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    viernes, 17 de septiembre de 2021

    Lo que realmente importa


    Fe y Vida | Socorro González González, ctsj

     


    Lo que realmente importa

     

    En estos días que he estado leyendo el libro “El Corazón ve más allá de los ojos” (de Carlos A. Schmitt), me han surgido algunas ideas que quiero compartir con ustedes.

     

    Es un libro inspirado en El Principito, cada uno de sus capítulos son unas ideas breves que nos pueden ayudar para la vida y las realidades concretas que vivimos.

     

    Cada ser humano es un misterio, una realidad diferente llena de grandes sorpresas, el problema es que a lo largo de los años nos complicamos la vida con cosas que no tienen tanta importancia.

     

    ¡Que distinta es la vida cuando somos niños! dice el autor “corriendo, cantando, sin miedo a la vida, tan llenos de mañas, de risas y gracias…” a medida que vamos creciendo nos vamos complicando la vida y como que nuestra capacidad de asombro va disminuyendo, “llenos de previsiones y llenos también de inseguridades”. Todo lo queremos tener asegurado y el mismo ambiente no lleva a ello.

     

    El otro día explorando en Facebook vi una imagen en la que decía un bebé a otro en el vientre de su madre “Hermanito y a ti ¿qué te gustaría ser? Un perrito, respondió el otro ¿Por qué un perrito? Es que estamos en una sociedad donde el maltrato animal es un delito y matar un bebe es un derecho”.

     

    Los seres humanos nos complicamos tanto la vida que nos olvidamos de defender lo necesario, de lo que es verdaderamente importante: defender la vida, creer en la simplicidad, detenernos un poco ante el misterio que nos rodea.

     

    Todo nuestro mundo es un grito de vida. ¿Por qué oponerse a la vida? Al gran misterio de Dios.

     

    Nos dice el autor “vivimos a veces como si estuviéramos construyendo una morada definitiva aquí en la tierra”. Es cierto a veces nos llenamos de cosas, de seguridades que al fin y al cabo terminan siendo nada, sin saber que todo se acaba que las cosas materiales se quedan.

     

    Dice El Principito “¿De dónde vienes hombrecito? ¿Dónde queda tu casa? ¿A dónde quieres llevar mi cordero?”

     

    Si de vez en cuando nos paráramos a pensar de dónde venimos y hacia dónde vamos, fuéramos más conscientes de lo que vivimos a diario y nos daríamos cuanta de que no somos eternos, de que todo pasa en la vida y de que tenemos la oportunidad de aprovechar al máximo el magnífico don de existir.

     

    Los seres humanos, pareciera que estamos hechos para nunca estar satisfechos con lo que tenemos, con lo que somos o con lo que hemos logrado en la vida.

     

    Alcanzamos un logro e inmediatamente decimos sí muy bien, pero podría haber sido así, podría haberlo logrado antes, podría haber sido mejor etc.

     

    “Debemos revisar nuestros criterios de felicidad, corazón mío. ¿Cuándo realmente alcanzamos la felicidad? Yo creo que la felicidad, se alcanza cuando tomamos conciencia de nuestra realidad y del deber cumplido. Son pequeñas metas que nos dan felicidad.

    Entonces no podemos vivir con esas eternas insatisfacciones en la vida, sino centrarnos en los pequeños logros que alcanzamos cada día.

     

    Cuan fácil se nos hace decir de palabra, te amo. Si supiéramos todo lo que conlleva un amor verdadero y la certeza de que eres también correspondido por la otra persona.

     

    Amar no es pecado, y mucho menos un misterio. Es el cuidado, el aprecio y la preocupación por la otra persona que nos lleva a realizar, pensar y disfrutar de ella.

     

    Donde te sientes libre y te puedes abrir a su corazón, donde se conocen tal cual son, sin miedo.

     

    Es un reto hoy en día, no olvidar a los amigos, aquellos con los que nos hemos topado en el camino de la vida y que han sido importantes para nosotros. Pero a veces los afanes de la vida no nos dejan tiempo ni siquiera para una llamada, un saludo, una visita.

     

    Y a pesar de todo nos queda la certeza de que hay algo más grande que nos une, ese hilo invisible que nos da la certeza de la unidad.

     

    ¿Y la distancia?... no puede cortar ese hilo invisible que nos une.

     

    Cada día nos toca despedirnos, de personas, de situaciones, de cosas y lugares. Partir, siempre ver partir. Es tan dura la separación sobre todo de un ser querido.

     

    A veces no solo por la muerte física, sino por nuevos caminos que cada quien debe recorrer. Es ahí cuando nos damos cuenta que lo que verdaderamente importa son los pequeños detalles de la vida, los gestos y palabras compartidas…

     

    Hoy estamos invitados a ver con el corazón, más allá de lo que físicamente podemos observar con nuestros ojos, a detenernos en lo que realmente importa porque “El Corazón ve más allá de los ojos”.



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