Fe y Vida | Yris Rossi/ADH
Jesús en las Tapitas y los Desperdicios del Parque
Caminaba por
el parque de mi barrio y vi en el camino basura dispersa: tapas de botellas de
ron, latas de cervezas palitos de pino, trocitos de madera entre otros. A
simple vista, era un espectáculo que dañaba el ambiente y chocaba ante mis ojos
De repente,
vino una luz que me invitó a ver aquel basurero de otro modo: Me imaginé las
tapitas como cabecitas y soles, los palitos como cuerpos, las ramitas como
parte de columpios y comprendí también que podría construir algo nuevo, fue
entonces cuando descubrí a Jesús en la basura, en la fragilidad, en la
inmundicia, en lo que nadie quiere.
Puse manos a
la obra: Cogí una funda de plástico en mis manos y recogí una buena parte de
los desperdicios, cuando llegue a casa los lavé, desinfecte y puse a secar,
clasifique en pequeños grupos la basura, busque un pegamento que tenía y
dos tapas negras de metal de los laterales de una computadora que estaban
para tirar y los use como lienzo.
Con todo esto
produje el díptico que os presento y que fue colgado en la
galería de mi casa: La vida es mejor contigo. Juntos todo es posible.
El transformar
la basura en algo agradable a los ojos, me ha llevado a realizar la siguiente
analogía entre la basura y el ser humano: sobre todo cuando por ejemplo uno no
se valora a sí mismo, cuando se autodestruye, cuando se pierde en los malos pasos.
Así como, es
posible transformar la mala vida del desenfreno, en vidas ordenadas
por el amor de Dios, expresado en fraternidad, solidaridad, bien común y
amor al prójimo, así mismo se puede transformar la basura en arte.
Y es que Él
Señor nos concibió como una obra de arte suya a su imagen y semejanza desde
antes de nosotros nacer.
Aunque nos
desviemos, si nos arrepentimos y cambiamos de todo corazón, Él mismo nos
perdona y nos lleva a volver a ser esa obra de arte que el concibió y entonces
nos saca de la basura.
Cambiemos el
enfoque, no huyamos del débil, de la debilidad, del desvalido, del abandonado,
del irreverente, del que anda en malos pasos; ayudemos a Dios a transformar
estas debilidades, en vidas en dignidad como la obra de arte que Dios nos
concibió en cada uno de nosotros.
Realmente el
Señor nos recicla si nosotros queremos, Él nos vuelve a ser sus obras de arte
tal y cómo nos concibió: Únicos e irrepetibles y a su imagen y semejanza.
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