Diálogo Interreligioso| Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Manifiesto de las
religiones en Córdoba: «Necesitamos un nuevo orden internacional con leyes
justas»
Concluye
en la ciudad andaluza el foro Del diálogo islamocristiano a
la familia abrahámica, con representantes de las tres religiones
monoteístas
«El drama y la fe de Abraham nos hacen ser conscientes de la vida como
el bien más preciado, pero también de la fragilidad de la vida humana. Muchas
son sus debilidades y desafíos, como el hambre y la enfermedad, pero la guerra
es sin duda su lacra mayor y humanamente evitable», afirma el Manifiesto con el
que ha concluido este martes en Córdoba el foro Del
diálogo islamocristiano a la familia abrahámica.
Durante dos días, la Casa Árabe de la ciudad andaluza ha reunido a
diferentes personalidades religiosas, políticas e intelectuales de varios
países, en un evento organizado por la Fundación
FICRT en colaboración con el Instituto Universitario de
Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense y la Cátedra Unesco de
Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba.
El Manifiesto final fue leído en árabe, inglés y español por Nedal
Alteneiji, de la Casa Zayed de cultura islámica de Emiratos Árabes Unidos; el
sacerdote Rafael Vázquez, director del Secretariado de la Subcomisión episcopal
para las Relaciones Interconfesionales de la CEE; y Susana Brauner, profesora
de la Universidad Nacional de Tres de Febrero de Argentina, durante un acto de
clausura presidido por Jumaa Alkaabi, presidente de la Fundación FICRT.
En el texto, los organizadores llaman «a la responsabilidad personal y
colectiva a favor de la vida, la paz y la justicia», y a un renovado compromiso
«con la dignidad de toda persona humana y con el cumplimiento efectivo de los
derechos humanos».
Para ello, reclaman «un nuevo orden internacional con leyes justas y
acatadas por todas las naciones». En este sentido, las religiones, «por su vocación de universalidad»
trabajan «en pro de la fraternidad y por ello deben dirigirse a cada uno de sus
fieles y, en general, a todos los hombres y mujeres, con un mensaje radical e
inequívoco de respeto a la vida y a la paz, basándose en la dignidad de todos
los seres humanos y en la justicia social que la garantice». Por último, el
Manifiesto apela «a una conciencia ética general que propicie el diálogo entre
personas, pueblos, creencias y culturas».
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