Voces | Paola Calderón Gómez/PC
Todo lo hago bien
A nuestra sección Voces, llega Monseñor Julio
Daniel BotÃa, doctor en TeologÃa y director del Instituto de Pastoral del
Clero. En esta oportunidad su reflexión dirigida a la vida consagrada, recuerda
la necesidad de evaluar el cumplimiento de nuestras labores no solo desde la
efectividad sino desde las motivaciones y las formas que empleamos para lograr
nuestros objetivos.
Se trata de una búsqueda constante de coherencia y
equilibrio para hacerlo todo de acuerdo con las expectativas de quienes reciben
los frutos de nuestro servicio y la misión a la que nos hemos entregado.
Más allá de la agenda
Cada dÃa nos preguntamos: ¿Qué hay para hoy?,
¿Cuáles son los compromisos más importantes?
Después de todo, lo importante no es solo lo que
se haga, sino cómo se haga. ¿Verdad?
Qué hemos de hacer y cómo hemos de hacerlo lo
encontramos reflejado en la vida, mensaje y obras del Buen Pastor (Jn 10, 1 –
18), que conoce bien a sus ovejas y las llama a cada una por su nombre; que va
delante de ellas abriendo camino y protegiéndolas; que da la vida por ellas
para que tengan vida en abundancia; y que resucita para seguir pastoreando sus
ovejas en la Iglesia, con nosotros. Eso es ser buen pastor y eso es pastorear
bien las ovejas.
Por ello es que hemos de realizar solo y todo lo
que nos corresponde, según el ministerio presbiteral que se nos ha confiado: el
ministerio de la Palabra, el de la Liturgia, el de la Caridad, el de la
Comunión y el de cooperar con la evangelización universal. Ello nos lleva a
revisar si todo lo que hacemos nos corresponde hacerlo y ver, a la luz del Buen
Pastor, si dejamos de hacer servicios que nos corresponden. Incluso, resultamos
revisando la manera como utilizamos nuestro tiempo.
La motivación
Igualmente, o más, importante es el modo como
realice el ministerio. En esto sà que es importante discernir ¿Cómo he de
hacerlo? ¿Por qué hacerlo? ¿Para qué hacerlo? La clave está en tener como
fuente, motor y meta el amor del Buen Pastor, la caridad pastoral. Que de ella
nazca cada servicio, que ése sea el motivo y la fuerza de nuestra acción; asÃ,
la motivación permanente será servir a Jesús y, con Jesús, a mis hermanos, vivo
para evangelizar, trabajo por el Reino de Dios. Que ella sea el motor y el
sabor en su realización. Y que a ella esté orientado lo que hagamos, que
trabajemos para dar gloria a Dios sirviendo a nuestros hermanos. Desde la
caridad pastoral, con caridad pastoral y por caridad pastoral.
Asumo las actitudes de Jesús y las integro con mi
personalidad y situación: servicio, sencillez, humildad, ternura, amor hasta el
extremo. Amo y sirvo desde el corazón, mostrando lo que he asimilado de la
Palabra de Dios, del amor de Dios. Sirvo llevando a Jesús, con fe, apreciando
la gracia que comunico, con respeto y devoción.
Buscar la coherencia
Las acciones que realizo son las que corresponden
a la evangelización que voy a realizar. Ante todo, entro como hermano y amigo,
vivo la comunión con el hermano a quien sirvo. Atiendo a las exigencias de una
buena comunicación. Adecuó mi servicio a las personas, al lugar, al dinamismo
de la celebración y a las normas litúrgicas o pastorales.
Que los hermanos digan de nosotros: Se nota que
cree en lo que celebra; vive lo que dice; comunica su experiencia de Dios, nos
acerca a Dios; es un pan de Dios.
Animemos a los que tienen dificultades para
realizar bien su ministerio. A los que se les nota falta de fe. A los que
comercializan con el ministerio y no celebran cuando no hay estipendio. A los
que todo lo hacen a las carreras. A los hermanos que han ido perdiendo el
sentido al ministerio y se van dejando llevar de la rutina, del desánimo, de la
pereza y de la mediocridad espiritual (Ver Evangelii Gaudium, 81, 82). A los
que buscan su propia gloria en las obras que realizan, o buscan intereses
personales, u otras ventajas. A los que desperdician su tiempo en el internet y
en otras diversiones.
Demos gracias a Dios por el entusiasmo que nos da
para realizar bien nuestro ministerio, de manera auténtica, con caridad
pastoral y en el EspÃritu de Cristo (Ver Presbyterorum Ordinis, 13). AsÃ, el
ministerio nos hará crecer integralmente, nos unirá a Dios, nos perfeccionará
la caridad y nos asemejará al Buen Pastor, nos hará pastores santos, con buenos
frutos pastorales.
Esta semana, compartamos con dos hermanos sobre lo
que nos ayuda a realizar bien nuestro ministerio pastoral.
Publicado por Prensa Celam
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