Papa Francisco | Elena Magariños/VN
El Papa, a los 60 años del Concilio Vaticano II: “Ni de
derechas ni de izquierdas, de Jesús”
“Ni
el progresismo que se adapta al mundo, ni el tradicionalismo que añora un mundo
pasado son pruebas de amor, sino de infidelidad”, ha dicho Francisco.
“Pedro,
¿me amas? Apacienta mis ovejas”. Sobre estas palabras de Jesús, recogidas en el
evangelio de Juan (21,15), el papa Francisco ha construido su homilía durante
la celebración por el 60 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
Una
pregunta, “¿Me amas?”, que, tal como ha señalado el Papa, Cristo sigue haciendo
a día de hoy a su Iglesia. “El estilo de Jesús no es tanto el de dar
respuestas, como el de hacer preguntas, preguntas que interpelan la vida”. Y el
Señor, que “habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y
mora con ellos”, sigue repitiendo –”y seguirá siempre”– esta pregunta a su
Iglesia.
“El
Concilio Vaticano II fue una gran respuesta a esa pregunta”, ha señalado
Francisco. De hecho, únicamente para “reavivar su amor”, la Iglesia, por
primera vez en la historia, “dedicó un Concilio a interrogarse sobre sí
misma, a reflexionar sobre su propia naturaleza y su propia misión”. “Y se
redescubrió como misterio de gracia generado por el amor, se redescubrió como
Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, templo vivo del Espíritu Santo”, ha aseverado
el Papa.
Volver
a lo esencial
De
hecho, la “primera mirada” que, según el Papa, “hay que tener sobre la Iglesia”,
es “la mirada de lo alto”, la mirada “con los ojos enamorados de Dios”. Sin
embargo, “siempre existe la tentación de partir más bien del yo que de Dios, de
anteponer nuestras agendas al Evangelio, de dejarnos transportar por el viento
de la mundanidad para seguir las modas del tiempo o de rechazar el tiempo que
nos da la Providencia de volver atrás”.
En
esta línea, Francisco ha hecho una llamada de atención, ya que “ni el
progresismo que se adapta al mundo, ni el tradicionalismo que añora un mundo
pasado son pruebas de amor, sino de infidelidad”. Son, tal como ha definido el
Pontífice, “egoísmos pelagianos, que anteponen los propios gustos y los propios
planes al amor que agrada a Dios, ese amor sencillo, humilde y fiel que Jesús
pidió a Pedro”.
Asimismo,
el Papa ha animado a redescubrir el Concilio Vaticano II como la oportunidad de “dar
la primacía a Dios, a lo esencial, a una Iglesia que esté loca de amor por
su Señor y por todos los hombres que Él ama, a una Iglesia que sea rica de
Jesús y pobre de medios, a una Iglesia que sea libre y liberadora”. Y es que el
Concilio marca una nueva hoja de ruta a la Iglesia: “la hace volver, como Pedro
en el Evangelio, a Galilea, a las fuentes del primer amor, para redescubrir en
sus pobrezas la santidad de Dios, para volver a encontrar en la mirada del
Señor crucificado y resucitado la alegría perdida, para concentrarse en Jesús”.
“Hermanos,
hermanas, volvamos a las límpidas fuentes de amor del Concilio”, ha animado
Francisco, subrayando, además, la importancia de la alegría en la Iglesia. “Si
no se alegra se contradice a sí misma, porque olvida el amor que la ha creado”.
“Y, sin embargo, ¿cuántos entre nosotros no logran vivir la fe con
alegría, sin murmurar y sin criticar?”, se ha preguntado el Papa. “Una Iglesia enamorada
de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas”, ha advertido.
“Que Dios nos libre de ser críticos e impacientes, amargados e iracundos. No es
sólo cuestión de estilo, sino de amor, porque el que ama, como enseña el
apóstol Pablo, hace todo sin murmuraciones”.
Iglesia
de la alegría
Pero,
además de preguntarle a Pedro si le ama, Jesús le ordena: “Apacienta mis
ovejas”, y “expresa con este verbo el amor que desea de Pedro”, el cual pasa de
pescador de peces a “pescador de hombres”. “Ahora le asigna un nuevo
oficio, el de pastor, que nunca había ejercido. Y es un cambio, porque
mientras el pescador toma para sí, atrae hacia sí, el pastor se ocupa de los
otros, apacienta a los otros”, ha explicado Francisco. “Es más, el pastor vive
con su rebaño, alimenta a las ovejas, se encariña con ellas. No está arriba,
como el pescador, sino en medio”.
De
esta manera, el Concilio pone “la mirada en el medio, estar en el mundo con los
demás y sin sentirnos jamás por encima de los demás, como servidores del
Reino de Dios; llevar la buena noticia del Evangelio a la vida y en las
lenguas de los hombres, compartiendo sus alegrías y sus esperanzas”. Así, el
Concilio se muestra “actual”, porque “nos ayuda a rechazar la tentación de
encerrarnos en los recintos de nuestras comodidades y convicciones”.
“La
Iglesia no celebró el Concilio para contemplarse, sino para darse”,
ha continuado el Papa. “En efecto, nuestra santa Madre jerárquica, que surgió
del corazón de la Trinidad, existe para amar”, por lo que, al ser “un pueblo
sacerdotal”, no debe “sobresalir ante los ojos del mundo, sino servir al
mundo”. “No lo olvidemos”, ha señalado el Papa, “el Pueblo de Dios nace
extrovertido y rejuvenece desgastándose, porque es sacramento de amor”.
“El
Concilio ha redescubierto el río vivo de la Tradición sin estancarse en
las tradiciones”, ha aseverado Francisco, y ha animado a volver a él para
“salir de nosotros mismos y superar la tentación de la autorreferencialidad”.
“Apacienta, repite el Señor a su Iglesia; y apacentando, supera las nostalgias
del pasado, la añoranza de la relevancia, el apego al poder, porque tú, Pueblo
santo de Dios, eres un pueblo pastoral, no existes para apacentarte a ti mismo,
sino a los demás, a todos los demás, con amor”, ha explicado. “Y, si es justo
tener una atención particular, que sea para los predilectos de Dios, para los
pobres y los descartados; para ser, como dijo el Papa Juan, ‘la Iglesia de
todos, en particular la Iglesia de los pobres»’.
Cuidado
con la polarización
Por
último, Francisco ha señalado que cuando Jesús dice “apacienta mis ovejas” no
se refiere “solo a algunas, sino a todas, porque las ama a todas, las llama a
todas afectuosamente ‘mías’”. De esta manera, el “buen pastor” quiere a su
rebaño “unido”, porque “la Iglesia, a imagen de la Trinidad, es comunión”. “No
cedamos a sus lisonjas, no cedamos a la tentación de la polarización”, ha
pedido el Papa. “Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se
empeñaron por elegir una parte en la Iglesia, sin darse cuenta que estaban
desgarrando el corazón de su Madre”, ha lamentado.
“Cuántas
veces se prefirió ser ‘hinchas del propio grupo’ más que servidores de todos,
progresistas y conservadores antes que hermanos y hermanas, ‘de derecha’ o ‘de
izquierda’ más que de Jesús; erigirse como ‘custodios de la verdad’ o
‘solistas de la novedad’, en vez de reconocerse hijos humildes y agradecidos de
la santa Madre Iglesia”, ha aseverado. “El Señor no nos quiere así, nosotros
somos sus ovejas, su rebaño, y sólo lo somos juntos, unidos”, ha recordado.
“Superemos las polarizaciones y defendamos la comunión, convirtámonos cada vez
más en una sola cosa, como Jesús suplicó antes de dar la vida por nosotros”.
Publicado
por Vida Nueva
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