Nuestra Fe | José Antonio Pagola
Pagola:
"Creyentes frágiles y de fe pequeña, solo el Espíritu de Jesús nos
convierte en Iglesia viva"
Juan ha
cuidado mucho la escena en que Jesús va a confiar a sus discípulos su misión.
Quiere dejar bien claro qué es lo esencial. Jesús está en el centro de la
comunidad, llenando a todos de su paz y alegría. Pero a los discípulos
les espera una misión. Jesús no los ha convocado solo para disfrutar de él,
sino para hacerlo presente en el mundo.
Jesús los
«envía». No les dice en concreto a quiénes han de ir, qué han de hacer o cómo
han de actuar: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Su tarea
es la misma de Jesús. No tienen otra: la que Jesús ha recibido del Padre. Tienen
que ser en el mundo lo que ha sido él.
Ya han visto a
quiénes se ha acercado, cómo ha tratado a los más desvalidos, cómo ha llevado
adelante su proyecto de humanizar la vida, cómo ha sembrado gestos de
liberación y de perdón. Las heridas de sus manos y su costado les recuerdan su
entrega total. Jesús los envía ahora para que «reproduzcan» su
presencia entre las gentes.
Pero sabe
que sus discípulos son frágiles. Más de una vez ha quedado sorprendido de
su «fe pequeña». Necesitan su propio Espíritu para cumplir su misión. Por eso
se dispone a hacer con ellos un gesto muy especial. No les impone sus manos ni
los bendice, como hacía con los enfermos y los pequeños: «Exhala su
aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».
El gesto de
Jesús tiene una fuerza que no siempre sabemos captar. Según la tradición bíblica, Dios
modeló a Adán con «barro»; luego sopló sobre él su «aliento de vida»; y aquel
barro se convirtió en un «viviente». Eso es el ser humano: un poco de barro
alentado por el Espíritu de Dios. Y eso será siempre la Iglesia: barro alentado
por el Espíritu de Jesús.
Creyentes
frágiles y de fe pequeña: cristianos de barro, teólogos de barro, sacerdotes y
obispos de barro, comunidades de barro… Solo el Espíritu de Jesús nos
convierte en Iglesia viva. Las zonas donde su Espíritu no es acogido quedan
«muertas». Nos hacen daño a todos, pues nos impiden actualizar su presencia
viva entre nosotros. Muchos no pueden captar en nosotros la paz, la alegría y
la vida renovada por Cristo. No hemos de bautizar solo con agua, sino
infundir el Espíritu de Jesús. No solo hemos de hablar de amor, sino amar a las
personas como él.
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