Reflexión | José MarÃa Sánchez Galera/A&O
La debilidad redentora
Algunas corrientes de pensamiento han insistido en que el ser humano es capaz de todo, es fuerte, autónomo e incluso puede alterar, para bien o para mal, el clima. Sin embargo, la historia y la vida cotidiana nos revelan una perspectiva diferente. TodavÃa convivimos con una extraña epidemia cuyo origen sigue sin esclarecerse. Cuando Cristo hablaba de los niños o del samaritano que atiende a un hombre que ha sufrido una paliza, no pretendÃa mostrar, precisamente, un modelo humano similar a los titanes griegos. Tullidos, ciegos, menesterosos, viudas, toscos pescadores de un mar interior. Son protagonistas del Evangelio. Algo que siglos más tarde sublevarÃa a Friedrich Nietzsche, promotor o profeta del superhombre.
Al
contemplar al hombre como un ser frágil, vulnerable, sujeto a padecimiento y
dolor, se puede construir una civilización compasiva. Cuando se evita observar
las llagas humanas, se puede caer en lo que Francisco denomina «la cultura del
descarte». Este es, en parte, el punto de partida del grupo de investigación
académica Vulnerabilitas: la persona y la protección de los débiles, de la
Universidad CEU San Pablo. Bajo la dirección de Alejandro RodrÃguez de la Peña
y Juan Ignacio Grande Aranda, esta iniciativa analiza la debilidad y
discapacidad de hombres y mujeres de toda época y condición. Colaboran en esta
área historiadores y juristas, expertos en inteligencia artificial y en
bioética. Y, fruto de sus estudios, han celebrado los dÃas 25 y 26 de este mes
de abril su I Congreso sobre Vulnerabilidad.
Han
participado coordinadores de voluntariado, como Jesús Robledo, personas que se
dedican a la atención de enfermos terminales, además del presidente de Cáritas,
Manuel Bretón. También se ha disertado sobre hechos históricos, como la
eugenesia en Estados Unidos o la violencia que podÃan padecer los niños en la
Antigüedad. Profesores de universidad han expuesto cómo el cristianismo ha
transformado la percepción social de la mujer, los niños, los impedidos, los
huérfanos, los ancianos. Cómo el modelo cristiano de civilización compasiva
fundamenta la dignidad de todas las personas. Porque, citando a Saulo de Tarso,
Dios no hace acepción de personas: iguales son a sus ojos la mujer y el hombre,
el rico y el pobre, el sano y el moribundo.
Publicado
por Alfa & Omega
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