Cultura y Vida | Lic. Pedro B. Grullón T./ADH
A propósito de los Juegos Olímpicos: Deportes, los
millones, la ciencia y los hogares
El deporte, es una actividad física, como
juego o competencia, implica entrenamiento y sujeción a disciplina. Es
recreación, diversión o ejercicio físico. En ese sentido toda persona sensata
ve su importancia. Se desvirtúa cuando se le mezclan algunos factores extraños:
consumo de sustancias tóxicas, apuestas y pagos injustos exiguos o
exorbitantes. Esto último ocupa el meollo de este escrito de alerta. Es lo que
daña los hogares.
El deporte cobra un auge especial en el
año 776 ac, en Grecia, con los juegos olímpicos. Durante su celebración se
paralizaba la vida pública. Se suspendía toda actividad pública. Los juegos
eran un acercamiento entre los Estados Griegos. Un aspecto destacado de los
juegos era la tregua Sagrada. Suponía la prohibición de toda actividad bélica
durante los juegos.
En el siglo XIX, surgió la idea de
realizar unos eventos similares a los organizados en la antigüedad. La primera
edición de los llamados juegos Olímpicos de la era moderna, se llevó a cabo en
Atenas, capital de Grecia, a partir del 6 de abril de 1896. Desde esa época se realizan
cada cuatro años, exceptuando las ediciones de 1916, debido al estallido de la
Primera Guerra Mundial, y 1940 y 1944 debido al estallido de la Segunda Guerra.
Como un despertar en la fe, en la
hermandad y el amor entre todos como característica esencial para el bienestar
general es necesario corregir la actitud belicosa. Hay que pensar más en
construir y no destruir.
A medida que pasa el tiempo florece el
conocimiento; sin embargo, en materia bélica se anquilosa el conocimiento y la
razón. Esto debe ser revisado y rectificado. Como ejemplo, está el caso de los
juegos olímpicos. Inicialmente se suspendía toda guerra para celebrarlos, y en
las dos guerras mundiales se suspendieron los Juegos Olímpicos por su causa.
Los griegos procuraban el ideal de
"mente sana en cuerpo sano". Pero el joven que recibe la citada
lluvia de dólares, ese diluvio de dinero, fácilmente se obnubila en su visión
del mundo, en sus costumbres y quehaceres, en sus actuaciones y puede destruir
ideales nobles. Pierden espacio para encontrar una vida modesta y sencilla,
siguiendo los valores cristianos, que es lo deseable y recomendable para
compartir mejor los bienes y vivir más felices. El derroche de millones tiende
a alejar a la población de esa oferta propicia para una mejor vida.
Los hechos humanos deben ser valorados
juiciosamente. El buen juicio obliga a un pago o valor justo sin alcanzar lo
pernicioso.
Todo lo expresado en torno al pago
exorbitante a deportistas parece minimizar o depreciar el valor y alcance de la
investigación científica para la humanidad.
Entre los deportistas con sumas
millonarias, los medios reportan muchos excesos y pérdidas de vidas.
Muchos beneficiarios con sumas astronómicas
se miran en un espejo multiforme con múltiples vías, indefinidas e
interminables. Muchos se confunden y se
alocan.
Algunos países, como Argentina, se quejan
de que algunos científicos o interesados en la ciencia no encuentran trabajo
adecuado y emigran, mientras todo el interés se dedica al futbol, como revela
la investigación de Diana Valera Sánchez: "Fuga de Cerebros Argentinos:
Causas y Consecuencias de un Fenómeno que Continua".
En esa tesitura, lo más importante es la
sugerencia que se deriva de toda esa vorágine. Y una de las sugerencias más
valiosas, entre otras posibles medidas filantrópicas, es que la inversión
directa o indirecta de un significativo porcentaje del dinero excesivo a los
deportistas se dedique a la investigación científica para beneficio de la
humanidad. Otra opción podría ser auxiliar personas, orfanatos y centros de
ayuda a necesitados en todo el mundo para mejorar sus condiciones.
Si se pensara más en la armonía de los
hogares, no se les asignaran sumas exorbitantes a deportistas ni a nadie.
La posesión excesiva constituye un
problema o serie de problemas. Y muchas veces eso mismo aleja de los auténticos
valores y puede desviar de lo más importante: el camino al reino eterno.
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