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    viernes, 8 de abril de 2022

    Con la Reforma de la Curia "no es lo más importante la ortodoxia, sino la ortopraxis"


    La Iglesia Hoy | Luis Miguel Modino

     


    Agenor Brighenti: Con la Reforma de la Curia "no es lo más importante la ortodoxia, sino la ortopraxis"

     

    El 19 de marzo se dieron a conocer los resultados de "una tarea encomendada a Francisco en las congregaciones de su elección", según Agenor Brighenti. Esa misión era la Reforma de la Curia. Para ello, "se constituyó una comisión para pensarlo, y fue un proceso realmente largo, prácticamente 9 años, pero es porque el Papa Francisco quería hacer un proceso de forma sinodal".

     

    El teólogo brasileño destaca que el Papa consultó no sólo a la Curia, sino también a las conferencias episcopales, a los canonistas, a las facultades de teología, "un proceso largo, pero que lleva a pasos importantes". Destaca cinco elementos de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium.

     

    El primero es "el paso de lo administrativo a lo pastoral, poniendo la evangelización en el centro de la naturaleza y organización de la Curia". Este pasaje fue hecho por el Vaticano II, "pero en cuanto a los organismos de la Iglesia, seguimos siendo muy administrativos", en todos los niveles de la Iglesia. Por ello, el pastoralista subraya que "un punto importante aquí es poner en el centro la pastoral, la evangelización". Esto afecta a los funcionarios de la Curia, "tendrán que ser personas que además de competentes, tienen que ser personas con experiencia pastoral, con procesos de compromiso con la evangelización", dice el padre Brighenti.

     

    El segundo punto, que destaca, "es desvincular el poder de gobierno en la Iglesia del clero". Para el teólogo, "el poder de gobierno en la Constitución no proviene del Sacramento del Orden, sino que el poder de gobierno en la Iglesia, se funda en el Sacramento del Bautismo", idea presente en la exhortación Querida Amazonía. En este sentido, Agenor Brighenti hace referencia a que "no es necesario ser un clérigo para presidir el dicasterio, basta con ser un cristiano, que evidentemente tiene el perfil, la competencia, el testimonio, la experiencia".

     

    Esto contrasta con la eclesiología preconciliar, en la que "se decía expresamente que la Iglesia se compone de dos tipos de cristianos, el clero y los laicos, siendo el clero el polo activo, en el que reside todo el poder y toda la iniciativa, y los laicos el polo pasivo, a los que corresponde obedecer mansamente al clero", recuerda el teólogo. Aunque superado en el Vaticano II, "se quedó a medias como una tarea pendiente, porque en muchos aspectos, el propio Derecho Canónico, prácticamente reserva la potestad de gobierno a los ministros ordenados, cuando en realidad ésta fluye desde el Bautismo, todos por el Bautismo se convierten en sacerdotes, profetas y reyes”.

     

    En tercer lugar, afirma "que la Curia deja de ser un órgano intermediario entre el Papa y los obispos, entre Roma y las diócesis, para ser un órgano de servicio a ambos, tanto al Papa como a las Iglesias locales. La Curia deja de ser una instancia de control, o de poder, para ser una instancia de servicio". Recordó que "históricamente, la Curia ha aprendido a ser una instancia de control, de poder, una instancia intermediaria entre el Papa y los obispos, las Iglesias locales, incluso con poder sobre las Iglesias locales, a veces tomando decisiones, casi con cierta autonomía respecto al Papa. Ahora la Curia Romana está al servicio de las Iglesias locales y del Papa, no es un órgano intermediario, es un órgano de servicio".

     

    El cuarto cambio "es la mayor autonomía de las iglesias locales y del obispo diocesano", algo presente en la Evangelii Gaudium, que habla de la "necesidad de una sana descentralización del poder en la Iglesia, de la gestión, de la administración del gobierno en la Iglesia". Con esta Constitución, "el ministerio petrino queda reservado a cuestiones de doctrina, más vinculadas a la cuestión de la ortodoxia, en cuestiones más centrales, pero en otras cuestiones, los obispos y las diócesis locales tendrán mucha mayor autonomía, mucho mayor poder de gobierno, porque tal y como va la Iglesia, casi el obispo diocesano era un colaborador del Papa", afirmó el teólogo.

     

    En el Praedicate Evangelium, "el obispo diocesano forma parte del colegio y este colegio se preocupa por las peticiones de las iglesias, pero su finalidad, desde el principio de subsidiariedad, es apoyar a las iglesias locales, servir a las iglesias locales. Para que haya corresponsabilidad, debe haber autonomía. Con esta Constitución, las iglesias locales tendrán mucha más autonomía y también el obispo diocesano", según Agenor Brighenti.

     

    El quinto cambio es en relación a las Conferencias Episcopales, "que también dejan de ser cuerpos intermedios, tal y como fueron concebidos", en palabras del pastoralista. Ahora "son órganos de subsidiariedad. No interfieren en el ministerio petrino ni en las iglesias locales. Sirven tanto al ministerio petrino como a las iglesias locales. Son organismos de servicio para evangelizar".

     

    "Las conferencias episcopales tendrán también mucha más autonomía, para poder realizar este servicio de subsidiariedad", recuerda Brighenti, insistiendo en que "no es injerencia, es en el sentido de servicio, de apoyo, de subsidiar". Ahora la Constitución "da una fuerza, da una visibilidad, da un margen de aplicación de este principio de subsidiariedad en el gobierno de la Iglesia", según él, que ve la necesidad de que "las conferencias episcopales se replanteen sus estatutos, para ser mucho más eclesiales que simplemente episcopales", en la línea de la sinodalidad.


    Destaca otros puntos en relación con la Curia: "el mandato de cinco años, porque trabajar en la Curia no es una carrera, no es un premio, no es algo para toda la vida, es un servicio temporal", que tiene que ser realizado por personas comprometidas con el trabajo pastoral. El Dicasterio para la Evangelización, "que es el primero, es central, unirá dos organismos que existían anteriormente y estarán encabezados por el Papa". Según Agenor Brighenti, "la tarea de evangelizar es la esencia de la Iglesia y ésta es la misión del ministerio petrino, y ésta es la misión de todo obispo, la centralidad de la evangelización, y esto la Curia Romana lo pone en primer lugar, un cambio importante".

     


    También destaca la creación del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, central en la fe cristiana, en línea con el desarrollo de los pueblos de Gaudium et Spes. La Constitución cita explícitamente, recuerda el teólogo, "la opción preferencial por los pobres", una categoría muy latinoamericana. Quiere superar el asistencialismo, mostrando "preocupación por la emancipación, por la inclusión de los marginados". El Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que ahora es una Congregación, "no es lo más importante la ortodoxia, sino la ortopraxis, la acción en la Iglesia".

     


    También destacó la cuestión de la "protección de los menores, que es una preocupación que está ahora en el gobierno de la Iglesia". La cuestión de fondo, según Agenor Brighenti, "es el clericalismo, un clericalismo que lleva al abuso económico, que lleva al abuso en la manipulación de las conciencias y que lleva al abuso sexual". Finalmente cita la reducción de los dicasterios, de los organismos de la Curia, "para dar más eficacia y eficiencia, más agilidad, una organización mucho más en orden a la evangelización y menos a la administración, lo que la hace más ligera y una institución para caminar con ligereza y acompañar los retos de nuestro tiempo".

     

    El teólogo reflexiona sobre las dificultades y retos para que esto se convierta en algo práctico, insistiendo en que "no puede ser una reforma simplemente exterior, una reforma simplemente administrativa, una reforma jurídica". Se necesita "una conversión de todos en la Iglesia, de este perfil de institución, a este perfil de misión en la Iglesia, a este modo de ejercer el oficio de gobierno", situando el cambio de mentalidad como una gran dificultad.

     

    En la Iglesia, según Agenor Brighenti, "a veces lo institucional acaba superando al carisma", predominando "los parámetros de eficacia, de negocio, de resultados". Ante esto, afirma que "la conversión pastoral de la Iglesia, que aparece en Santo Domingo, es fundamental", algo que debe estar presente "a nivel de los ministerios, de la Iglesia ministerial, que tiene como centro la preocupación por la evangelización, por la misión, y que tiene como centro el servicio y no el poder, no la centralización, sino precisamente contribuir a que el Reino de Dios esté más presente en el mundo".

     

    El Papa ha dado pasos, "nombrando a personas con otro perfil, que tienen esta preocupación y este testimonio", algo que debería ir a más a partir de junio, cuando entre en vigor esta Constitución. "Muchos de los cuadros serán renovados", y será necesario "colocar en estos puestos a personas que correspondan al espíritu de la reforma", para encarnar "el espíritu de la reforma, que sea encarnado y vivido por quienes estarán al frente de estos diversos servicios", insiste el padre Brighenti.

     

    "Lo que más dificulta este espíritu, esta conversión pastoral de la Iglesia, es precisamente el modelo de la Iglesia anterior, clericalista, piramidal, y que hace del clero el polo activo, con todo el poder y toda la iniciativa", dice el pastoralista. "A pesar de la renovación del Vaticano II, en los últimos tiempos se ha acentuado este perfil de Iglesia clerical", reitera. Cita la resistencia del clero en relación con el proceso del Sínodo, algo que aparece en la carta que la Secretaría del Sínodo de los Obispos envió recientemente a los sacerdotes.

     

    Para Agenor Brighenti, "en los sacerdotes hay también una gran dificultad para ponerse en actitud de miembros del Pueblo de Dios, para suscitar la participación y el consenso de todos", al estar dominados por el clericalismo, incluidos los laicos. Según él, "tenemos muchos organismos eclesiales, especialmente ciertas asociaciones y movimientos que son extremadamente piramidales, tradicionales, que se guían por la eclesiología preconciliar, que tienen reservas sobre el Concilio Vaticano II, tienen miedo de una Iglesia pueblo".

     

    El teólogo insiste en que "el clericalismo es lo que más impide asumir este nuevo espíritu, esta nueva mentalidad, esta centralidad de la evangelización, el Pueblo de Dios como sujeto en la Iglesia y no la jerarquía". No podemos olvidar que "la jerarquía es servicio, no es el sujeto, los sujetos en la Iglesia son todos los bautizados, como dice la Constitución", poniendo el Bautismo como clave de lectura de la Constitución. "El punto de partida de todo servicio está aquí, en una Iglesia ministerial, también el ministerio de gobierno, de coordinación, de comunión está en el Bautismo", insiste.

     

    La otra clave de lectura de toda la Constitución es "el enfoque en la evangelización, en la misión, en el servicio", dice. Según él, "la contribución que la Iglesia quiere hacer al mundo de hoy, en línea con la Gaudium et Spes, es estar en diálogo con el mundo y a su servicio". En esta perspectiva, subraya que "el clericalismo afecta también de manera muy fuerte a los procesos formativos de hoy, tanto a las escuelas diaconales como a los seminarios", insistiendo en un necesario y urgente cambio del perfil de los seminarios, de la formación, que sigue favoreciendo una Iglesia piramidal, alejada de la Iglesia del Vaticano II, y del espíritu de la reforma de la Curia.




    Se puede decir que la Iglesia latinoamericana ha sido un banco de pruebas de la reforma, incluso "con todas nuestras dificultades". En este sentido, la Iglesia latinoamericana está viviendo procesos "cuyos resultados, se quedan cortos en cuanto a su significado". En esta perspectiva sitúa el Sínodo de la Amazonía, que "fue más grande que sus resultados, aunque los resultados no fueron pequeños". Igualmente, la Asamblea Eclesial o los procesos que se desarrollan en torno al Sínodo de la Sinodalidad, "su significado va mucho más allá de sus resultados". Son experiencias que "también ayudan mucho a la Curia Romana", insiste.

     

    Aun reconociendo que "en nuestras Iglesias locales hay mucho terreno que recorrer", el teólogo subraya que "al menos es una Iglesia viva, una Iglesia propositiva, una Iglesia que se arriesga, que se lanza a la perspectiva del futuro". También reconoció que "es una minoría más bien abrahámica la que está abriendo el camino, porque la Iglesia en su conjunto, también en América Latina, está bastante estancada en estos procesos sinodales, porque hemos retrocedido mucho en las últimas décadas en relación con la renovación del Concilio y en relación con la tradición de la Iglesia latinoamericana".

     

    Religióndigital.org




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