Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
La
música de Dios en nuestras vidas
Tuve la dicha de participar en una conferencia magistral
donde el expositor combinó estrategias
de métodos de la vida cotidiana con la música de un piano. Ese momento que
pasamos, fue sentirnos parte de un coro, donde él era el director. Fue sentir la melodía correr en nuestras vidas,
con entusiasmo y alegría. Fue sentir que entonabas un canto, con encanto. Fue sonreír cantando, sintiendo la música bailando.
Fue sentir
algo hermoso y fabuloso. Él nos inspiró
a tocar el piano de la vida con bellas melodías, que contagiáramos al mundo con
ritmo y sinfonía.
En nuestras vidas a diario, la música que Dios nos puso desde antes de nacer, nos hace agradecer, sentirnos amados, confiados, nos hace ser sociables, a emitir sonidos para que subamos el tono de la tolerancia, la empatía y el trabajo en equipo. Colocar unas cuerdas llenas de inspiración para responder con optimismo a las emociones, creatividad e imaginación.
Estuve leyendo en un artículo que la música: “Es el medicamento no químico más profundo”.
Y yo diría, es una virtud, una gracia de Dios, pues la música hace que, nos
sintamos felices y contentos y si estamos así, podemos tratar mejor a los
demás.
A nivel religioso
Siempre
he escuchado que, quien “canta reza dos
veces”. Según Santo Tomás de Aquino, la música
sagrada, es unción, es grandeza, es majestad y religiosidad que se funde en el
espíritu del creyente para encender nuestras almas en una celebración.
En el
libro de Nehemías, vemos como la música, era parte del pueblo de Dios. Fueron
momentos de fiesta, donde cantaban con instrumentos las alabanzas a Dios.
(12:27)
Por
eso los salmistas expresan cantando con gratitud desde sus corazones al Señor: “Puso en mi boca un cántico nuevo” (Salmo 40, 3).
Con la música, con el canto, se despierta un sentimiento oculto en nuestra alma, como diría San
Agustín.
A nivel
personal
¿Te das cuenta que cuando cantas, siempre quieres que
alguien te escuche y te acompañe al canto?
Me encanta la música instrumental, me ayuda a conectar
conmigo misma. A inspirarme, a reflejar mi paz, armonía. Me encanta cantar para el Señor. Cuando canto, me inspiro, me
siento en libertad, cuando canto expreso mi fortaleza y mi triunfo.
¿Te das cuenta que dependiendo de tu estado de ánimo escuchas
la canción que se aproxime más a ti en ese momento?
Cuando canto, me
siento refugiada y expreso mi tristeza, también alegría, mi felicidad como
también mi desahogo.
Recientemente me dedicaron unas canciones y me sentí feliz.
Porque las canciones expresan nuestros sentimientos. Cuando cantas con el corazón es como sentir que cantas en el pico de
una montaña y que te escucha todo el mundo, que cantas con júbilo
agradeciendo a Dios por ese canto.
Si nos fijamos, a todos nos gusta la música. Dependiendo de
cómo seamos nos gusta un género en específico.
A nivel
laboral
La música es un lenguaje que habla al alma directamente despertando
y excitando sus afectos, motivando a trabajar con entusiasmo y sentirte en ánimo.
Cuando cantamos con el corazón, uno se siente feliz. Al cantar, la felicidad hace
eco al hacer cosas con armonía, dedicación, empeño, actitud positiva y pasión, para así engrandecer la felicidad de una
excelente labor.
Y yo me pregunto: ¿Cómo
influye la música que hay en tu vida en tu día a día? ¿Qué proyectas cuando
emites notas no afinadas? ¿Cómo escuchan
los demás, tu música? ¿Eres música armoniosa o eres triste melodía
que vaga en un desierto por encontrarse en paz?
¿En el trabajo, que tipo
de música de melodía reflejas hacia los demás? ¿Cuándo escuchan tus melodías que perciben? ¿Armonía o notas
desafinadas?
Si no eres parte del coro
de la música de Dios, te invito a afinar tus cuerdas de la amabilidad, de
la generosidad, a entonar con el alma, tu
canción favorita del amor, bailando con honor, como Dios actúa en cada corazón.
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