Vida Religiosa | Sebastián Sansón Ferrari/VN
Artémides Zatti: La encarnación del buen samaritano
Ante
la próxima canonización de Artémides Zatti, enfermero y religioso salesiano
ítalo-argentino, conversamos con los Provinciales Salesianos de las regiones
norte y sur de Argentina, para conocer las expectativas de la familia religiosa
ante este acontecimiento.
“Pienso
que el regalo de la canonización de Don Zatti es un don inmenso para toda la
Familia Salesiana, en particular para los Salesianos de Don Bosco”. Así lo
afirma el Padre Horacio Barbieri, Provincial Salesiano de la Inspectoría de
Argentina Norte, con sede en Córdoba. Barbieri comparte con Vatican News sus
sentimientos tras el anuncio de la fecha de canonización de Artémides Zatti,
enfermero y religioso salesiano ítalo-argentino, que fue realizado por el Papa
Francisco durante el consistorio del sábado 27 de agosto en el que se votaron
dos causas de canonización.
Zatti,
quien nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto, un pequeño pueblo en la región
italiana de Emilia-Romaña. Su familia, empujada por la pobreza, como remarca el
sitio oficial que se le ha dedicado, emigró a la República Argentina en 1897 y
se estableció en Bahía Blanca.
“Su
figura de santidad, su modo de encarnar el carisma salesiano, la consagración
salesiana, son un signo vigente de una propuesta de santidad para los
salesianos de hoy, para las comunidades de hoy”, nos cuenta el Padre Barbieri.
Según Barbieri, Zatti es una expresión muy concreta del documento de Francisco
sobre la santidad de nuestros días (ndr: se refiere a la exhortación apostólica
Gaudete et exsultate). “La de Zatti es una santidad hecha de sencillez, de
servicio, entrega, buen humor, sonrisa, cercanía; es de los santos ‘de al
lado’, como decía, en su expresión, Francisco”, afirma el Provincial de
Argentina Norte. Por este motivo, considera que es “particularmente valorado en
este tiempo”.
“El
enfermero de los últimos”
A
los 20 años, el Beato Artémides ingresó en el seminario salesiano de Bernal, en
Buenos Aires. Como recuerda el Boletín Salesiano de Argentina (BS), entre sus
responsabilidades, le confiaron el cuidado de un sacerdote enfermo de
tuberculosis, y se contagió la enfermedad. Por tanto, para cuidar su salud, en
1902, lo enviaron al Hospital San José, que los salesianos tenían en Viedma,
Patagonia argentina, donde conoció a Ceferino Namuncurá, que también se
recuperaba de esa enfermedad.
Habiendo
superado la tuberculosis –explica el BS-, Artémides volvió a pensar en su
vocación y decidió optar por la vida religiosa como hermano coadjutor,
ingresando formalmente en 1908 a la congregación salesiana.
Zatti
comenzó a trabajar en el hospital y, al morir el director, él quedó como
responsable de la institución. Los salesianos recalcan que, en el hospital de
Viedma, creció su santidad. Sus días comenzaban temprano: se levantaba a las
4:30 de la mañana, el programa continuaba con la meditación y la santa misa.
Luego, visitaba todos los pabellones y, en bicicleta, a los enfermos esparcidos
por la ciudad. Tras el almuerzo, jugaba una partida de bolos con los
convalecientes. En la tarde, efectuaba otra visita a los enfermos internos y
externos del hospital. Se desempeñaba también en la farmacia y, como última
actividad, visitaba nuevamente los pabellones. Hasta las once de la noche, se
dedicaba al estudio y las lecturas ascéticas. Si bien descansaba, estaba en “permanente
disponibilidad a cualquier llamada”.
Según
el provincial de la zona norte de los salesianos en Argentina, el providencial
servicio del Beato Artémides en el ámbito de la enfermería, en esta
circunstancia de la pandemia, en donde todos volvimos a sopesar el valor de la
salud, del dolor humano, de la atención y de la apertura al otro, cobra un
particular significado.
“Zatti
nos vuelve a colocar en el lugar correcto, en el lugar del buen samaritano”,
reflexiona el Padre Barbieri.
Por
su parte, para el Padre Darío Perera, Provincial Salesiano de la Inspectoría de
Argentina Sur, con sede en Buenos Aires, el primer sentimiento que despierta la
inminente canonización es de gratitud a Dios por este regalo y al Santo Padre.
En
segunda instancia, Perera destaca el compromiso y el desafío que implican para
los salesianos “seguir proponiendo la santidad como un camino de ser discípulos
de Jesús”.
Perera
recuerda que, en la Patagonia de comienzos del siglo XIX, principios del XX,
existía una escuela de santidad. “Así como en Valdocco hubo una escuela de
santidad, con educadores y alumnos santos, aquí había educadores santos, y Don
Zatti es un ejemplo de ello”, sostiene. Por ello, mantener el legado aún
representa un desafío para la congregación, puesto que los salesianos que
fundaron la Inspectoría “de una manera extraordinariamente profunda,
implantaron aquí el carisma de Don Bosco, adaptándolo a las necesidades del
momento, pero en la línea y con los fundamentos que Don Bosco lo había hecho en
Valdocco”.
“Don
Zatti es una imagen muy bonita del buen samaritano, de aquel que se acerca a
los que están tirados en el camino, a los que nada tienen, a los pequeños, a
los últimos”.
Publicado
por Vatican News
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