Actualidad Mundial | Blaise Cupich y Timothy Dolan/Z
Dos conocidos cardenales USA se pronuncian en artículo ante
nueva política LGBT de Biden
Arzobispos
de Chicago y Nueva York se pronuncian ante iniciativa del gobierno de Biden
para penalizar a hospitales católicos que no apliquen operaciones de
«reasignación de género.
El gobierno de los Estados
Unidos promueve una nueva iniciativa en la que penalizan a los hospitales
confesionales que no apliquen las operaciones conocidas como de «reasignación
de sexo». Al respecto se han pronunciado los arzobispos de Chicago y Nueva York
en un artículo publicado en conjunto y que ofrecemos a nuestros lectores de
ZENIT.
En
la actualidad, uno de cada siete estadounidenses que necesita atención
hospitalaria la recibe en un centro católico: un total de casi 115 millones de
visitas a hospitales católicos cada año. Lo hacen sabiendo que recibirán una
excelente atención médica y que serán tratados con dignidad, respeto y acogida.
Como
ha dicho el Papa Francisco, «todo centro sanitario, especialmente los de
inspiración cristiana, debe ser un lugar donde se practique el cuidado de la
persona y donde se pueda decir: “Aquí no se ven sólo médicos y pacientes, sino
personas que se acogen y se ayudan mutuamente; aquí se puede experimentar la terapia
de la dignidad humana”».
Eso
es cierto para todas las personas que acuden a nosotros, sin importar su edad,
sexo, origen racial o étnico o religión. También es cierto para las personas
que se identifican como transgénero. Recibirán el mismo trato que cualquier
otro paciente. Los hospitales católicos no discriminan a nadie y hacerlo sería
ofensivo para el ministerio de curación abrazador y expansivo de Jesucristo.
Sin embargo, si los centros sanitarios han de ser lugares en los que los
pilares gemelos de la fe y la ciencia se mantienen unidos, entonces estos
centros y sus trabajadores no deben ser coaccionados por el gobierno para
violar sus conciencias.
El
Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (H.H.S.) ha
propuesto nuevas normas para aplicar el artículo 1557, la disposición de no
discriminación de la Ley de Asistencia Asequible. Prohíbe, con razón, la
discriminación por razón de sexo en la atención sanitaria. Apoyamos de todo
corazón todos los esfuerzos para garantizar que todos, sin excepción, reciban
la mejor atención sanitaria que les corresponde.
Sin
embargo, según esta nueva norma propuesta, se consideraría discriminación que
un centro de salud o un trabajador se opusiera a realizar procedimientos de
transición de género, independientemente de que esa objeción sea una cuestión
de creencias religiosas sinceras o de juicio clínico. Se trata de una coacción
gubernamental que se inmiscuye en la libertad religiosa de los centros
sanitarios confesionales. Este mandato amenaza los derechos de conciencia de
todos los proveedores y trabajadores de la salud que han discernido que
participar en, o facilitar, los procedimientos de transición de género, es
contrario a sus propias creencias.
Las
personas de muchos credos, o de ninguno, pero con profundas convicciones
personales, pueden encontrar estos procedimientos profundamente preocupantes, y
sus derechos constitucionales merecen ser respetados. En una sociedad que
protege el libre ejercicio de la religión, no se puede esperar que los
proveedores de atención sanitaria religiosa violen las enseñanzas de su
religión como condición para continuar con su atención, y no se puede esperar
que los trabajadores sanitarios religiosos violen sus conciencias como
condición de empleo.
¿Objetar
la realización de procedimientos de transición de género, pero acoger a los
pacientes que se identifican como transgénero constituye una discriminación?
Por supuesto que no. El enfoque de tal objeción se centra completamente en el
procedimiento, no en el paciente. Prohibir la extirpación de un órgano sano y
funcional no es discriminación, siempre y cuando se tome la misma determinación
para cualquier persona de cualquier sexo o género, lo cual es cierto en los
hospitales católicos.
El
reglamento propuesto no codifica los derechos de los proveedores confesionales
a rechazar procedimientos basados en la conciencia, como hacen otras leyes
federales. Por el contrario, sostiene que el H.H.S. se reserva el derecho a
decidir si, a pesar de esas protecciones de conciencia existentes, puede
obligar a los proveedores confesionales a violar sus creencias. Teniendo en
cuenta que el gobierno está luchando actualmente contra las sentencias
judiciales que sostienen que violó las leyes de libertad religiosa la última
vez que trató de imponer un mandato como éste, es razonable no confiar en el
compromiso del departamento de interpretar estas leyes para proporcionar
protecciones de conciencia apropiadamente robustas.
Apoyamos
los esfuerzos de H.H.S. para garantizar que todas las personas reciban una
atención sanitaria de alta calidad. La Iglesia ha apoyado la atención sanitaria
universal como un derecho humano básico durante más de un siglo. Llevamos mucho
tiempo proponiendo principios morales para discernir la política sanitaria:
Debe respetar la vida y la dignidad de cada persona, ser accesible para todos,
honrar los derechos de conciencia, ser verdaderamente asequible y ser integral
y de alta calidad.
Por
la misma razón, los hospitales católicos y los trabajadores de la salud no
deben ser castigados por sus convicciones religiosas o juicios clínicos.
Instamos a H.H.S. a reconsiderar su mandato erróneo.
La
promesa del hospital católico refleja la promesa de la fe católica. Es un lugar
de curación. Es una institución que ha surgido de la fidelidad cristiana a
Jesucristo, que curó a los enfermos y cuidó de los pobres. Nos motiva nuestra
fe en el Dios que hace nuevas todas las cosas.
En
Cristo, Dios se hizo carne, sufrió, murió y resucitó. Jesús nos muestra lo que
es ser humano y cómo cuidar verdaderamente de los demás. Esta visión de amor
sacrificado y de servicio es nuestro único mandato.
Publicado
por Zenit
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