Fe y Vida | Beatriz Cecilia Gómez de Borda
Sufrimientos y enfermedades
“En aquel mismo momento Jesús curo a muchas personas de sus enfermedades
y sufrimientos, y de los espÃritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos”
(Lucas 7,2).
El dolor por la enfermedad, lo tiene postrado en una cama, derrotado y
sin esperanzas. En su enfermedad reina: el dolor y el sufrimiento. La palabra
más pronunciada que sale de sus labios es: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Que dolor!
No preguntemos el ¿por qué de la enfermedad?, debemos preguntar ¿Para qué
esta enfermedad?
Otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades, con fuertes dolores
en todo su cuerpo. (Job 33,19)
Tenemos que aprender a ver nuestra enfermedad como un examen en la
Universidad de Dios. A través del sufrimiento Dios nos corrige, sabemos que la
prueba ejercita la paciencia, la paciencia nos hace madurar y que la madurez
aviva la esperanza. (Romanos 5,3-4)
¿Para qué la enfermedad? Esta viene a nuestra vida para purificarnos:
“Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata, sino que te probé
en el horno del sufrimiento” (IsaÃas 48,10)
Dios quiere a través de nuestro sufrimiento, mostrar su victoria: Jesús
al oÃrlo dijo: “Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de
servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del hijo de Dios
“(Juan 11,4)
Cuando llega la enfermedad muchos caemos derrotados, estamos abatidos:
El ánimo del hombre soporta la enfermedad, pero al ánimo abatido ¿Quién
podrá levantarlo? (Proverbios 18,14)
Si viene luchando durante dÃas, meses y años contra la enfermedad,
probablemente el ánimo suyo este aniquilado aquà tiene que preguntarse y ahora
¿Quién podrá levantarme?
La respuesta usted la encuentra en la palabra del concierto de órganos
que decÃa el niño. Usted tiene dos opciones vivir con ¡Ay! O vivir diciendo
¡HAY!
¿Cuál es la diferencia?
La diferencia está en la letra H. Con la que se escribe Hijo. Es decir
vivir nuestra enfermedad solo diciendo ¡ay! Es vivir solos y sin esperanza.
Pero vivir el dolor y la enfermedad con un “Hay” es vivir acompañados del Hijo
de Dios, asà se vive diciendo: “Hay esperanza en Cristo”. Esto marca la
diferencia, esto nos hace vivir con esperanza, y esta esperanza no quedara
defraudada porque ya se nos ha dado el EspÃritu santo, y por el amor de Dios se
va derramando en nuestros corazones (Romanos 5,5)
Al terminar esta reflexión, lo invito a leer y proclamar lo siguiente:
Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los
comparamos con la gloria que habremos de ver después. (Romanos 8,18)
Por eso no me desanimo; al contrario, aunque mi exterior está decayendo
y deteriorando, el hombre interior se va renovando de dÃa en dÃa en nosotros.
(2da Corintios 4,16)
Bendeciré al Señor con toda mi alma; no olvidare ninguno de sus
beneficios. Él es quien perdona todas mis maldades, quien sana todas mis
enfermedades. (Salmo 103,3) Amen.
Publicado por Encuentra.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...