Vida Religiosa | RD/Agencias
'El velo del silencio':
Once monjas revelan los abusos sufridos en la Iglesia Católica
En el libro de Salvatore
Cernuzio, periodista del L'Osservatore Romano
El libro 'El velo del silencio' (San Paolo) del
periodista del periódico oficial del Vaticano L'Osservatore Romano, Salvatore
Cernuzio, recoge once testimonios de abusos sufridos por religiosas y ex
religiosas de distintas edades y lugares del mundo
Se trata de casos
de maltrato psicológico, verbal o mental, presiones acoso y chantajes
emocionales sufridos por estas mujeres durante su vida consagrada y
que prefieren mantener el anonimato. Todas ellas han soportado años de silencio
por miedo o por una fuerte presión psicológica, pero ahora se aventuran a
contar su historia para ayudar a aquellas mujeres que todavía no han reunido el
coraje para denunciar su situación.
"Se trata
de casos de maltrato psicológico, verbal o mental, presiones acoso y chantajes
emocionales sufridos por estas mujeres durante su vida consagrada"
La
subsecretaria del Sínodo de Obispos, la hermana francesa Natalie
Becquart, única mujer en tener derecho a voto en los sínodos, señala
en el prólogo que el libro "invita a mirar a la cara a la realidad",
"a decir la verdad" y a buscar "posibles caminos para acompañar
a las personas que sufren en la vida religiosa o que la han abandonado y deben
reconstruirse".
Además, invita
a tomar medidas para "prevenir estas posibles desviaciones,
ayudando a las comunidades religiosas a adoptar un estilo cada vez más
sinodal".
La primera en
contar su historia es una amiga de la infancia del autor a la que no veía desde
hacía doce años porque decidió entrar en un convento de clausura en Italia. En
marzo de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, cuenta que sus
superioras la echaron de la comunidad con estas palabras: "No eres
obediente, no quieres ser santa, no tienes vocación".
Otra de las religiosas
relata cómo su experiencia en comunidad se asemejaba más a la de "un
cuartel militar" que a la de un monasterio. "Era como si
estuviera adoctrinada (...) Me impresiona pensar que esa rigidez que me hacían
sufrir se aplicase también a las más pequeñas", explica.
Elizabeth:
durante su vida en el convento interiorizó que todas tenían que obedecer
"como perros"
Otra monja,
nacida en Australia e identificada solo como hermana Elizabeth, narra que
durante su vida en el convento interiorizó que todas tenían que
obedecer "como perros". "Nos decían que nos sentáramos y nos
sentábamos; que nos levantáramos y nos levantábamos; que nos diéramos la vuelta
y nos dábamos la vuelta", detalla.
Mientras,
Aleksandra, nombre ficticio de una joven consagrada de 31 años, explica que
tras confesar a su superiora de la congregación que habría sufrido abusos
sexuales por parte de un sacerdote con el que trabajaba en un proyecto, ésta la
acusó de haberlo provocado ella. "Obviamente habéis sido vosotras
las que habéis provocado al sacerdote", le espetó.
Finalmente,
acabó buscando ayuda fuera de la Congregación donde vivía. "No sé adónde
iré, solo quiero seguir a Jesús, y aquí ya no es posible. Ya no puedo vivir en
esta situación y tengo miedo de destruir mi salud física, psicológica y
espiritual. Espero encontrar ayuda, tal vez por parte de algunos laicos
porque sé que mi congregación no se preocupará por mí ",
lamenta.
Aleksandra,
tras denunciar que había sufrido abusos sexuales, a la superiora, escuchó:
"Obviamente habéis sido vosotras las que habéis provocado al
sacerdote"
De hecho, uno
de los temas que trata en el libro es la situación de vulnerabilidad en la que
se encuentran las mujeres consagradas cuando dan el paso definitivo y salen del
convento: "La culpa siempre es del que se va", señala
Aleksandra, que acabó dejando su vida religiosa después de 30 años.
El racismo es
otro tema que emerge en este libro, sobre todo, en el caso de las monjas
jóvenes que proceden de países de África o Asia. Según el autor, este tipo de abusos
se dan también en mujeres europeas, pero en realidad son "las
mujeres africanas y asiáticas, en particular las que vienen de India y
Filipinas", las que están más expuestas. Las de estos países, corren
más riesgo, porque están desprovistas de una red de apoyo y son obligadas en
muchos casos a aceptar "compromisos" para poder comer y no acabar
durmiendo en un parque o en una estación.
Otra de ellas
es Anne-Marie, de Camerún. Su madre falleció mientras ella
estaba en el primer año de noviciado y ni siquiera le comunicaron la
noticia hasta pasados unos días. Marcela, otra de las religiosas, explica
cómo la mortificación psicológica era asimilada "al ideal de
perfección" por parte de las superioras. "Intentaba por todos los
medios no ser humillada. Me levantaba antes de la hora para no llegar tarde;
comía rápidamente; siempre estaba presente en las oraciones y en las tareas,
aunque estaba cansada y mi cuerpo me pedía descansar. No quería que me
riñesen", recuerda.
"Anne-Marie,
de Camerún: Su madre falleció mientras ella estaba en el primer año de
noviciado y ni siquiera le comunicaron la noticia hasta pasados unos días"
Otro de los
testimonios detalla cómo el trabajo y el sacrificio son considerados los
valores más altos de todos. "Una monja agotada por el trabajo es igual
a una buena monja. Lo que importa es la cantidad de cosas que haces:
planchar, lavar, cocinar, acompañar a alguien. (...) Este sistema se puede
comparar con la ideología de los países comunistas, donde la persona cuenta
mientras pueda trabajar", señala en el libro.
Otro relato
significativo recogido por Cernuzio es el de una psicóloga que ha acompañado a
cerca de quince monjas contemplativas que habían presentado su renuncia y
que sentían ganas de suicidarse. "No mostraban signos de desequilibrio
mental o de depresión severa. Las causas estaban relacionadas más bien con
el estilo de vida (...) Habían intentado convertirse en la santa monja perfecta
renunciando a todo lo que aspiraban", explica la experta en el libro.
Publicado por Religión Digital
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