Solidaridad | Bernadette Mary Reis, fsp
Sor Mary Haddad: Una misión dinámica al
servicio de los más vulnerables
La Catholic Health Association, Asociación Católica de la Salud de
Estados Unidos, dirigida por la religiosa, se ocupa de diversos temas
relacionados con la salud de las personas, especialmente de las más
vulnerables. Ante los micrófonos de Vatican News, la hermana Mary Haddad
subraya la centralidad de la cuestión de las armas, primera causa de muerte de
los jóvenes, y describe la atención de la asociación a la dignidad humana y el
bien común
Sor Mary Haddad, de las Hermanas de la Misericordia, es presidenta y
administradora delegada de la Catholic Health Association en
Estados Unidos. Teniendo experiencias en el campo de la educación, del trabajo
social y de la asistencia sanitaria, sor Mary se considera privilegiada por
poder desempeñar los tres «ministerios esenciales de la Iglesia». En una
entrevista con los medios vaticanos, sor Mary explicó que la Catholic
Health Association participa activamente en las cuestiones relativas a
la asistencia sanitaria en Estados Unidos y habló del rol central de las
religiosas en este campo.
¿Por qué la vida religiosa y por qué las Hermanas
de la Misericordia?
Me gusta decir que mi llamada es un camino en la vía de la toma de
conciencia para entender la acción de Dios en mi vida. Mis profesoras fueron
las Hermanas de la Misericordia. Una vez que inicié el proceso, me comprometí.
Una buena amiga mía religiosa de la Misericordia decía siempre: «La razón por
la que entras no es la misma que por la que te quedas». Esta ha sido una
constante en mi vida religiosa, es decir que nuestra llamada es verdaderamente
dinámica y nuestra respuesta debería ser igual.
¿Cuáles son las temáticas afrontadas por la
Catholic Health Association?
Nuestro trabajo está guiado por la doctrina social de la Iglesia
católica. Dedicamos particular atención a la dignidad humana y al bien común y
nos preocupamos de quien es más vulnerable. Consideramos que la persona, para
poder crecer y prosperar en su comunidad, debe estar sana. Y por eso queremos
asegurar que todos tengan derecho a una asistencia sanitaria accesible. Esta es
nuestra prioridad, junto a la tutela de la vida y de la libertad de conciencia.
El Covid ha puesto una luz muy fuerte sobre tantas preocupaciones que nos
acompañaban ya desde hace mucho tiempo.
Además, los episodios de racismo a la que hemos asistido aquí, en
Estados Unidos, con el asesinato de George Floyd, nos han impulsado realmente a
valorar cuál es nuestra parte en este trabajo. Y así nos concentramos sobre las
desigualdades en la asistencia sanitaria y nuestro objetivo es eliminar las
disparidades en el acceso y en la calidad de los servicios. Hemos observado la
necesidad en el ámbito de la salud mental y comportamental, aumentadas
drásticamente después del Covid. Sabemos que antes de la pandemia eran
numerosos los casos de suicidio y de otros problemas vinculados a la salud
mental, que en ese periodo se han agravado de nuevo porque las personas se han
sentido alejadas y aisladas. Después el cuidado por nuestros ancianos, nuestras
personas más vulnerables. La percibimos como una llamada urgente a examinar,
ahora, nuevos modelos de asistencia a largo plazo y permanente para las
personas ancianas. Y, también, los cuidados paliativos, cómo tratamos las
enfermedades crónicas y cómo acompañamos a las personas a lo largo del ciclo de
su vida. Tratando estos aspectos, hemos comprendido más plenamente el impacto
de los factores ambientales y sociales sobre la salud de la persona. Y así
hemos articulado los que definimos como “determinantes sociales de la salud”:
un alojamiento seguro, un trabajo rentable y acceso a alimentos saludables.
Hemos abierto los ojos sobre el llamamiento a la sostenibilidad de nuestra
Tierra y hemos trabajado seriamente sobre la Plataforma de iniciativas Laudato
si’ de Papa Francisco. Entre nuestras prioridades está que nuestros
sistemas sanitarios se comprometan a tener cero emisiones antes de los próximos
quince-veinte años.
¿Cómo la Catholic Health Association se posiciona
frente al debate sobre la posesión de armas?
Hablamos de ello como si fuera una cuestión de criminalidad, pero de
hecho se refiere a la salud pública. En los últimos diez años en Estados Unidos
los homicidios han aumentado en el 75%. Es inmoral. Y, entre las causas
principales de fallecimiento de jóvenes menores de 19 años, las muertes
causadas por armas de fuego han superado las de los accidentes de tráfico. No
tiene que ver solo con el crimen. Tiene que ver con la salud, y por tanto hemos
pedido revertir esta tendencia en crecimiento en nuestro país: se deben
investigar los precedentes; además, es útil desarrollar búsquedas de salud
pública sobre la morbilidad y la prevención de la mortalidad. Además, es
necesario prohibir la venta de armas de fuego, evitar temporalmente el acceso a
la compra de armas para quien se considere puede hacerse mal a sí mismo o a los
otros y, naturalmente, prohibir la compra de municiones de alta capacidad. No
hay ninguna necesidad de que estén disponibles al gran público. Nuestros
trabajadores sanitarios están en riesgo a causa de una insensata violencia
armada. Hemos tenido muertos y herido porque alguien ha entrado armado a un
hospital o ambulatorio médico. Ahora que nuestros trabajadores sanitarios y los
que trabajan en primera línea están saliendo de la pandemia, que ha representado
para ellos un gran desafío a causa del estrés vivido en ese periodo, deben
enfrentarse cada día al miedo de ser heridos yendo al trabajo. Por eso la
violencia armada en realidad es una profunda crisis sanitaria, económica y
moral. Las estadísticas dicen que se gastan cerca de 2’8 mil millones de
dólares para hospitalizaciones e ingresos a causa de la violencia armada. Se
trata de una cantidad inmensa de recursos invertidos para hacer frente a una
cuestión que se puede resolver.
¿De qué manera las religiosas están en la base de
la asistencia sanitaria católica?
Forma parte de nuestro ADN. Cuando las religiosas llegaron a
Estados Unidos en 1727, las ursulinas francesas desembarcaron en Nueva Orleans
para cuidar de sus comunidades. No vinieron para dar cuidados sanitarios sino
para ofrecer cuidados espirituales, para responder a las necesidades de la
comunidad. Estos ministerios nacieron del deseo de servir el conjunto. El
concepto de cuidado de toda la persona está en la génesis de la asistencia
sanitaria católica en esta nación. Fueron las religiosas las que iniciaron el
modelo de seguros. A menudo las personas miran a las religiosas y nosotros
miramos la asistencia sanitaria católica: las religiosas hacen las obras de
caridad, están ahí solo para dar el servicio. Sabemos que tenemos una gran
historia de mujeres emprendedoras: mujeres que han sabido cómo crear modelos de
servicio eficaces y capaces de consentirnos dar cuidados a nuestras comunidades
ya que éramos capaces de gestionar los recursos esenciales para continuar tal
servicio. Sabemos que nos apoyamos en los hombros de hombres y mujeres
maravillosos. Como religiosa estoy muy orgullosa de la historia de la vida
religiosa en el mundo y de las obras que se han realizado. Sé que está la
tendencia a focalizarse en la disminución de todo esto, pero pienso que es
esencial mirar esto como una oportunidad para seguir respondiendo al movimiento
del Espíritu en el mundo actual, y a lo que se pide, en términos de servicio, a
todo el pueblo de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...