Evangelización | Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo/A&O
“Primer Congreso de Marketing Religioso”
El marketing religioso
es una herramienta de evangelización «para no seguir haciendo lo de siempre con
otro nombre». Carlos Luna ha sacado un manual para iniciarse en esta aventura
«No se trata solo de cambiar el lenguaje, o de
adaptar el mensaje, o de meterse en redes sociales… Se trata de trascender la
fijación obsoleta por la comunicación que tenemos en la Iglesia y emplear una
herramienta nueva: el marketing», asegura
Carlos Luna, creador del primer congreso de marketing religioso. Luna, que acaba de lanzar el
manual Fundamentos de marketing religioso como una ayuda
para la evangelización, defiende que «tenemos que pensar de un modo más
abierto, desde la perspectiva de aquel al que queremos llegar». «¿De verdad
creemos que solo apareciendo en TikTok con el santo del día vamos a atraer a
los alejados?», se pregunta. La clave radica en adaptar las herramientas
propias del marketing a la evangelización:
construir un producto, establecer una estrategia de distribución, segmentar al
público objetivo…
Por ejemplo, «no podemos seguir dividiendo a la
gente por su edad o estado: grupos de jóvenes, de matrimonios, de vida
ascendente… Hay que segmentar utilizando la variable de la actitud de la gente
ante la fe: los que ya estamos dentro, los que no creen en nada, los que creen,
pero nunca se acercarían a una iglesia a saciar su deseo de trascendencia, los
rebotados… Para cada uno de ellos hay un plan de marketing específico», algo «en línea total con la
exhortación Evangelii gaudium». Ahí Luna toca
un punto sensible, pues «los documentos y expresiones como nueva evangelización nos inspiran, pero no sabemos
cómo llevarlos a la práctica. Al final, los domesticamos y los adaptamos a
nuestra zona de confort: nuestros contenidos, retiros, parroquias, sacramentos…
Lo de siempre, pero con otro nombre».
«En realidad, muchos de los productos que estamos
creando son para los que ya estamos en la Iglesia», añade este experto.
«Ofrecemos al otro que venga a nuestra casa, cuando Jesús hace precisamente lo
contrario. Es Él el que dice: “Quiero alojarme en tu casa”».
Por eso, coloca como una de las prioridades en la
Iglesia «darle una vuelta a la variable de distribución de nuestro producto»,
es decir, «repensar si la parroquia es el único lugar al que debemos aspirar»
para conectar con los alejados. Para ilustrarlo, explica: «Cuando la gente sale
a tomarse un gin-tonic, no va solo por la
bebida, va por el sitio y el ambiente». De ahí que tengamos que «perder el
miedo a mostrarnos en otros lugares y sacrificar algunos propios que quizá no
están consiguiendo lo que queremos». Lo ilustra con la actitud del grupo
evangélico Hillsong, que en España ha aterrizado montando lecturas de la Biblia
en Starbucks y alquilando cines para predicaciones y conciertos. «A partir de
iniciativas como estas puedes luego crear un itinerario que acabe en la
parroquia, pero no al revés», afirma.
El manual incluye más ejemplos de cómo el marketing puede transformar la pastoral: la
iniciativa O_Lumen, que ha habilitado una iglesia para el diálogo
con el arte contemporáneo; Más que silencio, un espacio de meditación y
crecimiento espiritual abierto a creyentes y no creyentes, o Impact Crew, un
movimiento ecuménico que, a base de baile, hiphop, testimonios y recursos
multimedia proclama el Evangelio a jóvenes que nunca entrarían en un
templo.
«En la Iglesia hemos abusado de las frases del
Evangelio en las fachadas de las parroquias: “Venid y veréis”, “Venid a mí los
que estáis cansados y agobiados”, etc. Hay que generar algo en un lenguaje
distinto y con un formato más atractivo, para que el que nos lea o nos vea
desee de verdad venir y comenzar una historia con nosotros», constata Luna. «No
podemos ir y soltar nuestra chapa sin más.
Necesitamos antes conocer al cliente: qué le
mueve, qué le motiva, qué le preocupa y le inspira…, para luego ofrecerle
nuestro producto de un modo que él reconozca», abunda.
El manual es para cualquier católico «que quiera
vivir esa evangelización en salida que el Papa y la sociedad nos demandan y nos
reclaman. Y da pistas de cómo tomar la iniciativa, cada uno desde donde Dios le
haya puesto».
Publicado
por Alfa & Omega
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