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Ser una única familia en la maravillosa casa común de la
creación
“Sacerdotes,
consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para
testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el
propósito para el que Dios nos ha creado”. Lo escribe el Papa Francisco en su
mensaje con motivo de la 59ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que
se celebra el 8 de mayo, IV Domingo de Pascua, sobre el tema "Llamados a
construir la familia humana".
“Llamados
a edificar la familia humana”. Así se titula el mensaje del Papa Francisco con
motivo de la 59ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebra
el 8 de mayo de 2022, IV Domingo de Pascua y que se hizo público hoy.
Observando este tiempo, el Santo Padre recuerda:
“Mientras
los vientos gélidos de la guerra y de la opresión aún siguen soplando, y
presenciamos a menudo fenómenos de polarización, como Iglesia hemos comenzado
un proceso sinodal”.
Con
estas palabras el Pontífice manifiesta: “Sentimos la urgencia de caminar juntos
cultivando las dimensiones de la escucha, de la participación y del compartir”.
Y afirma: “Junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad queremos
contribuir a edificar la familia humana, a curar sus heridas y a proyectarla
hacia un futuro mejor”. A la vez que ofrece su reflexión sobre el amplio
significado de la “vocación”, en el contexto de una Iglesia sinodal que se pone
a la escucha de Dios y del mundo.
Llamados
a ser todos protagonistas de la misión
De
la sinodalidad, Francisco escribe que “el caminar juntos es una vocación
fundamental para la Iglesia, y sólo en este horizonte es posible descubrir y
valorar las diversas vocaciones, los carismas y los ministerios”. “Sabemos –
afirma – que la Iglesia existe para evangelizar, saliendo de sí misma y
esparciendo la semilla del Evangelio en la historia”. Por lo tanto, dado que
“la misión es posible haciendo que cooperen todos los ámbitos pastorales,
involucrando a todos los discípulos del Señor”, el Papa añade:
“Es
necesario cuidarse de la mentalidad que separa a los sacerdotes de los laicos,
considerando protagonistas a los primeros y ejecutores a los segundos, y llevar
adelante la misión cristiana como único Pueblo de Dios, laicos y pastores
juntos. Toda la Iglesia es comunidad evangelizadora”.
Llamados
a ser custodios unos de otros, y de la creación
De
la palabra “vocación” Su Santidad explica que no debe “entenderse en sentido
restrictivo”, referida sólo a los que siguen al Señor en el camino de una
consagración particular, puesto que:
“Todos
estamos llamados a participar en la misión de Cristo de reunir a la humanidad
dispersa y reconciliarla con Dios. Más en general, toda persona humana, incluso
antes de vivir el encuentro con Cristo y de abrazar la fe cristiana, recibe con
el don de la vida una llamada fundamental”.
Además,
recuerda que “todos llamados a ser custodios unos de otros, a construir lazos
de concordia e intercambio, a curar las heridas de la creación para que su
belleza no sea destruida”.
“En
definitiva, a ser una única familia en la maravillosa casa común de la
creación, en la armónica variedad de sus elementos”.
Llamados
a acoger la mirada de Dios
El
Santo Padre indica que “a esa gran vocación común se añade la llamada más
particular que Dios nos dirige a cada uno, alcanzando nuestra existencia con su
Amor y orientándola a su meta última, a una plenitud que supera incluso el
umbral de la muerte”. Al respecto recuerda que a Miguel Ángel Buonarroti se le
atribuyen las palabras “todo bloque de piedra tiene en su interior una estatua
y la tarea del escultor es descubrirla”. De ahí su analogía: “Si la mirada del
artista puede ser así, cuánto más lo será la mirada de Dios, que en aquella
joven de Nazaret vio a la Madre de Dios; en el pescador Simón, hijo de Jonás,
vio a Pedro, la roca sobre la que edificaría su Iglesia; en el publicano Leví
reconoció al apóstol y evangelista Mateo; y en Saulo, duro perseguidor de los
cristianos, vio a Pablo, el apóstol de los gentiles”.
“Su
mirada de amor siempre nos alcanza, nos conmueve, nos libera y nos transforma,
haciéndonos personas nuevas”.
También
señala que, así como existe la “santidad de la puerta de al lado” (cf.
Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 6-9), “también la vocación es para
todos, porque Dios nos mira y nos llama a todos”.
“Así
nos mira Dios, en cada uno de nosotros ve potencialidades, que incluso nosotros
mismos desconocemos, y actúa incansablemente durante toda nuestra vida para que
podamos ponerlas al servicio del bien común”.
Llamados
a responder a la mirada de Dios
Por
otra parte, Francisco no olvida destacar que “la mirada amorosa y creativa de
Dios nos ha alcanzado de una manera totalmente única en Jesús”. Y tras recordar
el relato del joven rico, en el que el evangelista Marcos dice: “Jesús lo miró
con amor”, el Papa escribe que “esa mirada llena de amor de Jesús se posa sobre
cada una y cada uno de nosotros”. Por esta razón sugiere:
“Hermanos
y hermanas, dejémonos interpelar por esa mirada y dejémonos llevar por Él más
allá de nosotros mismos. Y aprendamos también a mirarnos unos a otros para que
las personas con las que vivimos y que encontramos – cualesquiera que sean –
puedan sentirse acogidas y descubrir que hay Alguien que las mira con amor y
las invita a desarrollar todas sus potencialidades”.
Experiencia
del doctor Gregorio Hernández Cisneros
Asimismo,
el Santo Padre menciona la experiencia del doctor Gregorio Hernández Cisneros,
quien “mientras trabajaba como médico en Caracas, Venezuela, quiso ser
terciario franciscano” y posteriormente monje y sacerdote, aunque la salud no
se lo permitió por lo que “se dedicó sin reservas a los enfermos afectados por
la epidemia de gripe llamada ‘española’, que en esa época se propagaba por el
mundo. Se trata – afirma Francisco – de un “testigo ejemplar de lo que significa
acoger la llamada del Señor y adherirse a ella en plenitud”, que fue
beatificado hace un año.
Convocados
para edificar un mundo fraterno
Por
último, el Papa añade que como cristianos, no sólo somos “interpelados
personalmente por una vocación, sino también con-vocados”. “Somos como las
teselas de un mosaico, lindas incluso si se las toma una por una, pero que sólo
juntas componen una imagen”.
“Brillamos,
cada uno y cada una, como una estrella en el corazón de Dios y en el firmamento
del universo, pero estamos llamados a formar constelaciones que orienten y
aclaren el camino de la humanidad, comenzando por el ambiente en el que
vivimos”.
He
aquí escribe el Pontífice “el misterio de la Iglesia que, en la coexistencia
armónica de las diferencias, es signo e instrumento de aquello a lo que está
llamada toda la humanidad”.
“Por
eso la Iglesia debe ser cada vez más sinodal, es decir, capaz de caminar unida
en la armonía de las diversidades, en la que todos tienen algo que aportar y
pueden participar activamente”.
“Toda
vocación en la Iglesia – concluye el Papa – y en sentido amplio también en la
sociedad, contribuye a un objetivo común: hacer que la armonía de los numerosos
y diferentes dones que sólo el Espíritu Santo sabe realizar resuene entre los
hombres y mujeres”.
“Sacerdotes,
consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para
testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el
propósito para el que Dios nos ha creado”.
Por
todo esto el Santo Padre invita a rezar “para que el Pueblo de Dios, en medio
de las dramáticas vicisitudes de la historia, responda cada vez más a esta
llamada. Invoquemos la luz del Espíritu Santo para que cada una y cada uno de
nosotros pueda encontrar su propio lugar y dar lo mejor de sí mismo en este
gran designio divino”.
Publicado
por Vatican News
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