Testigos de la Fe | Roberta Barbi
Vía Lucis 2022, listos para partir tras las
huellas de 14 jóvenes testigos
Del 20 de agosto al 3 de septiembre, vuelve la ruta itinerante propuesta
a los jóvenes entre momentos de oración, reflexión y servicio a los pobres. De
Turín a Bari, pasando por Milán, Génova, Piacenza y Asís para conocer la figura
de "santos de la puerta de al lado" como Carlo Acutis, Sandra
Sabattini, Carlotta Nobile, Matteo Farina, Maria Orsola Bussone, Santa Scorese
y muchos otros
Tres mil kilómetros en catorce días, acompañados de catorce sonrisas que
destacan en otros tantos rostros bañados por la luz de Jesús: los de los
testigos que han sido elegidos como guías espirituales para la edición 2022 del
Vía Lucis, organizado por la asociación Tucum Odv en colaboración con Terra e
Missione Aps y el Festival de la Misión. Cada día, en 14 ciudades diferentes,
los participantes se encontrarán con los más pobres que viven en las estaciones
de tren para vivir juntos un momento de oración y de servicio, escuchar
testimonios, participar en talleres y vivir plenamente la adoración
eucarística, acompañados por figuras vinculadas a la zona, jóvenes que, incluso
en los brevísimos espacios de su vida, han dejado una huella indeleble en los
demás, simplemente dejándose moldear por el Señor en su vida cotidiana.
La enfermedad como experiencia para ofrecer al
Señor
Muchos de los jóvenes testigos elegidos como ejemplos para la edición
2022 del Via Lucis, han sufrido en la vida en el cuerpo, pero fueron capaces de
canalizar el dolor en energía, impulsados por el motor de la fe. Además de la
figura ejemplar de Carlo Acutis, que no necesita presentación y cuyo testimonio
tendrá lugar en Milán en la iglesia de Santa Maria Segreta, que frecuentaba y
que ahora alberga una de sus reliquias, hay otras figuras menos conocidas pero
igualmente brillantes. Comenzamos en Roma con David Buggi, el "soldado de
Cristo" que, sin haber cumplido los dieciocho años, no se rebela contra la
enfermedad que le aqueja, sino que, por el contrario, la acepta, consciente de
que no ha dicho sí al sufrimiento, sino sí a Dios. En Nápoles continuamos con
la prometedora violinista Carlotta Nobile que, desde la Orquesta de Cámara de
la Accademia di Santa Sofia que dirige, se convierte en "donante de
música" en las salas de oncología donde está hospitalizada y da testimonio
de cómo el cáncer ha curado su alma. En Taranto, Pierangelo Capuzzimati, que
sin tener ni siquiera 18 años, fue capaz de reconocer el proyecto de Dios en el
mal que le oprimía y se convirtió en padre de sus padres, acercándolos a la fe
y haciendo madurar en ellos la conversión. Y también en Brindisi, Matteo Farina
que, con sólo 19 años, habla de su enfermedad como un "renacimiento
espiritual" y en el hospital, olvidándose de sí mismo, se dedica al
consuelo y la salud espiritual de los demás. En Parma, en cambio, está la
siciliana Sarah Calvano, en cuyo diario, publicado bajo el título "El
Magnificat de Sarah", da un testimonio estremecedor de cómo se puede ser
feliz en una cama de hospital. En Piacenza, por fin, es el turno de Giulia
Gabrieli, una niña bergamasca de catorce años que sabe vivir su enfermedad como
una aventura que, de todos modos, tendrá un hermoso final, ya sea la curación o
el encuentro con el Señor.
La entrega a los demás es la mayor alegría
Entre los catorce testigos también hay jóvenes que han dedicado todo su
tiempo a los demás, como Mario Giuseppe Restivo, que murió en un accidente
cuando sólo tenía 19 años. Siempre estuvo involucrado en el escoutismo
católico, y fue en este terreno fértil donde arraigó su vocación de servicio a
los jóvenes, hasta el punto de llevar el escoutismo a las parroquias
periféricas de su Palermo. En Asís se recordará a Marianna Boccolini, una joven
de 18 años de Narni que, hasta su muerte en un accidente de tráfico, tenía el
sueño de ser médico para atender a los pobres y a los que sufren, iluminada
como estaba por su mirada de maravilla hacia el prójimo. También murió en un
accidente a los 23 años Sandra Sabattini, de Ravena, una discípula de Don Benzi
que, tras una experiencia entre discapacitados y drogadictos, decidió que ya no
podía prescindir de ellos porque al elegirlos había elegido a Dios. En Génova,
en cambio, será el turno de Marco Gallo, 17 años y el valor de abandonar las
"cosas normales" para partir en busca de una felicidad más elevada,
diferente, que sólo puede venir de la fe y el cielo. En la misma línea estará
el testimonio de la etapa de Turín, Maria Orsola Bussone, del Movimiento de los
Focolares, que con sólo 16 años escribió a la fundadora Chiara Lubich que había
comprendido el valor de la Cruz, viviéndolo después ella misma con una muerte
prematura durante un campamento juvenil en el que participaba como animadora.
Amar al Señor hasta la muerte
Siguiendo en orden aleatorio, hay otras dos figuras muy significativas
que los participantes en el Via Lucis estarán llamados a conocer, unidos por la
violencia en la muerte que es casi un martirio. En Bari reflexionarán sobre
Santa Scorese, la primera víctima de feminicidio cuando el acoso aún no era un
delito, asesinada en defensa de su castidad con sólo 23 años en 1991 y por ello
recordada como "la santa de las perseguidas". Impregnada de la
espiritualidad de los Salesianos, de la Acción Católica y del Movimiento de los
Focolares - los encuentros más importantes de su vida - había madurado antes de
su muerte la intención de consagrarse a los Misioneros de la Inmaculada del
Padre Kolbe, pero no llegó a tiempo. Por último, pero no por ello menos
importante, el P. Ezechiele Ramin, conocido como "Lele", de Padua
pero también del mundo, porque se unió a los Misioneros Combonianos del Corazón
de Jesús. Con ellos fue al encuentro de los indígenas americanos, en México,
regresó a su país a tiempo para ayudar a las víctimas del terremoto de Irpinia,
y luego de vuelta a Brasil, donde fue asesinado por su compromiso con la mejora
de las condiciones de vida y de trabajo de los campesinos acosados por los
terratenientes.
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