Nuestra Fe | Agenzia Fides
“Nunca me he arrepentido de convertirme al cristianismo”
“No
es fácil ser cristiano en Níger hoy en día, y más aún después del yihadismo
alimentado por movimientos como Al Qaeda o Boko Haram, presentes en el país”,
escribe a la Agencia Fides el P. Rafael Casamayor, sacerdote de la Sociedad para
las Misiones Africanas (SMA), desde la misión de Dosso. El sacerdote comparte
el testimonio de un cristiano que procedía del Islam y que ahora forma parte de
la comunidad católica de Dosso: “No tardé en encontrar a Pierre, es un hombre
discreto, de pocas palabras y de intensa vida interior. Es un tesoro en nuestra
misión porque nos lleva directamente al corazón de nuestra fe, el amor a Dios y
al prójimo”.
“Soy
de Filengué, djerma o songhay, como se prefiera - interviene Pierre - y desde
pequeño he recibido una educación musulmana. Después de la escuela iba a la
madrasa coránica donde estudiaba los principios islámicos con niños y
adolescentes de mi edad. Ya al final de la adolescencia empecé a trabajar como
soldador en un taller donde un día encontré unos libros que habían dejado en
las mesas. Cogí uno y me lo llevé a casa. Empecé a leerlo y no me he separado
de él desde entonces, era el Nuevo Testamento”, señala el hombre. “Me encantó
leer ese libro, hubo historias que me llegaron al corazón. Me gustaba hablar de
ello con algunos compañeros de trabajo, ninguno de ellos era cristiano, pero
sabían algunas cosas. Eran historias llenas de ternura y cercanía con los más
pobres, pero no sabía a qué correspondían en la vida real, no conocía a ningún
cristiano. Más tarde me enviaron a trabajar a Agadez y allí me uní a la
comunidad cristiana. Quería saber más sobre los Evangelios y la vida de los
cristianos”.
“Mi
estancia en Agadez fue una bendición por todo lo que aprendí y experimenté con
la comunidad cristiana tan diversa: había benineses, togoleses, burkineses,
franceses, nigerinos. Vi reflejado el espíritu que creí descubrir en los
Evangelios que leí en mi adolescencia en Filengué. Durante mis años en Agadez,
no sólo descubrí el mensaje de Jesús y una comunidad de referencia que me ayudó
a vivirlo, sino que también me abrió un camino espiritual que respondía a mis
sueños de adolescente que habían alimentado mi lectura de los Evangelios”.
El
misionero laico concluye su testimonio afirmando con certeza que nunca se ha
arrepentido de haberse convertido a la fe cristiana, “ni siquiera un solo día.
Lo que me cuesta aceptar es que mis hijos sigan siendo musulmanes, aunque nunca
les obligué a seguir mis pasos”.
Publicado
por Agenzia Fides
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