Sacramentos | Julio Pernús
El Amor transformado en
Sacramento
"Lo que hemos querido
en nuestras vidas, ni la muerte podrá separarlo"
Con la venia de mi equipo, he
optado por conversar con Uds. en estas lÃneas sobre el sacramento del
matrimonio. Más que dar recetas concretas, me sumerjo en la experiencia
vivida las últimas semanas para reflexionar un poco en torno al amor; un
sentimiento donde el "para siempre" pareciera haber pasado de moda en
tiempos donde lo lÃquido y provisional gana titularidad.
Sacramento proviene del latÃn
sacramentum, que une las
palabras sacrum (sagrado) y mentum (medio, instrumento, modo). Entonces,
podemos hablar de un modo sagrado de acercar al ser humano a Dios. En el caso
especÃfico del matrimonio, una religiosa que nos acompañó a mi esposa y a mà en
la preparación, nos ponÃa, como imagen para visualizar este paso, el ver
nuestra unión sacramental como el abrazo de entrega mutua entre el hombre y la
mujer, que Dios sella en su gracia, en su amor, para dar a la decisión humana
un alcance trascendental.
Unas amigas españolas, presentes en
nuestra boda, se
asombraban un poco de ver a dos jóvenes casándose por la Iglesia. “Es
que” -decÃa una de ellas en tono jocoso- “es una reliquia del siglo XX
el acto que ustedes van a celebrar hoy”. Las entiendo. Mi esposa y yo
pasamos por tantos contratiempos antes de dar este paso, que solo el deseo de
sellar con la presencia del Señor nuestras vidas entrelazadas por el amor, nos
hizo movernos a la ruta sacramental.
Durante varios años, al visitar la
cascada del Nicho, en la provincia de Cienfuegos, el miedo me paralizaba cuando
intentaba lanzarme como mis amigos de la cascada de los Tres Deseos. Siempre llegaba motivado hasta la
punta, pero al mirar abajo e imaginar los peligros de medir mal la caÃda al
agua, el temor se apoderaba de mÃ, obligándome a retroceder en mi empeño. Un
amigo una vez se acercó y me aconsejó: “el secreto está en saltar sin pensarlo
mucho. En la vida, en ocasiones, hay que arriesgar algo para lograr con
valor los sueños. Igual, tu familia y amigos estamos debajo para acompañarte si
caes mal.” Esa vez, gracias a él, pude saltar la cascada. Luego lo hice de
forma natural, pues una vez que enfrentas el miedo te resulta más fácil
vencerlo.
El sacramento del matrimonio es de
alguna forma esa decisión de saltar con fe por la cascada de la vida en
búsqueda de la felicidad.
Para algunos ha sido un duro golpe, pero eso, jóvenes lectores, no puede desanimarnos
a seguirlo intentando. En ese proceso contamos con el mejor acompañante:
Jesús.
En momentos de tanta incertidumbre
social en Cuba, es una inmensa alegrÃa saberse acompañado -en tu principal red de
apoyo- por una persona que te ama a pesar de tus regueros y
despistes frecuentes. No hay mejor medicina para un dÃa agotador, o donde no te
hayan salido bien las cosas, que regresar a tu hogar –pequeña Iglesia
doméstica- y ver a tu esposa llena de felicidad por el reencuentro con su
amor. Sin dudas, ese cariño puede ayudarte a superar cualquier fracaso.
Lo que hemos querido en nuestras vidas,
lo vamos a seguir amando por siempre. Ni la muerte podrá separarlo. Hasta convertirnos en personajes
infaltables del guión tatuado por Dios en los archivos del corazón de esa
pequeña comunidad que nombramos familias. A través de los ojos de mi esposa me
siento un mejor comunicador, una mejor persona y un buen cristiano. No es un
camino fácil, pero vale la pena apostar una y mil veces por el Amor convertido
en Sacramento.
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