Jueves de Cine | Juan Orellana
El rey ciervo. Una
historia épica de adopción y sacrificio
En un pasado fantástico en Japón, un imperio poderoso invade un reino
feliz. Van es un temible guerrero convertido en esclavo, que es encerrado en
las mazmorras de una mina por defender a otro esclavo de un brutal guardián.
Mientras está encerrado, una letal epidemia llamada mittsual y que transmiten
los lobos se adueña de la mina. Cuando desde sus rejas ve a un lobo que ha
capturado a una pequeña niña, Yuna, consigue milagrosamente salvarla, y a partir
de ese momento ya no podrá separase de ella. Van y Yuna tendrán que recorrer
todo el reino, huyendo de los soldados del emperador que desean capturarle.
El director de animación japonés Masayuki Miyaji debuta con este
largometraje producido por los estudios Ghibli,
en los cuales se ha formado y trabajado desde hace años, por ejemplo, en
proyectos como Your name. El guion es de Taku
Kishimoto, a partir de una novela fantástica de Nahoko Uehashi.
Aunque la película no está a la altura de las obras del maestro Hayao Miyazaki,
se nota la influencia de su cine y de los grandes temas que caracterizan su
filmografía. La película tiene varias capas de las que la más importante es la
historia de amor paternofilial y familiar. Van perdió a su familia en la
guerra, y ahora se vuelca en la simpática y luminosa Yuna, que, como dice él,
«ha salvado su alma». La niña se vincula rápidamente a él y él ya solo vive por
ella. Es ese amor el que va jugar un papel decisivo en el desarrollo de la
guerra, mostrando que es más fuerte que el odio.
También existe una trama sobre la vocación, la tensión entre destino y
libertad, y la respuesta correcta y responsable que dar a un don recibido. El
personaje de Van se ve sometido a fuertes tentaciones, en las que sabrá
discernir gracias a su amor por la niña y al recuerdo de su propia familia.
No puede faltar la reflexión sobre la naturaleza y su destrucción. En
este caso, con muchos ecos COVID, es una epidemia mortal la que se extiende,
detrás de la cual se esconden intereses políticos y belicistas. El antídoto no
va a salir de la alquimia de los médicos, sino de la propia naturaleza. En ese
sentido es muy interesante la figura del médico Hossaru, un científico que no
cree en embrujos, y que busca incansablemente la verdad para salvar a los
afectados del mittsual. La figura de los ciervos, frente a los lobos, encarna
la bondad y la potencia de la naturaleza, y simbólicamente Van cabalgará su
ciervo frente a las jaurías de lobos.
Pero el filme también tiene su actualidad en el terreno político, no
solo porque habla de una brutal invasión, sino porque propone caminos de
equilibrio y diplomacia que eviten las hostilidades bélicas, dejando claro, eso
sí, que el fin no justifica los medios.
El final de la cinta, algo sorprendente, muestra que el amor verdadero no
es posesivo, y que a veces se necesita un gran sacrificio para que suceda el
bien deseado. Una película que disfrutarán grandes y pequeños –no muy pequeños–
a partes iguales.
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