Para Vivir Mejor | José Moreno Losada/VN
Pascua: “Escuchar y caminar juntos”
“Que
todos los pueblos te den gracias. Que canten de alegría las naciones, porque
gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra”
(Salmo 66, 5-6)
La
iglesia del resucitado fallaría gravemente si se hace frontera en lugar de
encuentro. No está llamada a encerrarse y buscarse a sí misma; si
hace eso se pierde, su horizonte no está en el éxito ni en la fuerza de un
poder de este mundo, sino mucho más allá.
El
espíritu del resucitado
Nuestro
horizonte eclesial es el de la universalidad, ligados a la realidad fundante en
Cristo Alfa y Omega, amamos el mundo y a toda la humanidad y caminamos por los
caminos de la historia con el deseo de encuentros humanos que generen espacios
de comunidad para la eternidad. No hemos de caminar por las cargas y los
préstamos de un Dios lejano, sino por el pan compartido y por la sangre
derramada que ha obtenido la victoria y nos ha adentrado en la alianza
nueva y eterna. Esta es la palabra que hemos de guardar y vivir, la que da vida
y genera amor, no somos hijos de mandamientos y miedos, sino de la entrega
generosa.
Ahora
tenemos el espíritu del resucitado, su alegría y su ánimo y no podemos ser
razón de tristeza y desesperanza en medio de la historia. Hemos de saber
alegrarnos del momento que nos toca vivir y de la esperanza que nos
ilumina. El camino para una realidad nueva, para ascender a lo profundo de
la vida y a la alegría de lo sano y lo bueno vendrá por pasos de verdad y
sencillez en el vivir y en el ser. Necesitamos avanzar en el seguimiento de
Cristo que nos abre a la fraternidad verdadera con toda la realidad:
Recuperar el
verdadero sentido de origen en nuestro ser criaturas con principio y
fundamento, a nuestro verdadero ser descubierto en un yo, liberado del ego, que
posibilita el reconocimiento de que he crecido en un nosotros al que no debo
renunciar nunca, sino alimentar y cuidar como lugar de verdadera identidad. Soy
de los otros y con los otros.
El reto de la sociedad hoy pasa por la conversión a lo comunitario, nuestra sociedad está enferma de progreso y tecnología en clave de éxito competitivo sin conexión con lo humano y lo fraternal. Volver a reconstruir los lazos de lo humano en toda la realidad económica, social y política es cuestión de urgencia. Los cristianos, tocados por la sangre de Cristo, estamos llamados a ser testigos de alianzas realizadas de la esperanza de una alianza sellada con eternidad por la entrega del hombre Jesús en la cruz, que se adentra en el corazón del Padre inaugurando una humanidad nueva.
Creemos
que lo humano se realiza en lo comunitario. Necesitamos una Europa humanista y
comunitaria; un mundo de fraternidad frente a la violencia de la guerra.
Conversión
a la austeridad felicitante. Hay un modo de vivir en libertad, que pasa
por saber distinguir lo que es necesidad, deseo y capricho. La necesidad
cubierta de toda la humanidad será factor de humanismo pacífico y equitativo,
pero eso sólo será posible por la vida de la entrega de caprichos que generan
injusticia y desigualdad. Hoy la humanidad necesita la liberación del capricho
para conquistar la alegría de la fraternidad. Este camino lo será de encuentro
con la naturaleza, de cuidado de la casa común que se hará habitable para todos
y nos mostrará su generosidad de un modo nuevo. La ecología integral es llamada
urgente a la conversión para lo humano y el gozo de lo divino. Necesitamos
escuchar y caminar juntos.
Recuperar
un sentido nuevo del tiempo. Saber reconocer que la vida es la existencia
colmada, llena de sentir, de emoción, de gozo y de luz. El tiempo es lugar para
la vida, pero queda agotado y sometido cuando la rapidación impide lo profundo,
lo verdadero, lo auténtico. Un mundo de mercado, económico, social de prisas
arrolladoras son la actualización del faraón y de la esclavitud. Dios quiere
bajar a liberarnos, a recuperar el verdadero valor del tiempo en la clave de una
historia que lo es de salvación y de vida. Humanizar el tiempo es el reto de
una revolución que hoy se hace necesaria. La cuaresma es una llamada a vivir el
tiempo de un modo nuevo, como “señores del sábado”.
Así
es el camino que nos puede liberar y arrancar de la oscuridad y la pesadez de
una vida y un ser agotado. Hay caminos para la libertad y la luz, podemos
ascender y transcender nuestra existencia en una esperanza fecunda y verdadera, tenemos
motivos para cantar con fuerza el aleluya de nuestra salvación. Hoy la tierra y
todos los pueblos necesitan de la gracia y la luz de la salvación, para poder
entonar un verdadero “Laudato si’”.
Publicado
por Vida Nueva
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