Reflexión | Zenit
¿Qué significa regresar a la normalidad? Las 5 interesantes
reflexiones del Papa
Tras
su saludo, el Santo Padre plantea el hecho de la fase histórica en que se
encuentra la familia humana ante la necesidad de elegir un “regreso a la
normalidad”.
El
pasado 11 de noviembre la Santa Sede hizo pública una carta del Papa dirigida
al 4º Forum de París sobre la paz. Tras su saludo, el Santo Padre plantea el
hecho de la fase histórica en que se encuentra la familia humana ante la
necesidad de elegir un “regreso a la normalidad”. Ofrecemos la traducción del
original de las palabras del Papa, las cuales pueden ofrecer luz.
1)
¿Qué significa “regresar a la normalidad”?
(…)
La realidad que conocíamos antes de la pandemia era una en la que la riqueza y
el crecimiento económico estaban reservados a una minoría mientras millones de
personas no podían satisfacer sus necesidades más básicas y llevar una vida
digna; un mundo en el que nuestra Tierra era saqueada por la explotación miope
de los recursos, la contaminación, el consumismo desechable y herida por las
guerras y los experimentos con armas de destrucción masiva. La vuelta a la
normalidad significaría también un retorno a las viejas estructuras sociales
inspiradas en «la autosuficiencia, el nacionalismo, el proteccionismo, el
individualismo y el aislamiento» y la exclusión de nuestros hermanos más pobres.
¿Es este un futuro que podemos elegir?
2)
Necesidad de una mejor salida
En
este mundo globalizado pero fracturado, las decisiones que tomemos hoy para
salir de la crisis determinan el «rumbo» de las generaciones venideras. A
menudo perdemos de vista que somos una comunidad global y que «nadie se salva a
sí mismo, sólo podemos salvarnos juntos». Por estas razones, necesitamos una
nueva salida; tenemos que trabajar juntos para salir mejor que antes.
3)
La falsa puerta de países mejor armados
La
primera y más urgente cuestión a la que debemos dirigir nuestra atención es que
no puede haber una cooperación que genere la paz sin un compromiso colectivo
concreto con el desarme integral. El gasto militar en todo el mundo ha superado
ya el nivel registrado al final de la «guerra fría» y aumenta sistemáticamente
cada año. En efecto, las clases dirigentes y los gobiernos justifican este
rearme remitiéndose a una idea abusiva de disuasión basada en el equilibrio de
los armamentos. Desde esta perspectiva, los Estados se inclinan por perseguir
sus intereses principalmente sobre la base del uso o la amenaza de la fuerza.
Sin embargo, este sistema no garantiza la construcción y el mantenimiento de la
paz. La idea de la disuasión, de hecho, ha resultado ser en muchos casos falaz,
provocando grandes tragedias humanitarias. El Papa Juan XXIII ya había afirmado
en su Carta Encíclica Pacem in Terris: «Que el criterio de paz basado en el
equilibrio de los armamentos sea sustituido por el principio de que la
verdadera paz sólo puede construirse mediante la confianza mutua».
También
hay que subrayar que la lógica de la disuasión se ha combinado con la lógica
del mercado liberal, según la cual el armamento puede considerarse del mismo
modo que el resto de productos manufacturados y, por tanto, como tal,
comercializarse libremente en todo el mundo. Por ello, no es casualidad que
durante años hayamos asistido acríticamente a la expansión del mercado de armas
a nivel mundial.
4)
El papel de la doctrina social de la Iglesia
La
pandemia ha sido una revelación para todos nosotros sobre las limitaciones y
deficiencias de nuestras sociedades y estilos de vida. Y, sin embargo, en medio
de esta realidad llena de sombras, necesitamos esperar, porque la esperanza es
«un generador de energía, que estimula la inteligencia y da a la voluntad todo
su dinamismo». La esperanza nos invita a soñar en grande y a dar cabida a la
imaginación de nuevas posibilidades. La esperanza es audaz y fomenta la acción
basada en el conocimiento de que la realidad puede cambiar. Mi esperanza es que
la tradición cristiana, especialmente la doctrina social de la Iglesia, así
como otras tradiciones religiosas, puedan ayudar a llevar a su reunión la
esperanza fiable de que la injusticia y la violencia no son inevitables, no son
nuestro destino.
5)
No a un “regreso a la normalidad” caracterizado por la injustica
Ante
las consecuencias de la gran tormenta que ha sacudido al mundo, nuestra
conciencia nos llama a una esperanza responsable, es decir, a no seguir el
camino cómodo de volver a una «normalidad» marcada por la injusticia, sino a
aceptar el reto de asumir la crisis como una «oportunidad concreta de
conversión, de transformación, de repensar nuestro modo de vida y nuestros sistemas
económicos y sociales». La esperanza responsable nos permite rechazar la
tentación de las soluciones fáciles y nos da el coraje de avanzar por el camino
del bien común, del cuidado de los pobres y de la casa común.
No
desperdiciemos esta oportunidad de mejorar nuestro mundo; de adoptar con
decisión formas más justas de lograr el progreso y construir la paz. Animados
por esta convicción, es posible generar modelos económicos que sirvan a las
necesidades de todos preservando los dones de la naturaleza, así como políticas
de futuro que promuevan el desarrollo integral de la familia humana.
Publicado
por Zenit
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