Actualidad | Melania Emeterio R.
Día Mundial de la Prevención del Suicidio
Por segundo
año consecutivo llega el 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del
Suicidio, en un ambiente social, económico y psicológico afectado por la
pandemia del Covid-19, una de cuyas secuelas es la presencia, reforzada, de la
depresión, la soledad y el pensamiento suicida como recurso para escapar de la
realidad. En la piel social aun continua la incertidumbre, ansiedad, el
encarecimiento de la vida, y el extrañamiento por pérdida de familiares, amigos
y personalidades que son referentes sociales importantes para el colectivo
social. Esto es así, aunque la apertura económica y los discursos simulen matizar
la realidad.
¿Por qué un
Día Mundial para la Prevención del Suicidio? ¿Tiene esta designación algún
impacto en la acometida del hecho?
Quienes
idearon un día en el calendario para para poner el dedo sobre la llaga,
conocían la naturaleza del evento, y entendieron que era posible su prevención
a partir de la mediación de políticas públicas que impacten en
conjunto los factores que lo motivan y precipitan, incluido el genético. Que el
hecho suicida tienda a incrementarse, que esté presente en todos los
países y clases sociales, y que se hayan identificado causas comunes, son
evidencias suficientes para entenderlo como un problema colectivo de salud, y
más hoy en día con una pandemia que exacerba los factores de riesgo.
Según la Enciclopedia
Libre Wikipedia, desde el 2003 la Asociación Internacional para la
Prevención del Suicidio realiza para esta fecha un conjunto de
actividades que cuentan con la colaboración de la Organización Mundial de
la Salud. La enciclopedia reúne para el año 2020 informaciones relevantes, como
estas:
- 800,000 muertes por
suicidio, equivalente a un suicidio cada 40 segundos.
- Cada vida
perdida por el suicidio representa a la pareja, hijo, padre, amigo, colega.
- 108 millones de
personas por año se ven impactadas por un comportamiento suicida.
- Por cada suicidio
consumado hay 25 intentos anteriores de suicidio, pues
muchas personas hacen repetidos intentos.
El suicidio, y
sus eventos precedentes, demandan que se le mire de frente, y desarrollar
sensibilidad suficiente al respecto. Es por eso que causa grata sorpresa la
creación de Ministerios de la Soledad para afrontar este
evento dentro de una política de Estado. Es justamente lo que ha sucedido
recientemente en Inglaterra, y luego en Japón. Ambos países han
visto la necesidad de designar un Ministerio de la Soledad en virtud de que
esta condición ya se ha considerado como “la otra pandemia que nos deja el
siglo XXI”, en la referencia electrónica Magnet-Xataka.com aparece la
información indicando que en octubre del 2020 más personas murieron por
quitarse la vida que por el virus. Las muertes, dicen, fueron más de mujeres y
de menores.
Esta gente
está viendo la soledad y su crecimiento como una categoría, un problema social
de salud pública. En el Reino Unido fue donde primero se instaló un Ministerio
de la Soledad en el año 2018, y con ello hacen un llamado a cuidar la psique
humana. Han considerado que la soledad es un mal contemporáneo mundial que en
el Reino Unido ahora es un asunto de Estado. La soledad y la depresión son
caldo de cultivo y gota que ha derramado más la pandemia. No importa que estos
dos países sean desarrollados, lo que importa es que la soledad y la depresión
han merecido una connotación social tal, que bien podrían otros Estados,
especialmente el dominicano, partir de estas ideas para crear iniciativas
que afronten la soledad y la depresión, pues tienen incidencias en la salud
mental y en los motivos de suicidio.
De acuerdo con
estadísticas recientes, emanadas del Departamento de Estadísticas la Policía
Nacional, del 2018 al 2020, más el primer semestre del 2021, se han producido,
a nivel nacional, 2,156 suicidios con la siguiente distribución: en el 2018 se
quitaron la vida 648 personas, 610 personas en el 2019, y en el 2020 fueron
595.
En el primer
semestre del presente año las estadísticas policiales reportaron un
total de 303 suicidios. En función del sexo los números indican que del total
de suicidios a nivel nacional (2,156) 1,829 fueron de hombres, mientras que 327
mujeres cometieron suicidio.
Hay que
prestar toda la atención a los problemas causantes de la depresión, pues las
estadísticas apuntan hacia ella como el principal motivo de suicidio. Del 2018
hasta el 2020 y primer semestre del presente año, en los motivos de suicidios
que tuvieron los hombres, fue la depresión, que tuvo una incidencia de 834
casos. En las mujeres este motivo alcanzó 161 repeticiones. Por motivos
pasionales se quitaron la vida 266 hombres y 34 mujeres. Este dato tiene
relevancia ya que numerosos suicidios masculinos se vinculan a los feminicidios
que llevan a cabo los hombres antes de suicidarse, o de intentarlo.
Si en muchos
países ha habido más muertes por suicidios que las producidas por otras causas,
las estadísticas dominicanas no revelan esa realidad ni en forma aproximada, no
porque la Policía Nacional dejara de buscar las informaciones sino debido, en
gran parte, al subregistro relacionado con la inobservancia y prejuicios sobre
el suicidio, de parte de quienes elaboran y despachan la información inicial.
Así, muchos datos cualitativos y cuantitativos quedan ocultos. No hay interés
sobre el asunto, pues el mismo Ministerio de Salud y el Departamento de
Salud Mental cuando hablan de la materia que les corresponde no quieren
referirse al suicidio, y cuando lo hacen de modo tangencial, y a veces ni
mencionan el término.
En el libro,
de mi autoría, ENTRE LA INDIFERENCIA Y EL RUIDO: EL SUICIDIO EN LA REPUBLICA
DOMINICANA, está la sugerencia de la elaboración y revisión de los protocolos
para identificar y dar seguimiento a los actos suicidas consumados o no.
Frente al suicidio se necesita de un Ministerio de Salud previsor, que muestre
en los hechos una sensibilidad que le lleve a actuar semejante a esos Estados
que idearon un Ministerio de la Soledad para acercarse objetivamente a la
soledad, la depresión y el suicidio como problema de salud pública, no
como asunto individual, especie de sálvese quien pueda.
El
interés de la cosa se manifiesta en los hechos, y un buen ejemplo es el
Covid-19. Desde el inicio de la pandemia, y en todo el desarrollo de la misma,
se buscó transparencia en la información, y se obtuvo diariamente bajo el
esquema de: número de contagios, internamientos, defunciones, y personas en
cuidado intensivo e inclusive cantidad de camas disponibles. Si ese rigor
acompañara a los registros de suicidios a nivel nacional, las estadísticas que
acabamos de ofrecer fueran muy, pero muy diferentes.
La salud
mental en nuestro país tiene muchos desafíos, y ya se precisa de
la contundencia de un programa en esa dirección. En el mes de julio, a
propósito del Día del Psicólogo, el Decano de la Facultad de
Humanidades, y la Dirección de la Escuela de Psicología de esa academia,
pidieron al gobierno prestar atención a la salud mental de la población
(Periódico HOY, 21- 7- 21), dijeron las autoridades de la salud mental que la
pandemia ha agudizado los problemas sicológicos en los ciudadanos: ansiedad,
depresión y la violencia en todas sus manifestaciones.
“La prevención
del suicidio, dicen especialistas en la materia, es un desafío universal.
A menudo es posible prevenir el suicidio y usted, como miembro de la
sociedad, es un actor clave en su prevención. Usted puede ser la diferencia,
puede crear conciencia sobre el problema”. Con lo dicho por estas autoridades
de la salud mental, la creación de Ministerio de la Soledad en Reino Unido y
Japón, y con la llegada del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, ojalá
que en República Dominicana llegue a producirse lo que nunca se ha
producido: El milagro de la atención y de la prevención del suicidio. ¡Ojalá!
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