Actualidad | Redacción Amigo del Hogar
Los Juegos Olímpicos
continúan
abriendo sus puertas a los refugiados
Como muestra de apoyo a
las personas que no representan un país en específico, por distintas razones, el
Comité Olímpico Internacional (COI) inició en el año 2015 la creación de un
equipo de personas refugiadas para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016,
en los que participaron diez deportistas.
Hoy son 29 los atletas
refugiados confirmados para los juegos de Tokio, convirtiéndose en la segunda ocasión
que un grupo de atletas que han dejado su país, en la mayoría de los casos, por
situaciones difíciles.
Para el presidente del
Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, este “equipo será un símbolo de
esperanza para todos los refugiados del mundo y hará que el mundo sea más
consciente de la magnitud de esta crisis humanitaria”, además agregó que “estos
deportistas mostrarán al mundo que, a pesar de las tragedias inimaginables que
han tenido que afrontar, pueden contribuir a la sociedad a través de su
talento, capacidad y fuerza de espíritu”.
Así mismo, fray Xavier Gómez,
director del departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en declaraciones a la
Revista Ecclesia dijo: “Hemos de felicitarnos como sociedad por iniciativas
como esta que, sin menoscabo del drama que obliga a tantas personas a huir de
sus países y buscar refugio en otros, afirma la esperanza y muestra como
camino, la inclusión y la solidaridad entre los pueblos”, y “no sólo en tiempos
de Olimpiadas sino cada día la colaboración y el esfuerzo de todos nos puede
comprometer a no dejar a nadie atrás. Que la solidaridad humana y el bien común
lleguen a todas partes más rápido, nos haga más fuertes, y eleve nuestro
espíritu hacia lo más alto”.
Dos historias
Cada uno de estos atletas
tiene una historia detrás, por ejemplo, Masomah Ali Zada quien fue una de los 29
atletas refugiados elegidos. Esta ciclista afgana que hoy vive en Francia tuvo
que huir de su país, esto además de considerarse el ciclismo en las mujeres
como un pecado en su país de origen.
También Jamal Abdelmaji Eisa Mohammed abandonó Sudán después que su padre muriera de forma violenta. Cruzó sólo y a pie Egipto y la península del Sinaí hasta llegar a Israel donde se le brindó protección.
Fuente: Ecclesia
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