a personas con habilidades técnicas y profesionales, capaces
de pensar por sí mismas, que participen de manera activa de los asuntos del
país y colaboren con su comportamiento cívico a la convivencia armoniosa y en
paz de toda la sociedad.
Pero, ¿Qué es la ciudadanía?, una “Facultad de
quien es miembro naturalizado de un Estado o de una ciudad, de cuyos derechos y
deberes participa”1. También puede afirmarse que: “El término proviene del
latín civitas, que significa ciudad. Por tanto, la ciudadanía se ha definido
como la condición que se otorga al ciudadano o la ciudadana de pertenecer a una
comunidad organizada”2.
Como puede verse en las dos definiciones
anteriores el ciudadano tiene una pertenencia al lugar en el que reside, por lo
que le corresponde una participación en los asuntos sociales, es decir, no es
un mero espectador de los acontecimientos, sino que le corresponde un estatus
jurídico y político, con lo cual adquiere con relación a la sociedad unos
derechos y unos deberes políticos y civiles. “En su acepción moderna, se
corresponde con el derecho y el deber de participación en la vida colectiva y
democrática de un Estado”3.
En la antigua Atenas, por ejemplo, el ciudadano
era conocedor de sus derechos y sus obligaciones, por eso podía expresar
libremente sus opiniones y participar de todos los asuntos de la ciudad, porque
tenía una vinculación directa con el colectivo, eso le permitía ser parte de
una sociedad justa, en la cual podía desarrollar virtudes y valores, soluciones
a los problemas, modos de convivencia, etc., junto a otros individuos.
Visto de esa manera este modelo se podría
enarbolar como un ideal universal, sobre todo en lo concerniente a la
participación, pero tal modelo, debemos tomar en cuenta que tiene cuatro
limitaciones fundamentales: “es excluyente (solo para varones; estaban
excluidas las mujeres, los niños, los metecos o extranjeros y los esclavos);
que libres iguales eran solo los atenienses, no lo seres humanos; en tercer
lugar, que la libertad era solo la de participar, pero no estaban protegidos en
la vida privada, en la cual podían darse fácilmente las injerencias de la
Asamblea y, por último, que la participación directa no es posible más que en
comunidades reducidas”4.
Eso hace que sea inaplicable a nuestra sociedad de
hoy, sin embargo no deja por ello de transmitirnos valores que trascienden esas
limitantes sociales e históricas, ya que nos transmite la posibilidad de forjar
ciudadanos que participen en los asuntos colectivos, que se interesen en las
cosas públicas, que entiendan que lo del Estado también es suyo y no lo vean
como algo ajeno a su persona, el de identificarse con la sociedad y asumir una
participación activa, en todo lo concerniente a la vida pública. Este es el
compromiso ciudadano que debe implementarse hoy y que hemos heredado de los antiguos
griegos.
1 Diccionario de Historia y Política del Siglo XX,
Editorial Tecnos, 2001.
2 http://diccionario.cear-euskadi.org/ciudadania/.
(febrero 2018)
3 AA. VV. Filosofía y Ciudadanía. Bachillerato 1. Editorial Mc Graw Hill, Madrid. 2012, p. 270.
4 Cf. Ibid. P. 270
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