Jóvenes | Zenit
Tres consejos del Papa para emprendedores (y para el
emprendedurismo)
Discurso
del Papa a miembros de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes
Empresarios y de la Confederación de Empresarios de Galicia.
Por
la mañana del lunes 17 de octubre, en la Sala del Concistorio en la Ciudad del
Vaticano, el Papa recibió en audiencia privada a un grupo de emprendedores
procedentes de España.
Saludo
cordialmente a ustedes, queridos hermanos y hermanas, miembros de la
Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios y de la
Confederación de Empresarios de Galicia –son todos jóvenes por lo que veo, lo
cual es muy bueno–, y les agradezco las amables palabras que me dirigieron. Su
presencia aquà es un signo de esperanza.
Nos
toca una época con notorios desequilibrios sea económicos y sociales. El
Concilio Vaticano II ya habÃa afirmado que «el lujo pulula junto a la miseria
–estoy citando–. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplÃsimo de
decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo
con frecuencia en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona
humana» (Const. past. Gaudium et Spes, 63). En este contexto, es apremiante
proponer una economÃa adecuada para contribuir a resolver las grandes problemáticas
que vivimos a nivel mundial.
Quisiera
compartirles tres ideas que me parecen oportunas para su caminar como
emprendedores.
1ª
La profecÃa
En
primer lugar, está la profecÃa. ¿Cómo, Padre, ¿qué dijo? ¿La profecÃa? ¿Qué
tiene que ver con la empresa la profecÃa? Yo se las propongo. En la Biblia el
profeta es aquel que habla en nombre de Dios, que transmite su mensaje, y a
través del cual favorece un cambio en su entorno. Por ejemplo, Amós, el profeta
de la «justicia», denunciaba ya en el siglo VII a.C. el ansia de lujo y
enriquecimiento de los poderosos en el pueblo de Israel, que beneficiaba sólo a
un sector que podÃa, mientras la gran mayorÃa del pueblo estaba oprimido,
hambriento, pasando necesidad.
En
un contexto tan complejo como el actual, caracterizado por la guerra y la
crisis ambiental, a ustedes les toca realizar su servicio, digamos, como
profetas que anuncien y edifiquen la casa común, respetando todas las formas de
vida, interesándose por el bien de todos y fomentando la paz. Sin profecÃa, la
economÃa, y en general toda la acción humana, está ciega. Porque esa radica en
sà misma, ¿no?, cuando no se enferma y se transforma en finanza, y cuando la
economÃa se transforma en finanza, ya todo se vuelve lÃquido o gaseoso y
termina como la cadena de san Antonio, que uno no sabe cuánto hay acá, cuanto
hay allá, porque no se toca y es todo gaseoso. Una dirigente financiera
económica a nivel mundial, un dÃa charlando conmigo, me dijo que ella habÃa
procurado –ocupaba un puesto muy alto– hacer un encuentro entre economÃa,
humanismo y religión, y que habÃa estado muy bien. Intentó hacer lo mismo con
finanza, humanismo y religión, y no encontraron salida. Eso me hace pensar
mucho, ¿no?
2º
El cuidado de la relación con Dios
El
segundo aspecto se refiere al cuidado de la relación con Dios. Primero la
profecÃa, segundo, cuidado de la relación con Dios. Como la tierra, cuando es
bien cultivada y cuidada, da abundantes frutos, asà también nosotros, cuando
cultivamos la salud espiritual, cuando tenemos una relación bien cuidada con el
Señor, comenzamos a dar muchos frutos buenos.
El
profeta Amós recalca «busquen al Señor y vivirán, […] busquen el bien y no el
mal, y asà el Señor […] estará con ustedes» (5,6.14). La heroicidad que el
mundo necesita hoy por parte de ustedes, sólo puede ser sostenible si hay
raÃces fuertes. Preguntarse, ¿cómo están mis raÃces? Lo cual no quiere decir
volver atrás, no. Las raÃces para poder crecer mejor. Que sea una armonÃa entre
las raÃces, el tronco, los frutos. La conversión económica será posible cuando
vivamos una conversión del corazón; cuando seamos capaces de pensar más en los
necesitados; cuando aprendamos a anteponer el bien común al bien individual;
cuando entendamos que la carestÃa de amor y justicia en nuestras relaciones son
consecuencia de un descuido de nuestra relación con el Creador, y esto
repercute también en nuestra casa común. Entonces, y quizás sólo en ese
momento, podremos dar marcha atrás a las acciones perjudiciales que están
preparando un futuro triste para las nuevas generaciones. Recuerden que
cultivar la relación con el Señor hace posible tener raÃces fuertes que
sostendrán los proyectos que se deseen emprender.
3º
Trabajo y pobreza
El
tercer pensamiento que les comparto tiene que ver con el trabajo y la pobreza.
De estos nos ha dado un importante testimonio san Francisco de AsÃs, que llevó
adelante no sólo la restauración de la capilla de san Damián, sino que, sobre
todo, contribuyó a restaurar la Iglesia de su tiempo. Concretamente, lo hizo
con el amor que tuvo hacia los pobres y con su forma austera de vivir.
Con
los valores del trabajo y la pobreza, que implican la confianza completa en
Dios y no en las cosas, se puede crear una economÃa que reconcilie entre sÃ
todos los miembros de las diversas etapas de producción, sin que se desprecien
mutuamente, sin que se creen mayores injusticias o se viva una frÃa
indiferencia. Por otro lado, esto no quiere decir que se ame la miseria, la
cual, por el contrario, tiene que ser combatida, y para ello ustedes tienen los
buenos instrumentos, como la posibilidad de crear empleos, y contribuir asà a
dignificar a sus prójimos. Pues por medio del trabajo, el Señor «levanta del
polvo al desvalido, alza de la basura al pobre» (Sal 113,7). De manera que aquÃ
tenemos un remedio para combatir la enfermedad de la miseria: el trabajo y el
amor a los pobres. Sean creativos en la planificación del trabajo, sean creativos
y eso les va a dar mucha más fuerza.
Los
animo a seguir transformando con creatividad el rostro de la economÃa, para que
esté más atenta a los principios éticos (cf. Carta enc. Laudato si’, 189) y no
se olviden de que su actividad está al servicio del ser humano, no sólo de unos
pocos sino de todos, especialmente de los pobres. Además, es importante que
tome conciencia de que no está por encima de la naturaleza, sino que tiene que
cuidar de ella, pues de esto dependen las generaciones futuras. Tu empresa debe
tener, de alguna manera, un cuidado para no contaminar más la naturaleza, al
contrario, ir abriendo caminos de sanación. Uno de los grandes cientÃficos
europeos en un encuentro que tuve hace seis meses, dijo: «ayer nació una nieta,
y pensé, pobrecita, si las cosas siguen asÃ, dentro de treinta años, le tocará
habitar un mundo inhabitable». TodavÃa está en nuestras manos cambiar esa
tendencia de contaminación que está destruyendo todo.
Quisiera terminar mi mensaje, encomendándolos a la protección de la Virgen SantÃsima y de san José. Ellos supieron cuidar de su familia y de su casa con corazón de padres. Que ellos intercedan por ustedes, para que el Señor les conceda también un amor maternal y paternal para cuidar de la familia humana, cuidar, y cuidar de la casa común. Esta es una virtud de la que no se habla mucho cuando se dan clases de economÃa –estén atentos–: una de tus principales funciones es cuidar, cuidar a los tuyos, cuidar a tu empresa, cuidar a tus empleados, cuidar la casa común, cuidar todo, ¿no? El buen economista, el buen empresario cuida. Que Dios los bendiga, que la Virgen los cuide. Y no se olviden de rezar por mÃ, que lo necesito. Gracias.
Publicado
por Zenit
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