Meditación | Martin Gelabert/RD
Humor y
cristianismo, ¿incompatibles?
El
cristianismo es compatible con todo lo humano, con todo lo que dignifica a la
persona. Hay un proverbio latino que Pablo VI utilizó en alguna ocasión: “soy
hombre, nada humano me es ajeno”. El humor es un rasgo propiamente humano que facilita
la comunicación y la buena relación entre las personas y expresa una
característica propia de todo ser humano, a saber, que estamos hechos para la
alegría y la felicidad. San Pablo recomendaba a los cristianos que, sobre todo
con los no cristianos, nuestra “conversación fuera siempre agradable”. Y
añadía: “con su pizca de sal”. O sea, con un poco de humor y hasta de ironía.
Posiblemente
Jesús de Nazaret debía reírse de las ocurrencias que tenían los comensales con
los que compartía la mesa. Él también debía contar allí cosas graciosas. A
Jesús le encantaba compartir la mesa. Y eso solo se hace con los amigos y la
gente de confianza. Y entre amigos siempre reina el buen humor. Eso sí, si
buscamos en los evangelios alguna palabra chistosa es posible que no la
encontremos. Pero si nos fijamos bien, veremos que Jesús empleaba la ironía y
tenía giros y expresiones que, sin duda, sorprendían y posiblemente despertaban
más de una sonrisa. Por ejemplo: es más fácil que un camello pase por el ojo de
una aguja que el que un rico entre en el reino de los cielos. Y cuando llamaba
a Herodes zorro seguramente más de un oyente, que se debía sentir molesto y
oprimido por Herodes, debía reírse interiormente y a lo mejor hasta aplaudir
exteriormente.
Recuerdo
algunos ejemplos de la vida y escritos de Santo Tomás de Aquino, del que
seguramente muchos se hacen una imagen de gran seriedad. Un día los compañeros
de Santo Tomás, para reírse de él, le dijeron: Fray Tomás, acérquese a la
ventana, porque hay un burro volando. Cuando el santo se acercó hubo una
risotada general. Lo que no se esperaban era la reacción de Tomás, que está
llena de humor: entre que un burro vuele y un religioso mienta, me parece más
imposible lo segundo que lo primero.
Otro rasgo de
humor: cuando santo Tomás comenta el artículo sobre la vida eterna, dice que
allí quedarán saciados todos nuestros deseos y pone el siguiente ejemplo: todos
deseamos honores y así los sacerdotes desean ser obispos y los hombres
corrientes desean ser reyes. Pues ambas cosas se conseguirán allí. Si eso no es
humor (sobre todo eso de que los sacerdotes en el cielo serán obispos), debe
ser algo muy parecido.
Santo Tomás
dice que la tristeza es lo que más daña al cuerpo. Por tanto, habrá que
concluir que la alegría es lo que más le favorece. En otro lugar dice: del
mismo modo que el cuerpo necesita descanso, también el alma la necesita. Y
añade: el alma encuentra el descanso en la diversión. Dice también: el juego es
necesario para llevar una vida humana.
Y una cosita a
propósito de los límites morales. El humor nunca puede ser ofensivo ni
utilizarse para descalificar a nadie. El humor no es burla, tampoco es
ridiculizar a los débiles. Cuando esto ocurre se convierte en algo zafio y
barato. El humor es inteligente. No hay nada más serio que el buen humor.
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