Temas de Salud | Julio Tudela/Z
COVID-19: ¿debe vacunarse a los niños?
En
los estudios sobre eficacia y seguridad de esta vacuna para este rango de
edades, a partir de los 5 años hasta la edad adulta, en dos franjas (de 5 a 11
y de 12 a 17 años), los resultados de seguridad, así como su eficacia, son claramente
favorables.
Acaba
de autorizarse la vacunación contra la COVID-19 para niños que hasta ahora
estaba restringida a adultos. La manera en la que este procedimiento se está
poniendo en marcha no está exenta de polémica. En la Comunidad Valenciana
(España) se está pidiendo a los padres que contesten en un plazo de 24 horas
para permitir, o no, vacunar a sus hijos. Además, la vacunación se va a
realizar en los centros escolares, fuera de entornos sanitarios; los padres en
principio no iban a estar presentes en el momento de la vacunación de sus hijos
y, por lo tanto, no podrían supervisar un acto sobre un menor que requiere la
supervisión del tutor o del padre.
Esta
manera de poner en marcha la vacunación en niños, desde luego, no es, en
nuestra opinión, la más acertada. Crea susceptibilidades en muchos padres que
pueden negarse al proceso por la forma de plantearlo más que por el fondo.
Cabe
decir que la vacunación contra la COVID-19 para los niños y adolescentes es
totalmente recomendable. En los estudios de que disponemos sobre eficacia y
seguridad de esta vacuna para este rango de edades, a partir de los 5 años
hasta la edad adulta, en dos franjas (de 5 a 11 y de 12 a 17 años), los
resultados de seguridad, así como su eficacia, son claramente favorables frente
a un riesgo muy bajo de aparición de efectos secundarios indeseables. Ninguna
vacuna está exenta de riesgos, ninguna. Se trata de que el balance entre el
beneficio que esperamos lograr y los posibles riesgos de aparición de efectos
indeseables, sea claramente favorable.
¿Cuál
es el beneficio fundamental de la vacuna de la COVID-19 para los niños y
adolescentes?
El
primero es que reduce el número casos graves, que también los hay. La creencia
generalizada de que entre los niños nunca de dan casos graves, no es cierta.
También hay cuadros graves, menos que en adultos, pero también se dan los que
requieren hospitalización; segundo, disminuye las secuelas que la COVID-19
puede dejar en estos niños en el futuro; y tercero, en las personas vacunadas
que se infectan se produce menos carga viral, por lo tanto, van a infectar
menos, van a diseminar el virus en menor proporción (a nivel epidemiológico
esto es un dato muy importante). En cuanto a los efectos secundarios, es verdad
que existen algunos graves, pero su incidencia, según el Centro de Control de
Enfermedades estadounidense (CDC), es de 54 casos por millón de vacunados en el
rango de edad de 11 a 17 años. En menores de 12 años aún es menor. Sin embargo,
el beneficio que esperamos encontrar, tanto en la protección de los mismos
niños y adolescentes vacunados, como en la de las personas que pueden llegar a
ser infectadas por ellos, es inmensamente mayor. Por lo tanto, animamos desde
este Observatorio de Bioética y haciendo caso de las evidencias científicas
disponibles, a vencer las reticencias y a vacunar a los niños y adolescentes
para mejorar nuestra protección contra la COVID-19.
Publicado
por Zenit
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