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Deja que tus hijos jueguen
“Jugar
es el trabajo de los niños”, así lo formuló la pedagoga María Montessori hace
ya varias décadas, queriendo decir que el juego es la actividad básica del
niño, tan importante o más que el trabajo para el adulto.
Nuevos
estudios revalidan esta teoría y señalan que algunos padres cada vez dejan
menos tiempo para que sus hijos aprendan jugando.
La
gran mayoría de los adultos organizan el tiempo de sus pequeños dejando poco o
nada de espacio para jugar dentro de su apretada agenda diaria. Adicional a esto,
los estudios muestran que los niños menores de tres años, juegan alrededor de
dos a tres horas diarias, pero a partir de los nueve años, algunos padres
suelen considerar que sus hijos son mayores para jugar y fomentan el abandono
del juego. Un hecho que los expertos critican y por eso advierten a los padres
que “jugar no es perder el tiempo”, pues los niños “deben jugar más para
alcanzar su pleno desarrollo”.
¿Qué
significa el juego para el niño?
En
los niños el juego no es una actividad meramente recreativa, el juego es una
necesidad para el desarrollo del pensamiento, la imaginación, el lenguaje y la
socialización, la construcción de la identidad y la adquisición de una serie de
habilidades que serán necesarias en la vida adulta.
Por medio del juego el niño desarrolla su capacidad intelectual. Vigotsky –famoso por sus teorías del aprendizaje- hace un valioso aporte al explicar que el niño mediante el juego va construyendo la definición funcional de los conceptos, con lo cual va desarrollando el pensamiento abstracto y la capacidad de llevar a cabo elecciones conscientes.
A
través de la actividad lúdica el niño conoce y explora el mundo. El juego
posibilita la identificación de los roles y la dinámica de las diversas
situaciones que se viven en la esfera real, asimismo ayuda a comprender las
normas de la vida en sociedad. Fernando Peñaranda, médico y magíster en
desarrollo educativo y social, explica al respecto: “el niño aprende así los
valores, reglas, convenciones y, en general, la cultura. De otro lado, la
voluntad y hábitos como la perseverancia se adquieren más fácilmente en el
juego que mediante esfuerzos más complejos como los requeridos para los
trabajos escolares”.
Otro
de los argumentos a favor del juego es su aporte a la construcción de la
identidad, “se requiere el espacio y el tiempo para que los niños sean ellos
mismos, para que se descubran en largos períodos de ocio y fantasía, para que
puedan pensar por cuenta propia desarrollando su creatividad. Son los momentos
en los cuales se dan cimientos para la formación de la vida interior y de la
autenticidad.” añade el doctor Peñaranda.
Es
también el juego el escenario por excelencia donde los niños hacen sus primeros
intercambios sociales con sus pares, es en esta maravillosa experiencia donde
se viven los valores característicos de la interacción humana como es la
generosidad, la solidaridad, el respeto, el autocontrol, la tolerancia, entre
muchos otros.
Más
tiempo para jugar
Se
trata entonces de entender que el juego es una actividad indispensable para el
desarrollo del niño, no sólo en los aspectos físicos sino también emocionales.
Por eso los padres deben considerar el juego como algo de suma importancia en
la vida de sus hijos, dejarles espacios generosos todos los días para este fin,
por lo que en ningún momento deben ser considerados como una pérdida de tiempo.
Publicado
por LaFamilia.info (fuentes: El Periódico de Aragón)
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