Reflexión | Rafael Salomón/VN
A disminuir nuestro orgullo
Por
causa del orgullo hay inestabilidad emocional, problemas económicos, crisis
polÃticas y vacÃos espirituales, son el principio para la guerra, es lo que
mantiene a la humanidad con hambre, es el motivo por el que nuestra
sociedad actual está en crisis.
Es
el primero de los siete pecados capitales, soberbia y orgullo se mezclan y se
hacen uno para alejarnos del verdadero amor de Dios, para separarnos
fraternalmente y pensar que hemos sido creados para imponernos sobre los demás,
olvidando nuestro valor como hijos amados de Dios; más bien, el orgullo nos
motiva a compararnos con Dios, alcanzar su sabidurÃa y poder; aunque hemos sido
creados a su imagen y semejanza, nos separa un infinito de entendimiento, el
nuestro es limitado.
El
orgullo nos susurra al oÃdo: -No voy a servir a nadie-. Nos hace sentir
que somos más importantes y que valemos mucho más que los demás. Esto lo
podemos ver en el mundo, hay ciudadanos de primera, segunda y tercera, duele
reconocerlo, pero todavÃa tenemos que trabajar en este aspecto como humanidad.
Un
exceso de amor propio
El
orgullo es capaz de nublar nuestro pensamiento y estar seguros que podemos
creer en Dios, pero no en la religión, el orgullo nos dice que debemos
darle a nuestro cuerpo lo que pide, para eso hemos nacido con entera libertad,
si le damos todo lo que quiere a nuestro cuerpo, este nos volverá esclavos de
nuestras pasiones. Este pecado capital es capaz de convertirnos de ángeles a
demonios, de la misma manera en la que el ángel caÃdo se convirtió en Lucifer.
Es
la duda, la incredulidad y la certeza de confiar completamente en nosotros y en
nuestras circunstancias lo que alimenta el orgullo. ¿Podemos darnos cuenta si
somos orgullosos? Aunque muchas personas no quieran reconocerlo o nos engañemos
pensando que no somos orgullosos, una manera de saberlo es: Cuando cometes un
error ¿Lo justificas o lo aceptas?, si frente a la equivocación, eres de
las personas que lo justifica, sea cual sea la razón, no debes dudarlo, hay
orgullo en ti.
Otro
indicador de que tenemos orgullo en nuestro ser, es cuando todo el tiempo
hablas de ti, de tus logros, de lo que sabes, se trata de un exceso de amor
propio, tal vez siempre estés buscando atención y reconocimiento, señales
inequÃvocas de que hay orgullo.
Que
nuestro orgullo sea disminuido
San
Gregorio mencionaba cuatro manifestaciones de este pecado capital:
Creer
que el bien que posee procede de sà mismo.
Pensar
que los dones concedidos por Dios son merecidos.
Presumir
y despreciar a los demás.
Ansiedad
de que solo brille el bien propio.
Bien
valdrÃa la pena revisar en nuestra vida y como un sincero examen de conciencia,
analizar cada uno de estos puntos para trabajarlos y pulirlos, ya que todos de
alguna u otra manera debemos enfrentar esa batalla espiritual con el pecado que
es considerado como el más grave. Seamos sinceros, sin engaños, porque San
AgustÃn nos deja un pensamiento muy profundo al mencionar: “La simulación
de la humildad es la más grande de las soberbias”.
No
tengamos temor a que nuestro orgullo sea disminuido para que brille la gracia
de Dios y nuestro buen corazón. Y alguna vez escuché a un sacerdote mencionar
que Dios prefiere que lleves tus pecados con humildad a que lleves
todas tus virtudes con orgullo.
Publicado
por Vida Nueva
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...