Espiritualidad | Pedro Barrado/VN
¿Dónde tuvieron lugar las apariciones del Resucitado?
Como
estamos en Tiempo Pascual, puede ser oportuna alguna consideración sobre las apariciones
del Resucitado.
En
primer lugar, llama la atención lo que en principio parece una contradicción.
Así, en el evangelio de Marcos se anuncia que el Resucitado se encontrará con
sus discípulos en Galilea: “Id a decir a sus discípulos y a Pedro: ‘Él va
por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo’” (Mc 16,7),
como les dice a las mujeres –María Magdalena, María de Santiago y Salomé– un
joven vestido de blanco –indicando con ello su relación con el ámbito divino–
en el sepulcro vacío de Jesús (por tanto, en Jerusalén).
En
Mateo se narra de hecho ese encuentro anunciado: “Los once discípulos se
fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos
se postraron, pero algunos dudaron…” (Mt 28,16-17). Pero antes de esto Mateo ha
contado la aparición a las mujeres –María Magdalena y otra María– en Jerusalén:
“De pronto, Jesús le salió al encuentro y les dijo: ‘Alegraos’. Ellas se
acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: ‘No
temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán’” (28,9-10).
¿Jerusalén
o Galilea?
Si
acudimos al evangelio de Lucas, lo que vemos es, en primer lugar, la aparición
en el sepulcro a las mujeres –María Magdalena, Juana y María la de Santiago– de
dos hombres con vestidos refulgentes –de nuevo un signo de su pertenencia al
mundo divino–. Y, a continuación, se narran dos apariciones del Resucitado: una
a dos discípulos que caminan hacia Emaús, y, después, otra a los
apóstoles. En todo caso, estas apariciones tienen lugar en Jerusalén o sus
alrededores, no en Galilea.
En
el evangelio de Juan se narra una aparición a María Magdalena junto al sepulcro
(Jn 20,11-18) y otras dos a los discípulos, que se encuentran encerrados en el
Cenáculo (20,19-29: la primera de ellas sin Tomás; la segunda, con él). Las
tres tienen lugar, pues, en Jerusalén. Después, en el capítulo 21, se narra
otra aparición a los discípulos en el lago de Tiberíades. Es decir,
apariciones tanto en Jerusalén como en Galilea.
Dicen
los expertos que lo que tenemos en los evangelios es la presencia de dos
tradiciones distintas que situaban las apariciones del Resucitado, bien en
Jerusalén, bien en Galilea. ¿Debemos sorprendernos de ello? Quizá no, si
pensamos que, con la resurrección, estamos ante una realidad que, por
definición, desborda el tiempo y el espacio. Por tanto, no sería
descabellado pensar que distintas comunidades cristianas podrían haber tenido
la experiencia de un encuentro con el Resucitado en distintos lugares más o
menos simultáneamente.
Publicado
por Vida Nueva
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