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Ejercicio físico, un gran aliado contra el cáncer de mama
El
cáncer de mama es uno de los más comunes entre las mujeres. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) indica que “aproximadamente una de cada 12 mujeres
enfermará de cáncer de mama a lo largo de su vida”.
Cientos
de estudios han demostrado que las mujeres que no practican ejercicio físico
tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, puesto que biológicamente un
individuo tiene más probabilidades de contraer enfermedades y, entre ellas el
cáncer, en presencia de un estilo de vida inactivo.
Así
lo confirma el educador físico uruguayo Jorge Rodríguez Prado, especialista en
activación neuromuscular, biomecánica aplicada al entrenamiento y neurociencia
aplicada al movimiento.
Sin
embargo, tras ser diagnosticadas con cáncer de mama, son muchas las mujeres en
las que surge la duda de si pueden hacer ejercicios o si será beneficioso o
interfería de manera negativa en su lucha contra el cáncer.
Rodríguez
Prado, quien es el director general de Body Shop, explica que, durante el
tratamiento de cáncer de mama, la mujer se enfrenta a fuertes procedimientos
médicos para combatir la enfermedad y está demostrado que la actividad física
en estos pacientes, favorece en varios aspectos.
“Si
la mujer entrena, tiene la capacidad de obtener un aumento general en la
fortaleza física de cara a que, en posteriores tratamientos, la recuperación
sea más rápida y con efectos menos devastadores”, asegura.
En
cuanto a la medicación, sostiene que la persona tiene una mayor asimilación a
los fármacos, cuando existe acondicionamiento físico, porque se fortalece el
proceso bioquímico y se incentiva el mejoramiento del sistema inmune.
El
especialista alienta a que las pacientes entrenen fuera de su domicilio, “para
romper el contexto de soy una persona enferma”, y que se digan a sí mismas,
“soy un individuo que está viviendo un proceso de aprendizaje y que puede
interactuar con más personas”.
Hace
énfasis en que el entrenamiento no debe realizarse a la ligera, sino ser
adaptado de acuerdo a la etapa de la afección y planificarse en dependencia de
las reales posibilidades de la paciente. “Y lo más importante es que en la toma
de decisión de si la mujer puede hacer actividad física o no, deben participar
su médico tratante -dígase el oncólogo-, psicólogo, nutricionista y entrenador
físico”, aclara.
Verdaderamente,
el entrenamiento ayuda a la reconciliación con el propio cuerpo y produce que
la enferma tenga que confiar en su propio cuerpo, reencuentre sensaciones
diferentes al dolor, la pase bien, venza el cansancio, aumente la funcionalidad
y la capacidad cardiorrespiratoria, y mejore su sistema inmunitario.
Publicado
por el periódico Hoy
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