La Iglesia Hoy | Luis Miguel Modino
Agenor
Brighenti: Con la Reforma de la Curia "no es lo más importante la
ortodoxia, sino la ortopraxis"
El 19 de marzo
se dieron a conocer los resultados de "una tarea encomendada a Francisco
en las congregaciones de su elección", según Agenor Brighenti. Esa misión
era la Reforma de la Curia. Para ello, "se constituyó una comisión para
pensarlo, y fue un proceso realmente largo, prácticamente 9 años, pero es
porque el Papa Francisco quería hacer un proceso de forma sinodal".
El teólogo
brasileño destaca que el Papa consultó no sólo a la Curia, sino también a las
conferencias episcopales, a los canonistas, a las facultades de teología,
"un proceso largo, pero que lleva a pasos importantes".
Destaca cinco elementos de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium.
El primero es
"el paso de lo administrativo a lo pastoral, poniendo la evangelización en el
centro de la naturaleza y organización de la Curia". Este pasaje fue hecho
por el Vaticano II, "pero en cuanto a los organismos de la Iglesia,
seguimos siendo muy administrativos", en todos los niveles de la Iglesia.
Por ello, el pastoralista subraya que "un punto importante aquí es poner
en el centro la pastoral, la evangelización". Esto afecta a los
funcionarios de la Curia, "tendrán que ser personas que además de
competentes, tienen que ser personas con experiencia pastoral, con procesos de
compromiso con la evangelización", dice el padre Brighenti.
El segundo
punto, que destaca, "es desvincular el poder de gobierno en la
Iglesia del clero".
Para el teólogo, "el poder de gobierno en la Constitución no proviene del
Sacramento del Orden, sino que el poder de gobierno en la Iglesia, se funda en
el Sacramento del Bautismo", idea presente en la exhortación Querida
Amazonía. En este sentido, Agenor Brighenti hace referencia a que "no es
necesario ser un clérigo para presidir el dicasterio, basta con ser un
cristiano, que evidentemente tiene el perfil, la competencia, el testimonio, la
experiencia".
Esto contrasta
con la eclesiología preconciliar, en la que "se decía expresamente que la
Iglesia se compone de dos tipos de cristianos, el clero y los laicos, siendo el
clero el polo activo, en el que reside todo el poder y toda la iniciativa, y
los laicos el polo pasivo, a los que corresponde obedecer mansamente al
clero", recuerda el teólogo. Aunque superado en el Vaticano II, "se
quedó a medias como una tarea pendiente, porque en muchos aspectos, el propio
Derecho Canónico, prácticamente reserva la potestad de gobierno a los ministros
ordenados, cuando en realidad ésta fluye desde el Bautismo, todos por
el Bautismo se convierten en sacerdotes, profetas y reyes”.
En tercer
lugar, afirma "que la Curia deja de ser un órgano intermediario entre el
Papa y los obispos, entre Roma y las diócesis, para ser un órgano de servicio a ambos, tanto al
Papa como a las Iglesias locales. La Curia deja de ser una instancia de
control, o de poder, para ser una instancia de servicio". Recordó que
"históricamente, la Curia ha aprendido a ser una instancia de control, de
poder, una instancia intermediaria entre el Papa y los obispos, las Iglesias
locales, incluso con poder sobre las Iglesias locales, a veces tomando
decisiones, casi con cierta autonomía respecto al Papa. Ahora la Curia
Romana está al servicio de las Iglesias locales y del Papa, no es un órgano
intermediario, es un órgano de servicio".
El cuarto
cambio "es la mayor autonomía de las iglesias locales y del obispo
diocesano", algo
presente en la Evangelii Gaudium, que habla de la "necesidad de una sana
descentralización del poder en la Iglesia, de la gestión, de la administración
del gobierno en la Iglesia". Con esta Constitución, "el ministerio
petrino queda reservado a cuestiones de doctrina, más vinculadas a la cuestión
de la ortodoxia, en cuestiones más centrales, pero en otras cuestiones, los
obispos y las diócesis locales tendrán mucha mayor autonomía, mucho mayor poder
de gobierno, porque tal y como va la Iglesia, casi el obispo diocesano era un
colaborador del Papa", afirmó el teólogo.
En el
Praedicate Evangelium, "el obispo diocesano forma parte del colegio y este
colegio se preocupa por las peticiones de las iglesias, pero su finalidad,
desde el principio de subsidiariedad, es apoyar a las iglesias locales, servir
a las iglesias locales. Para que haya corresponsabilidad, debe haber autonomía.
Con esta Constitución, las iglesias locales tendrán mucha más autonomía y
también el obispo diocesano", según Agenor Brighenti.
El quinto
cambio es en relación a las Conferencias Episcopales, "que también dejan
de ser cuerpos intermedios, tal y como fueron concebidos", en palabras del pastoralista. Ahora
"son órganos de subsidiariedad. No interfieren en el
ministerio petrino ni en las iglesias locales. Sirven tanto al ministerio
petrino como a las iglesias locales. Son organismos de servicio para
evangelizar".
"Las
conferencias episcopales tendrán también mucha más autonomía, para poder
realizar este servicio de subsidiariedad", recuerda Brighenti,
insistiendo en que "no es injerencia, es en el sentido de servicio, de
apoyo, de subsidiar". Ahora la Constitución "da una fuerza, da una
visibilidad, da un margen de aplicación de este principio de subsidiariedad en
el gobierno de la Iglesia", según él, que ve la necesidad de que "las
conferencias episcopales se replanteen sus estatutos, para ser mucho más
eclesiales que simplemente episcopales", en la línea de la sinodalidad.
Destaca otros
puntos en relación con la Curia: "el mandato de cinco años, porque trabajar
en la Curia no es una carrera, no es un premio, no es algo para toda la
vida, es un servicio temporal", que tiene que ser realizado por personas
comprometidas con el trabajo pastoral. El Dicasterio para la Evangelización,
"que es el primero, es central, unirá dos organismos que existían anteriormente
y estarán encabezados por el Papa". Según Agenor Brighenti, "la tarea
de evangelizar es la esencia de la Iglesia y ésta es la misión del ministerio
petrino, y ésta es la misión de todo obispo, la centralidad de la
evangelización, y esto la Curia Romana lo pone en primer lugar, un cambio
importante".
También
destaca la creación del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, central en
la fe cristiana, en línea con el desarrollo de los pueblos de Gaudium et Spes. La Constitución cita explícitamente,
recuerda el teólogo, "la opción preferencial por los pobres",
una categoría muy latinoamericana. Quiere superar el asistencialismo, mostrando
"preocupación por la emancipación, por la inclusión de los
marginados". El Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que ahora es una
Congregación, "no es lo más importante la ortodoxia, sino la ortopraxis,
la acción en la Iglesia".
También
destacó la cuestión de la "protección de los menores, que es una
preocupación que está ahora en el gobierno de la Iglesia". La cuestión de
fondo, según Agenor
Brighenti, "es el clericalismo, un clericalismo que lleva al abuso
económico, que lleva al abuso en la manipulación de las conciencias y que lleva
al abuso sexual". Finalmente cita la reducción de los dicasterios, de
los organismos de la Curia, "para dar más eficacia y eficiencia, más
agilidad, una organización mucho más en orden a la evangelización y menos a la
administración, lo que la hace más ligera y una institución para caminar con
ligereza y acompañar los retos de nuestro tiempo".
El teólogo
reflexiona sobre las dificultades y retos para que esto se convierta en algo
práctico, insistiendo en que "no puede ser una reforma simplemente
exterior, una reforma simplemente administrativa, una reforma jurídica".
Se necesita "una conversión de todos en la Iglesia, de este perfil de
institución, a este perfil de misión en la Iglesia, a este modo de ejercer
el oficio de gobierno", situando el cambio de mentalidad como una gran
dificultad.
En la Iglesia,
según Agenor Brighenti, "a veces lo institucional acaba superando al
carisma", predominando "los parámetros de eficacia, de negocio, de
resultados". Ante esto, afirma que "la conversión pastoral de la
Iglesia, que aparece en Santo Domingo, es fundamental", algo que debe
estar presente "a nivel de los ministerios, de la Iglesia ministerial,
que tiene como centro la preocupación por la evangelización, por la
misión, y que tiene como centro el servicio y no el poder, no la
centralización, sino precisamente contribuir a que el Reino de Dios esté más
presente en el mundo".
El Papa ha
dado pasos, "nombrando a personas con otro perfil, que tienen esta
preocupación y este testimonio", algo que debería ir a más a partir de
junio, cuando entre en vigor esta Constitución. "Muchos de los cuadros
serán renovados", y será necesario "colocar en estos puestos a
personas que correspondan al espíritu de la reforma", para encarnar
"el espíritu de la reforma, que sea encarnado y vivido por quienes estarán
al frente de estos diversos servicios", insiste el padre Brighenti.
"Lo que
más dificulta este espíritu, esta conversión pastoral de la Iglesia, es
precisamente el modelo de la Iglesia anterior, clericalista, piramidal, y que
hace del clero el polo activo, con todo el poder y toda la iniciativa",
dice el pastoralista. "A pesar de la renovación del Vaticano II, en los
últimos tiempos se ha acentuado este perfil de Iglesia clerical",
reitera. Cita la resistencia del clero en relación con el proceso del Sínodo,
algo que aparece en la carta que la Secretaría del Sínodo de los Obispos envió
recientemente a los sacerdotes.
Para Agenor
Brighenti, "en los sacerdotes hay también una gran dificultad para
ponerse en actitud de miembros del Pueblo de Dios, para suscitar la
participación y el consenso de todos", al estar dominados por el
clericalismo, incluidos los laicos. Según él, "tenemos muchos organismos
eclesiales, especialmente ciertas asociaciones y movimientos que son
extremadamente piramidales, tradicionales, que se guían por la eclesiología
preconciliar, que tienen reservas sobre el Concilio Vaticano II, tienen miedo
de una Iglesia pueblo".
El teólogo
insiste en que "el clericalismo es lo que más impide asumir este nuevo
espíritu, esta nueva mentalidad, esta centralidad de la evangelización, el
Pueblo de Dios como sujeto en la Iglesia y no la jerarquía". No podemos
olvidar que "la jerarquía es servicio, no es el sujeto, los sujetos en
la Iglesia son todos los bautizados, como dice la Constitución",
poniendo el Bautismo como clave de lectura de la Constitución. "El punto
de partida de todo servicio está aquí, en una Iglesia ministerial, también el
ministerio de gobierno, de coordinación, de comunión está en el Bautismo",
insiste.
La otra clave
de lectura de toda la Constitución es "el enfoque en la evangelización,
en la misión, en el servicio", dice. Según él, "la contribución
que la Iglesia quiere hacer al mundo de hoy, en línea con la Gaudium et Spes,
es estar en diálogo con el mundo y a su servicio". En esta perspectiva,
subraya que "el clericalismo afecta también de manera muy fuerte a los
procesos formativos de hoy, tanto a las escuelas diaconales como a los
seminarios", insistiendo en un necesario y urgente cambio del perfil de
los seminarios, de la formación, que sigue favoreciendo una Iglesia piramidal,
alejada de la Iglesia del Vaticano II, y del espíritu de la reforma de la
Curia.
Se puede decir
que la Iglesia latinoamericana ha sido un banco de pruebas de la reforma, incluso
"con todas nuestras dificultades". En este sentido, la
Iglesia latinoamericana está viviendo procesos "cuyos resultados, se
quedan cortos en cuanto a su significado". En esta perspectiva sitúa
el Sínodo de la Amazonía, que "fue más grande que sus resultados, aunque
los resultados no fueron pequeños". Igualmente, la Asamblea Eclesial o los
procesos que se desarrollan en torno al Sínodo de la Sinodalidad, "su
significado va mucho más allá de sus resultados". Son experiencias que
"también ayudan mucho a la Curia Romana", insiste.
Aun
reconociendo que "en nuestras Iglesias locales hay mucho terreno que
recorrer", el teólogo subraya que "al menos es una Iglesia viva,
una Iglesia propositiva, una Iglesia que se arriesga, que se lanza a la
perspectiva del futuro". También reconoció que "es una minoría
más bien abrahámica la que está abriendo el camino, porque la Iglesia en su
conjunto, también en América Latina, está bastante estancada en estos procesos
sinodales, porque hemos retrocedido mucho en las últimas décadas en relación
con la renovación del Concilio y en relación con la tradición de la Iglesia
latinoamericana".
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