Entrevista | María Martínez López
Adrien
Candiard: «La religión no debería constar en el carnet»
Cuando en Oriente Medio «un Gobierno fuerte se
presenta como protector de los cristianos» los pone en el punto de mira, alerta
Adrien Candiard, experto en el islam. Publica su primer libro en España
Últimamente se han producido varias
noticias interesantes sobre la libertad religiosa de los cristianos en Egipto,
como la inclusión en el nuevo programa de desarrollo intensivo de que cada
nuevo distrito que se construye cuente con una iglesia. ¿Es realista?
La posibilidad de construir nuevas iglesias
legalmente es algo nuevo e importante, porque antes era posible pero su
situación legal era muy frágil. Hay regiones donde es más que realista, porque
hay más cristianos. La idea está pensada sobre todo para los barrios de nueva
construcción en El Cairo. Y allí hay cristianos. En otras no, y no llegará a
realizarse.
Está claro que el presidente, Al Sisi, quiere dar a
los cristianos elementos positivos de apoyo concreto. El Gobierno quiere hacer
realidad un viejo eslogan de la primera revolución egipcia (1919), que decía
que «musulmanes y cristianos somos dedos de la misma mano», y presentarse como
el Gobierno de cristianos y musulmanes.
Además, por primera vez se ha nombrado
un presidente cristiano para la Corte Constitucional.
Los coptos en Egipto son más o menos el 10 % de la
población, una minoría importante. Entre ellos hay una clase educada, pero
hasta ahora existía un techo de cristal para ellos en el ámbito de la política,
el Ejército y los asuntos públicos. Por eso los cristianos se dedican a los
negocios, como los judíos en Europa en el siglo XIX. De hecho, el hombre más
rico de Egipto es cristiano. Este nombramiento es una buena señal para todos de
que existe esta posibilidad de progresar… para uno. Puede ser solo una señal de
comunicación pública por parte del presidente, o el inicio de un cambio. Y, por
supuesto, la situación será realmente satisfactoria el día en que la religión
de un alto funcionario no sea relevante, y un cristiano pueda ser nombrado para
ese puesto sin que nadie le pregunte siquiera si es cristiano.
¿Son bien acogidas socialmente estas
noticias?
El debate público es limitado, y la oposición a las
decisiones presidenciales se expresa en Egipto solo con cautela. Pero es cierto
que las señales de benevolencia hacia los cristianos pueden crear irritación en
ciertos sectores de la sociedad. Esta es la ambigüedad de esta estrategia,
frecuente en Oriente Medio, donde un Gobierno fuerte se presenta como protector
de los cristianos. Los convierte en el blanco de todas las iras contra el
gobierno, porque aparecen como privilegiados. Es una situación un tanto
perversa, que no siempre hace bien a los cristianos.
Si se acaba con la discriminación
aumenta el peligro. ¿No hay salida entonces?
Con una sociedad de ciudadanía. En primer lugar,
acabando con que la religión de uno conste en su carnet de identidad. El
derecho personal (matrimonio, divorcio, herencia), por ejemplo, depende de su
afiliación religiosa. Esto hace que la gente piense primero en sí misma como
miembro de una comunidad. Y es grande la tentación es grande de buscar el bien
de la propia comunidad antes que el de todo el país, o de sospechar que el
vecino piensa así. A largo plazo, lo que permitirá a los cristianos orientales
permanecer en sus hogares no es una protección específica, sino la posibilidad
de vivir en sociedades de ciudadanía, donde la religión de uno no cambia sus
derechos.
Pero, ¿no se sabrá por el nombre quién
es cristiano y quién musulmán?
No siempre. Hay nombres árabes con los que no se puede distinguir. Pero hoy en
día muchos cristianos ponen a sus hijos nombres ingleses. Se separan de la
sociedad porque no se sienten partícipes. Es un círculo vicioso.
Bio
Parisino nacido en 1982,
Adrien Candiard estudió Historia y Ciencias Políticas antes de ingresar, en
2006, en la Orden de Predicadores. Llegó hace diez años a Egipto. El Instituto
Dominicano de Estudios Orientales, al que pertenece, promueve la
investigación científica del islam junto con los musulmanes y cuenta con la
biblioteca más importante de Oriente Medio sobre el islam clásico.
En Egipto, la institución más
importante es Al Azhar, que tanto protagonismo ha tenido en el diálogo con el
cristianismo por la relación del gran imán Ahmed al Tayyeb con el Papa y su
implicación en el Documento sobre la fraternidad
humana. ¿Juegan algún papel en este proceso?
Al Azhar es más bien un conjunto de instituciones: el gran imán, la universidad
con 53 facultades en todo el país, una red de escuelas de Primaria y Secundaria
paralela y un poco mejor que la pública, la Casa de la Fatua, y un centro de
estudios islámicos. Son bastante autónomas. El presidente Nasser las
nacionalizó, por lo que para muchos musulmanes son una expresión del Estado
egipcio. Dependen mucho del Gobierno, aunque no para todo. Por ejemplo, el
presidente nombra al gran imán, pero no lo puede despedir. En las cuestiones
internas de Egipto la relación entre ellos no siempre es muy sencilla, aunque
en las relaciones exteriores están de acuerdo.
¿Cree que el diálogo de Ahmed Al Tayyeb
con el cristianismo queda minado por esta realidad?
En Europa he escuchado a gente quitarle
importancia, pero eso tampoco es verdad. Ahmed Al Tayyeb ha entregado el Documento sobre la fraternidad humana a todas las
instituciones de Al Azhar, y aunque a veces tiene dificultades con ellas en
esto lo han seguido. Por otro lado, en la Feria del Libro de El Cairo, en
enero, Al Azhar tuvo un stand importante, y ahí había una mesa entera llena de
libros con la imagen del imán y el Papa. No se puede decir que no sea
importante.
Eso sí, en el diálogo interreligioso institucional
siempre hay política, no podemos ser ingenuos. Es así desde el inicio del
diálogo islamocristiano. No significa que no tengamos que seguir adelante, pero
siendo conscientes de ello. Por esto, el Papa Francisco no habla solo con Ahmed
Al Tayyeb. Hace un año fue a Irak y se
reunió con Al Sistani. Ahmed Al Tayyeb es una personalidad del mundo
musulmán, y en su institución estudian muchos estudiantes particularmente de
Asía. Pero no es el Papa de los musulmanes,
y Francisco quiere hablar con todos.
Usted es investigador del Instituto
Dominico de Estudios Orientales. ¿Cómo contribuye esto al diálogo
interreligioso menos político?
El objetivo del instituto es estudiar el islam con
los musulmanes de forma académica y científica. Queremos ser interlocutores
creíbles. Cuando Ahmed Al Tayyeb fue nombrado gran imán, un periodista le
preguntó si era normal para un estudioso de ciencias islámicas haber estudiado
en Occidente. Él contestó que «el sabe se toma de donde está. Id a los
dominicos de la calle Al Tarabichi, que conocen el islam mejor que vosotros».
¡Eso fue un bonito cumplido!
Tenemos la biblioteca más importante de Oriente
Medio sobre el islam clásico, y hace 20 años la abrimos a la gente para que
pudiera venir a estudiar su propia religión. Esto ha generado respeto hacia
nosotros. Siempre es mejor hablar con gente más educada, más inteligente y más
conocedora de su propia tradición.
¿Cómo encaja esta labor con la vocación
misionera de la Iglesia?
El magisterio siempre ha rechazado la distinción entre misión y diálogo. La
evangelización no es cuestión de ir a vender a Jesucristo a la gente, no
es marketing. Se trata de ayudar a la gente a encontrar y
conocer a Jesucristo. Esto es difícil para los musulmanes porque tenemos una
herencia de 14 siglos de polémica y de guerra. Tenemos que empezar a hablarnos
y comprendernos. Para hacerles ver el rostro de Jesucristo, tenemos que
desarmarnos. No te puedes encontrar con Él si es la bandera de los enemigos. Lo
primero es escuchar a la gente, conocerla y leer sus fuentes. Si no, lo que
buscamos es controlar. La evangelización no es eso, sino anunciar a la gente
que es amada por Cristo. Y se empieza con el diálogo.
Una de sus especialidades es la
relación entre razón y revelación en el islam. Desde la Iglesia se solía decir
que el islam se basa solo en la revelación, sin reflexión racional. Fue el
núcleo de la polémica de Ratisbona. ¿Cuál es la realidad?
La teología islámica clásica existe. En el islam clásico, el de los 1.000
primeros años, la teología de la razón es un tema muy importante; y tiene una
tradición muy rica y honda, con muchas escuelas. Quizá la tragedia del islam de
hoy es que muchos musulmanes no saben esto. Muchos que quieren reformar el
islam hoy dicen que quieren alejarse de esta tradición, pero no saben que en
ella hay mucho que pueden aprovechar. Otro de los problemas es la importancia
que se da al derecho. Y el islam no es esto en absoluto. Es un período
histórico, no siempre ha sido así. No hay una esencia del islam, es un fenómeno
histórico con varios rostros; ha sido muchas cosas, y puede ser muchas otras. Y
tiene en su tradición recursos para afrontar los temas de hoy. Necesitamos el
islam medieval para ayudarnos a salir de este juridicismo absoluto.
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