Matrimonio y Familia | Jorge Enrique Mújica/Z
No tener miedo a la crisis: dos reflexiones del Papa para
matrimonios
“La
crisis nos ayuda a crecer, y de lo que debemos cuidarnos es de no caer en el
conflicto, porque cuando caes en el conflicto cierras tu corazón y no hay
solución al conflicto o apenas. En cambio, la crisis te hace «bailar» un poco,
te hace sentir mal por momentos, pero puedes salir de la crisis, siempre y
cuando salgas mejor».
El
pasado 6 de noviembre el Papa recibió en audiencia a matrimonios de la
comunidad Retrouvaille que ayudan a matrimonios en crisis. O cómo se definen
ellos: una esperanza cristiana para matrimonios en crisis. En el discurso, el
Santo Padre invitó a no espantarse por las crisis pues “La crisis nos ayuda a
crecer, y de lo que debemos cuidarnos es de no caer en el conflicto, porque
cuando caes en el conflicto cierras tu corazón y no hay solución al conflicto o
apenas. En cambio, la crisis te hace «bailar» un poco, te hace sentir mal por
momentos, pero puedes salir de la crisis, siempre y cuando salgas mejor. No
podemos salir igual: o salimos mejor o peor. Esto es importante. Y difÃcilmente
podemos salir solos de la crisis, siempre debemos salir todos en crisis. Me
gusta esto. ¡No tengas miedo de la crisis, ten miedo del conflicto!”.
Ofrecemos
a continuación los dos puntos sobre los que el Papa se detuvo partiendo del
presupuesto anterior de la crisis.
1.
Crisis como oportunidad
Nos
hemos detenido a reflexionar sobre esta palabra muchas veces en este perÃodo
pandémico. Y yo me encuentro en vuestra experiencia, que invita a considerar la
crisis como una oportunidad, sÃ, una oportunidad dolorosa pero una oportunidad,
en este caso una oportunidad para dar un salto cualitativo en la relación.
Crisis
y heridas
(…)
Las crisis de las personas producen heridas, producen lágrimas en el corazón y
en la carne. (…) Las heridas son un don precioso tanto a nivel personal como
eclesial. Hoy hay una gran necesidad de personas, de esposos que sepan dar
testimonio de que la crisis no es una maldición, es parte del camino y
constituye una oportunidad.
Crisis
como oportunidad (también para clérigos)
Y
también nosotros, sacerdotes y obispos, debemos recorrer este camino, mostrar
que la crisis es una oportunidad. De lo contrario, serÃamos sacerdotes u
obispos encerrados en nosotros mismos, sin un diálogo real con otras personas.
Siempre hay una crisis en el diálogo real. Pero para ser creÃble es necesario
haberlo experimentado. No puede ser un discurso teórico, una «exhortación
piadosa»; no serÃa creÃble. (…) Tú das testimonio de vida. Has estado en
crisis, has resultado herido; gracias a Dios y con la ayuda de hermanos y
hermanas estás curado; y has decidido compartir tu experiencia, para ponerla al
servicio de los demás. Gracias por esto porque es un gesto que hace crecer y
madurar a otras parejas.
2.
Acompañar
Esto,
naturalmente, concierne a los pastores, es parte de su ministerio; pero también
involucra directamente a los esposos, como protagonistas de una comunidad que
«acompaña». Tu experiencia da un testimonio especÃfico. Ante la realidad de
tantas parejas en dificultad o ya divididas, la respuesta es ante todo
acompañar.
Y
aquà nos ayuda otro icono bÃblico: Jesús resucitado con los discÃpulos de
Emaús. Jesús no aparece de arriba, del cielo, para decir con voz atronadora:
«Ustedes dos, ¿adónde van? ¡Regresen!». No. Empieza a caminar junto a ellos por
el camino, sin ser reconocido. Escucha su crisis. Los invita a contar, a
expresarse. Y luego los levanta de su necedad, los sorprende al revelarles una
perspectiva diferente, que ya existÃa, ya estaba escrita, pero que no habÃan
entendido: no habÃan entendido que Cristo tenÃa que sufrir y morir en la cruz,
que la crisis es parte de la historia de la salvación…
Esto
es importante: la crisis es parte de la historia de la salvación. Y la vida
humana no es una vida de laboratorio ni una vida ascética… como si estuviéramos
inmersos en el alcohol para que no haya cosas extrañas… La vida humana es una
vida en crisis, una vida con todos los problemas que vienen todos los dÃas. Y
entonces ese hombre, que era Jesús, ese caminante se detiene a comer con ellos,
se queda con ellos: pierde el tiempo con ellos. Para acompañar, perder el
tiempo y no seguir mirando el reloj. Acompañar significa «perder el tiempo»
para estar cerca de situaciones de crisis. Y muchas veces se necesita mucho
tiempo, se necesita paciencia, respeto, disponibilidad… Todo esto es para
acompañar. Y lo conoces bien.
Publicado
por Zenit
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