Opinión | Faustino Vilabrille
Propuestas para
el Sínodo de la Sinodalidad Universal (1 de 2)
Introducción
A lo largo de
la Historia del Cristianismo, el clero se fue apropiando cada vez más de la
Iglesia y secuestrádosela al pueblo, de tal manera que la Iglesia se identificó con
curas, obispos y papas. El pueblo no se considera Iglesia. Además, hemos hecho
teología de lo divino, no de lo humano, que se lo consideró cada vez más
devaluado, más anticristiano, más mundano, más contrario a la religión, a la
santidad, contrario al mensaje del Evangelio.
Con estas
propuestas se trata de devolver a la Iglesia al pueblo, a que el pueblo sea su protagonista,
no el clero, porque la razón de ser del cristianismo y de la Iglesia es el
pueblo, como lo fue de Jesucristo.
El hermano
Francisco, Obispo de
Roma y Papa de la Iglesia actual, sin duda está siendo un referente mundial para
muchos millones de personas, en un momento verdaderamente crítico para
el mundo de hoy, en el que carecemos de líderes que sean buenos catalizadores
para el conjunto de la humanidad, donde confluyan los anhelos de muchas
personas que aspiramos a un mundo mejor, tanto para los seres humanos como para
el planeta en que vivimos.
Para muchos
millones de personas, Jesucristo y su mensaje es lo que da el sentido más
profundo a sus vidas, tanto desde su dimensión humana como trascendente. Por
eso, con frecuencia cada uno de nosotros nos preguntamos: ¿a mi, por medio de
quién me llegó el conocimiento de Jesucristo y su mensaje? La respuesta no
puede ser otra más que esta: me llegó a través de la Iglesia. Por eso queremos
que, retornando a la fidelidad al Evangelio, sea cada vez más fiel transmisora
del mensaje de Jesús de Nazaret, para el bien de la Humanidad, y la
dignidad de todas las criaturas de la Creación.
Pero conociendo
un poco la historia de la Iglesia, tenemos que reconocer sus enormes fallos de
incoherencia con el mensaje del Evangelio, no solamente los del pasado, que
allá la conciencia de quienes los protagonizaron, sino los actuales, que son de
un escándalo incalculable, como la pederastia y su ocultamiento, como las
cuantiosas riquezas acumuladas durante siglos sin compartirlas convenientemente
con los más empobrecidos, como su connivencia con los poderes
económico-capitalistas, como la falta de compromiso con los Derechos Humanos al
interior de si misma, que aun no firmó porque en su estructura aun no los
cumple adecuadamente, aunque los defienda hacia el exterior, por su
insuficiente condena de los abusos del neoliberalismo y falta de compromiso
profético en la defensa de los empobrecidos de los países pobres.
Es por lo
que el Papa Francisco, ya desde su elección, está haciendo
el mayor esfuerzo por renovar la Iglesia desde sus mismas raíces, y ahora
lo quiere hacer convocando un Sínodo Universal sobre la sinodalidad como
continuidad de las cuatro conversiones a las que él ha invitado a la Iglesia en
sus escritos:
-La primera,
es la conversión al Evangelio y a los Pobres en la Evangelii
Gaudium;
-La segunda,
la conversión a la misericordia en la Amoris Laetitia;
-La tercera es
la conversión al cuidado de la Casa Común en la Laudato
Si y Querida Amazonia;
-La cuarta, la conversión
a la Fraternidad Universal en la Fratelli Tutti.
Finalmente
llega esta convocatoria de Sinodalidad, que apuesta por el
caminar juntos, frente al clericalismo tan frecuente en el
funcionamiento eclesial, para que la Iglesia sea realmente la Iglesia del
Pueblo de Dios, defensora de la dignidad humana, la fraternidad, el amor, la
justicia, la igualdad y la solidaridad entre todos los pueblos de la tierra, y
no solo la Iglesia de la Jerarquía, sino la Iglesia del pueblo para el pueblo,
que fue la razón de ser de Jesucristo. Es por lo que formulamos las siguientes
propuestas para el Sínodo.
Propuestas para el Sínodo de la Sinodalidad
Universal
PRIMERA: En la Iglesia se ha ido
consolidando, especialmente después del concilio de Trento, un modelo de
funcionamiento que adoptó el camino del absolutismo monárquico. Y ese modelo de
gobierno, a pesar del giro eclesiológico del Vaticano II, sigue vigente hasta hoy,
en la práctica y en el Derecho Canónico.
La Iglesia no
puede posponer por más tiempo la reforma sobre su modelo de gobierno. El actual representa una concepción
excluyente del poder, reservada en exclusiva a varones, célibes y ordenados; un
poder que resulta extremadamente vertical, piramidal, centralista, elitista y
gerontocrático. Urge un modelo más abierto, transparente, corresponsable e
incluyente de gobierno de la Iglesia.
El poder hay
que definirlo y regularlo al servicio de la Comunidad. No vale un
gobierno para el pueblo pero sin el pueblo. Una cosa es la
constitución dogmática de la Iglesia, en cuanto que el poder sacramental no
lo recibe del pueblo mediante una elección democrática sin más. Pero
otra cosa es la constitución pastoral de la Iglesia, la cual no puede ser
entendida sin el pueblo. Por ejemplo, la ordenación sacramental para consagrar
la Eucaristía no procede del pueblo, pero sí puede y debe proceder del pueblo
la designación de las personas que deban ejercer ese ministerio sacramental. En
los Hechos de los Apóstoles, esta claro que la Comunidad presentó dos miembros
para elegir a uno de ellos como Apóstol, y para elegir a uno de los dos echaron
a suertes (Hechos 1,23-26). Es decir, no fue elegido a dedo. Para elegir a los
siete Servidores de la Comunidad, los doce Apóstoles convocaron la Asamblea de
los discípulos y fue esta quien eligió a los que les parecieron los mejores,
que los presentó a los Apóstoles y estos les impusieron las manos (Hechos
6,1-6). Por tanto la designación de las personas estaba en manos de la
Comunidad.
En
consecuencia, el sistema piramidal de gobierno de la
Iglesia, donde todo viene de arriba abajo tiene que desaparecer, y la
designación y elección de las personas que ejerzan toda clase de funciones
ministeriales y de servicio a la Comunidad tiene que ser competencia de
la Comunidad. Es necesario formular esto teológica y jurídicamente, con la
correspondiente reforma en profundidad del Código de Derecho Canónico. La
Iglesia tiene que dar el paso a ser una democracia pura y plena en la elección
y designación de las personas que ejerzan en ella cualquier clase de función o
servicio.
SEGUNDA: La
Comunidad la forman indistintamente hombres y mujeres. Sociológicamente en la actualidad, la
forman más mujeres que hombres.
-Entre los
seguidores de Jesús había hombres y mujeres.
-El hecho
cumbre de la vida personal de Jesús es su Resurrección. Sin ella Jesús sería
solo un hombre más o menos relevante de la historia, posiblemente hoy ya casi
desconocido. Lo dijo muy claro Pablo de Tarso: "Si Cristo no resucitó vana
es nuestra fe" (1Corintios 15,14). Jesús Resucitado se presentó primero a
las mujeres antes que a los hombres. Este hecho de la Resurrección de Jesús es
más importante que la misma Eucaristía. Pues bien, las mujeres fueron
encargadas por Jesús de comunicar a los Apóstoles su Resurrección. Y una mujer,
María Magdalena, fue la primera persona a la que se presentó Jesús Resucitado.
¿Cómo excluirlas, pues, del ministerio ordenado para celebrar la Eucaristía?
-Jesucristo no
rechazó deliberadamente a la mujer del ministerio ordenado, y en las Iglesias
de Pablo hubo mujeres que ejercieron este ministerio. Por tanto las mujeres han
de ser designadas por la Comunidad y admitidas de inmediato al ministerio
ordenado sacramental en todas sus dimensiones, de tal manera que las
mujeres pueden ser elegidas, igual que los varones, por la Comunidad para el
diaconado, el sacerdocio, el episcopado y el pontificado.
En
consecuencia:
1º.-Es una
decisión urgente que no admite espera, que en cualquier estructura de
la Iglesia, sean parroquias, curias, cátedras, facultades teológicas,
sínodos, concilios, posibles colegios cardenalicios (en el supuesto de que
sigan en vigor), conferencias episcopales, organismos vaticanos, etc, han
de estar presentes las mujeres con los mismos derechos, deberes y facultades
que los hombres.
2º.-La Ley
del celibato, impuesta por la Iglesia, que no fue exigida por Jesucristo
para nada, debe ser anulada, y por tanto para todas las funciones y
ministerios citados han ser elegibles tanto personas solteras como casadas,
como de cualquier otra condición distinta, coherente con la dignidad de toda
persona humana. El Apóstol Pedro estaba casado, pues Jesús mismo curó a su
suegra (salvo que estuviera viudo, que no nos consta). En las primeras
Comunidades cristianas, ser buen padre de familia, acreditaba para ser buen
Obispo (1Timoteo 3,1-7 y Tito 1,5-8).
3º.-¿Es
acaso algo indigno ser Mujer? Jesús de Nazaret nació de una mujer que
estaba en gestación cuando fue a ver a su prima Isabel (Lucas 1,45) y así
estaba cuando fue a empadronarse, y allí se le cumplieron los días del
alumbramiento (Lucas 2,5-6), y así de este alumbramiento de María nació Jesús
de Nazaret.
TERCERA: Si una mujer, Isabel, fue escogida
por Dios para ser madre del precursor del Mesías, Juan Bautista; si una mujer
fue digna de ser escogida por Dios para Madre de su propio Hijo, Jesús de
Nazaret; si ambas mujeres estaban llenas del Espíritu Santo (Lucas 1,35 y 41);
si ambas mujeres pudieron dirigirse a Dios con su propia palabra, cómo las
mujeres no van a poder proclamar la lectura de la Palabra de Dios, y más aún
poder explicarla, tanto dentro como fuera del templo, tanto en una celebración
de la Palabra de Dios como en la celebración de la Eucaristía? Por tanto, la
predicación, que ahora oficialmente solo puede hacer el celebrante de la
Eucaristía, han de poder hacerla todo hombre o mujer que estén capacitados para
ello.
En
consecuencia:
a) Igual
que hay instituciones para preparar a los varones para el ministerio ordenado,
ha de haberlas exactamente igual para las mujeres, y esto es ya verdaderamente
urgente. Tanto ellos como ellas han de tener una buena preparación
intelectual y profesional, que les permita vivir de su propio trabajo y prestar
a la Comunidad los servicios que necesite con carácter voluntario y gratuito, y
terminando así con la dependencia económica del Estado, sea el que sea. La
Iglesia no solo no debe depender económicamente del Estado, sino que debe ser
un modelo perfecto de ciudadanía en el cumplimiento de los deberes cívicos.
Debe, pues, por lo menos en el caso de España, devolver inmediatamente al
Estado todos los bienes que no son suyos por no tener acreditada legalmente su
propiedad, o haberla efectuado indebidamente como con las inmatriculaciones.
b) Actualmente lamentamos
que aún no tenemos COMUNIDADES CRISTIANAS ADULTAS Y MADURAS, que sigan a
Jesucristo y su mensaje aplicado a la realidad concreta de nuestro tiempo, que
generen ilusión, deseo de compromiso y personas preparadas para
ejercer los servicios que necesite la Comunidad, como la celebración de la
Eucaristía, la educación permanente en la fe de todos sus miembros, personas
concretas que asuman voluntariados al servicio de la Sociedad en general y
sobre todo hacia los más empobrecidos y especialmente los del Tercer Mundo que
más lo necesitan, apoyados por la propia Comunidad en todos los aspectos. Por
tanto, una vez que tengamos personas que surjan de las propias Comunidades
Cristianas, adultas y maduras en la fe, hombres o mujeres indistintamente,
casados o solteros, padres o madres de familia, refrendados por ellas mismas,
con pleno discernimiento de la Comunidad, impregnada siempre de una mística de
compromiso liberador como Jesucristo, y no de por vida sino por el tiempo que
la Comunidad decida, entonces será el momento de prescindir de la suplencia de
instituciones ajenas a la Comunidad para ejercer las funciones y servicios que
la Comunidad necesite.
CUARTA: Los
cargos y funciones ministeriales, han de tener una duración limitada por dos razones muy claras:
a) Porque
lo que se repite indefinidamente acaba en rutina, que es incompatible con
la vivencia y el compromiso de la fe, que ha de ser siempre creativa,
innovadora y abierta a la realidad cambiante, sobre todo en momentos en los que
el cambio social, como ahora, es más acelerado.
b) Porque
toda la Comunidad ha de ser constantemente activa, dinámica y generadora de
nuevas personas siempre preparadas para toda clase de relevos y el desarrollo
de las funciones que necesite la Comunidad.
Hay que acabar
con la gerontocracia en la Iglesia. En consecuencia es necesario delimitar
el tiempo durante el cual cada persona ha de desempeñar una función determinada
en la Comunidad: la jubilación en el ejercicio de una función ha de ser algo
habitual, tanto por edad como por imposibilidad física. De momento, ya hay que
bajar la edad de jubilación de sacerdotes, obispos y papas, por lo menos, a los
70 años, además de tener en cuenta las condiciones físicas, psicológicas y
mentales en cada caso, que pueden aconsejar adelantar la jubilación.
QUINTA: El mismo Jesucristo con ser El el
Gran Maestro, preguntó a sus discípulos ¿"Quien dice la gente que soy
yo"? Hasta ahora todo lo que se decía y decidía en la Iglesia
venía siempre de arriba abajo. A veces se pedían algunas consultas al
pueblo, pero se decidía siempre lo que quería la "autoridad"
eclesiástica aunque fuese contrario a lo que los consultados habían aprobado.
Al final solo se hacía lo que el cura o el obispo o el Papa querían y decidían.
El pueblo ha
perdido la confianza en la Iglesia, porque mucho antes fue la Iglesia la que
perdió la confianza en el pueblo. La Lumen Gentium del Vaticano II retomó el sensus
fidei , casi olvidado desde el siglo IV, de todo bautizado como miembro activo
en la Iglesia, y el de todos los creyentes como el sensus fidelium porque los
creyentes laicos tienen una sensibilidad especial para captar las cosas de
Dios. Cipriano de Cartago (siglo III) decía que, si no debe hacerse nada en la
Iglesia local sin el obispo, también dijo que no debe hacerse nada sin el
consenso del pueblo (Epístola 14,4).
Por tanto, las
Consultas a los Laicos han de hacerse habituales en la vida de la Iglesia, en
todos los diferentes niveles de la misma: Comunidades o Parroquias de Base,
Comunidades Interparroquiales (Unidades Pastorales), Diocesanas, Nacionales,
Continentales o Mundiales, en todas las cuales ha de existir el correspondiente
Consejo Pastoral. Hay que dotar de un verdadero Estatuto Teológico a todos
estos diferentes estamentos u otros que puedan surgir, para que cada uno en su
ámbito propio, pueda tomar acuerdos que tengan carácter decisorio. Y por tanto
debe derogarse sin demora el canon del CDC 536 nº 2, así como revisarse muchas
de las disposiciones que figuran en los Títulos II y III del CDC.
Más en
concreto, y con carácter inmediato, la participación y el camino sinodal que
pide y promueve el Papa Francisco, debe hacerse operativo en los Consejos
Pastorales, fruto del Vaticano II, sobre todo Parroquiales y Diocesanos.
SEXTA:Las
finalidades son las que unen a las personas. Por tanto, lo primero que es
necesario hacer, consiste en definir claramente para qué es lo que queremos
hacer. El criterio básico nos lo da el Evangelio: ¿qué hizo Jesús? ¿para qué lo hizo?
Los Hechos dicen que Jesús comenzó a hacer y a enseñar (Hechos 1,1): lo que más
hizo Jesús fue enseñar y curar las dolencias y las enfermedades del pueblo
(Mateo 4,23). ¿Qué enseñanzas necesita el pueblo? ¿Qué le tenemos que enseñar?
¿Qué dolencias tiene? ¿Qué respuestas necesita? ¿Cómo lo podemos movilizar para
encontrarlas? ¿Cómo lo podemos acompañar? ¿Para qués es la Iglesia? ¿Qué le
pide el pueblo a la Iglesia? ¿Qué espera el pueblo de la Iglesia? ¿Cuales son
las inquietudes, los dolores, las preocupaciones y esperanzas del pueblo?
En cada
momento histórico hay que escuchar al pueblo, por ejemplo, ante las crisis de democracia en los
sistemas políticos actuales, las injusticias que origina el neoliberalismo
actual, la exclusión social y sus consecuencias, la xenofobia, la idolatría del
dinero, la respuesta a las diferentes pandemias (sida, ébola, covid), el
militarismo, el terrorismo, la privatización del mundo, los migrantes, los
refugiados, la pobreza y adulteración biológica del Planeta, la frustración de
la juventud.
¿Qué pasa con
la Iglesia? Sus
fallos internos, su clericalismo, la marginación secular de la mujer en su
seno, su distanciamiento del pueblo, su acumulación de riquezas, la apropiación
indebida de los bienes del pueblo (inmatriculaciones), su adherencia al poder
económico-político, su falta de democracia interna, su escaso compromiso
socio-político, abuso de la conciencia de las personas, la pederastia y sus
causas y la reparación de las víctimas, la adulteración del Mensaje del
Evangelio, reducido a leyes, dogmas y ritos, por qué la iglesia pasó de ser del
pueblo a ser del clero; por qué la Iglesia perdió la clase obrera, los
intelectuales y la juventud, y de seguir así, pronto perderá también a las
mujeres. Todas estas cuestiones han de ser objeto de debate comunitario,
que a su vez ha de proponer alternativas vinculantes para darles respuesta. El
mensaje de Jesús es la respuesta más válida que recibió la Humanidad hasta
nuestros días.
SÉPTIMA: La
Iglesia desde Trento se convirtió en una monarquía absoluta, concentrando todo el poder en una sola
persona que la Iglesia condensó en el CDC, y ahí se quedó estancada. La
historia nos demuestra que el poder absoluto corrompe absolutamente. El Papa
tiene que dejar se ser un monarca absoluto, una concepción que ya no tiene
cabida en el mundo actual. Por tanto la Iglesia tiene que
descentralizar el poder para poderlo al servicio de la Comunidad, que en
cada tiempo y lugar tiene necesidades concretas a las que tiene que responder
adecuadamente. Sin llegar al anarquismo tiene que compartir el poder con las
demás instituciones que la Comunidad necesite: su poder no puede residir solo
en varones, célibes y ordenados. Por tanto, es necesario que haya:
Consejos Pastorales (con este u otro nombre) Mundiales, Continentales, Nacionales,
Diocesanos y Parroquiales, indistintamente de hombres y mujeres.
El Consejo
Pastoral Mundial debe estar facultado para tomar acuerdos legislativos y
decisorios vinculantes en el ámbito mundial.
-Los Consejos
Pastorales Continentales deben
estar facultados para tomar acuerdos legislativos y decisorios vinculantes en
el ámbito continental que les corresponde.
-Los
Consejos Pastorales Nacionales (hoy CEs) deben tener atribuciones
suficientes para tomar acuerdos con carácter legislativo y decisorio en el
ámbito de la nación correspondiente.
-Los
Consejos Pastorales Diocesanos han de tener atribuciones suficientes
para tomar acuerdos legislativos y decisorios vinculantes en el ámbito de la
Diócesis que les corresponde.
-Los
Consejos Pastorales Parroquiales deben estar facultados para tomar
acuerdos decisorios y vinculantes en el ámbito de la Comunidad o Parroquia que
representan.
Nótese que se
trata de Consejos Pastorales, y por tanto integrados por clérigos y laicos,
hombres y mujeres, indistintamente. No se trata, pues, de Consejos Pastorales
formados solo por ministerios ordenados.
Como
consecuencia lógica el Papa ha de ser elegido por el Consejo Pastoral
Mundial, mediante la articulación de un sistema que haga ágil y plenamente
representativa la designación de la persona que ha de ocupar esa Misión en toda
la Iglesia. El Colegio Cardenalicio, como elector del Papa, ya no tiene razón
de ser.
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