El barón rampante| Jesús Bastante/RD
Los
lunes al sol
(IV):
¿El fin de una cultura religiosa?
"¿Y
por qué ese niño lleva una 't' a la espalda?"
La escena es
real. Una más de las muchas que hemos escuchado en los últimos años. Un chico
de 12 años, contemplando las últimas procesiones antes del coronavirus en una
capital de provincia de la España vaciada. Viernes Santo. Las imágenes del
Cristo y la Dolorosa se unen, después de un recorrido por separado, junto a la
plaza de la catedral. Varios nazarenos, portando velas y cruces, acompañan a
las imágenes. De pronto, en mitad del silencio sepulcral, se escucha la voz del
chaval: "¿Y por qué ese niño lleva una 't' a la espalda?". El
asombro se tapa con una sonrisa y un 'Vamos, venga, calla, que esto es muy
importante".
Otra imagen,
también real. Esta tras el primer confinamiento. Ante el imponente Cristo
de Velázquez. "Y ese, ¿quién es?", dice otra voz, también joven, de
nuevo sin maldad alguna. Tras la mascarilla miro al padre de la criatura, que
no dice nada y sigue avanzando. El niño también. Ocurrirá lo mismo con otras
pinturas, de ambientación mitológica. El rostro del padre se va demudando.
Porque lo que está ocurriendo ya con la cultura religiosa en nuestro país es
algo que ya hemos sufrido con los mitos fundacionales de nuestra civilización.
No busquen
adolescentes que hayan leído La Odisea o La Eneida (salvo aquellos
que, manga o juego de rol mediante, busquen herramientas para sus juegos).
Hemos permitido que la Filosofía o la Historia de las Civilizaciones Antiguas
fueran desapareciendo de los currículos escolares. De aquellos polvos, estos
lodos.
No es una
cuestión baladí: una sociedad sin memoria y sin pensamiento crítico crea
monstruos en blanco y negro, a través de las redes, de las conversaciones
perdidas, se convierte en una sociedad líquida, sin futuro. El Papa Francisco
lo ha denunciado en varias ocasiones. En esta pérdida de valores, la ausencia
de lo religioso en la cultura es uno de los puntos más preocupantes.
¿Por qué
sucede? Por múltiples razones. La sociedad ha cambiado, ser católico, hoy,
ya no es 'lo normal'. Incluso, si me apuran, se ha convertido en un rasgo
que presupone una cierta militancia política, social y educativa. Blancos y
negros, ya saben. Pero también, y esto está en nuestro 'debe', la terrible
obsesión por parte de la jerarquía eclesiástica en 'proteger' el 'cortijo' de la
enseñanza religiosa en la escuela... Durante décadas, los obispos se dedicaron
a blindar la clase de Religión, sus contenidos y a sus enseñantes, aun a costa
de dejar de lado el resto de la educación. Porque no sólo se enseñan valores en
la clase de Reli (que también).
Ahora, la
Conferencia Episcopal se devana los sesos para encontrar una fórmula que
permita incluir los valores cristianos dentro de un área educativa sobre
Valores, cuando durante años se ha negado persistentemente a ello. De aquellos
polvos, estos lodos, de nuevo. Resulta paradójica que, a fuerza de defender a
capa y espada una determinada asignatura, se haya olvidado la necesidad de que
'lo religioso' penetrara en una educación integral.
Porque el
episodio de la Semana Santa, o el del Prado, no son anécdotas o notas a pie de
página. Son una constante, que se refleja en el descenso brutal del número
de matrimonios católicos, los bautizos o las confirmaciones. Apenas aguantan
las Comuniones, y en buena medida por 'San Corte Inglés'. Estamos perdiendo
el tren moral de una sociedad que va por otra vía. Y preferimos 'remar mar
adentro' y pensar sólo en 'los convencidos', los 'de casa'... como si el resto
fueran unos extraños de los que defenderse. Por defenderse, algunos de los
guardianes de las esencias, incluso, llegan a insultar al Papa. Por una
entrevista en COPE, hecha por Carlos Herrera. Para mear y no echar gota.
Publicado por Religión Digital:
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