Solidaridad | Cristina Sánchez Aguilar
«Para los talibanes las
mujeres solo podemos ser sirvientas sexuales»
251
días sin ir a la escuela, rostro tapado y un Ministerio del Vicio y la Virtud
para que todo esto se cumpla: así viven las mujeres en Afganistán
Este jueves, 26 de mayo, se cumplen 251 días desde que los talibanes
prohibieron a las niñas acudir a la escuela secundaria. «Continúan reforzando
su control sobre las mujeres y las menores en Afganistán, negándoles sus derechos
humanos básicos». Yalda Hakim, presentadora de la BBC y presidenta de una
fundación que provee de educación a las afganas fuera de las fronteras de su
país, recuerda en un tuit cada día que pasa desde que los talibanes volvieron
al poder y anularon una década de pequeños avances en Afganistán. Desde que
asumieron el control, el 15 de agosto de 2021, han prorrogado por tiempo
indefinido la prohibición de que las estudiantes asistan a clase con la excusa
de que deben «decidir qué uniformes son los más apropiados para ellas», hecho
que, como asegura la resolución del Parlamento Europeo del 7 de abril de 2022
sobre la situación en Afganistán, «expulsa
de la educación a más de un millón de jóvenes y constituye una violación del
derecho fundamental a la educación de todos los niños».
Asma tiene 14 años y vive en Kabul. «Quiero aprenderlo todo, desde las
asignaturas más fáciles hasta las más difíciles. Quiero ser astronauta,
ingeniera, arquitecta… Este es mi sueño. La educación no es un delito. Si los
talibanes anuncian que recibir una educación es un delito, cometeremos este
delito. No vamos a rendirnos», aseguró a Amnistía Internacional (AI). A Efat, de 22 años, y
a Naveed, su hermano de 16, dos talibanes los dejaron inconscientes de una
paliza. Los atacaron cuando iban a una clase de inglés, que los extremistas
llamaron «el idioma de los infieles».
La situación del profesorado no es mejor. Pashtana, profesora de
secundaria, señaló durante una entrevista con AI que había recibido amenazas de
muerte de los talibanes y que el juzgado local la había procesado porque había
enseñado deportes mixtos, motivo por el que recibió una carta que decía: «Si
los talibanes te atrapan, te cortarán las orejas y esto será una lección para
otras personas de tu provincia». Pashtana vive ahora escondida; incluso su
familia cree que está fuera del país.
«Según los talibanes, las niñas no deben ir a las escuelas porque no lo
necesitan; porque van a casarse con alguien en el futuro y será su esposo el
que tenga la responsabilidad», explica Fátima Kamandi Naseer, refugiada afgana,
licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad Internacional en la
India y premiada por la defensa de la mujer en Afganistán. Naseer, que
participó recientemente en unas jornadas organizadas por la Pastoral Universitaria de la diócesis
de Vitoria, asegura en conversación con Alfa y Omega que «según ellos, las mujeres no
somos capaces de entender nada; solo podemos ser usadas como sirvientas
sexuales». De hecho, desde la aplicación de la prohibición escolar a las
jóvenes, se ha producido un aumento del 50 % de los matrimonios infantiles en
el país. La mayoría de las afganas, recalca, «han sufrido y sufren mucho,
especialmente las que viven en provincias lejanas y no tienen acceso a ningún
servicio público o privado». Ellas no saben «cuáles son sus derechos; solo las
han enseñado a cuidar niños y hacer los trabajos de la casa».
Antes, recuerda, «las mujeres tenían derechos; pero con el paso del
tiempo los hemos ido perdiendo», y pone el ejemplo de qué pasará con las
familias en las que no haya hombres. «¿Cuando las mujeres no tengan permiso de
trabajo, qué ocurrirá?», cuestiona. «Pues que va a morir de hambre toda la
familia». Ya está sucediendo, en realidad. Según la resolución de abril del
Parlamento Europeo, «casi el 100 % de los hogares afganos encabezados por
mujeres padecen inseguridad alimentaria».
Otra de las tareas que realizaron los talibanes tras su vuelta al poder
fue cerrar el Ministerio de Asuntos de la Mujer y volver a crear el Ministerio
del Vicio y la Virtud, cuyos funcionarios se podían ver en un vídeo hace unos
días en el transporte público vigilando que se cumpla su última ley contra las
mujeres, que las obliga desde el pasado 7 de mayo a cubrirse el rostro en
público, bajo la premisa de que «la verdadera causa de la corrupción moral es
la cara». Hasta las presentadoras de televisión deben ocultar su cara, hecho
que ha provocado protestas en diversos canales, como es el caso de TOLONews,
cuyos periodistas masculinos se cubrieron también la cara en señal de
solidaridad con sus compañeras.
Ante las recientes declaraciones del ministro del Interior afgano,
Sirajuddin Haqqani, quien afirmó que «no hay nadie aquí que se oponga a la
educación de las mujeres» y que «muy pronto escucharán muy buenas noticias
sobre este tema», Naseer incide en que «son todo mentiras, únicamente para que
la comunidad internacional continúe con sus ayudas económicas». Y se pregunta
dónde van estas ayudas. Mientras, «la pobreza y la inestabilidad aumentan en mi
país; cada día hay más violencia que el anterior, la falta de seguridad
preocupa mucho a los ciudadanos», constata Naseer, desde España. «Pero el mundo
está ocupado por otros asuntos, como Ucrania o la pandemia».
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