La Familia | P. José Pastor RamÃrez/LD
Familia y conflicto
La
vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco en un mar a veces
agitado con una tripulación con todas las limitaciones propias de los seres
humanos.
Estudios
cientÃficos realizados por Semir Zeki y John Paul Romaya de la Universidad de
Londres corroboran la constatación del refrán “del amor al odio hay solo un
paso”: “las respuestas cerebrales en ambos casos se encuentran enlazadas, una
delgada lÃnea separa el sentimiento de amor y de odio. Escáneres cerebrales
realizados a sujetos participantes en un estudio, y que aseguraban sentir odio,
mostraban una actividad neurológica muy similar al sentimiento contrario”.
Estos
y otros hallazgos contribuyen a tomar conciencia de la fragilidad y de la
fortaleza de del amor. De hecho, el Papa Francisco alerta sobre ello al indicar
algunas amenazas: “Es peligroso cuando, en lugar de escucharnos, nos culpamos
de nuestros errores; cuando, en lugar de preocuparnos por los demás, nos
centramos en nuestras propias necesidades; cuando, en lugar de hablar, nos
aislamos con nuestros teléfonos móviles; cuando nos acusamos unos a otros,
repitiendo siempre las mismas frases, escenificando una obra de teatro ya vista
en la que cada uno quiere tener razón y al final hay un frÃo silencio”.
“A
veces, por desgracia, surgen conflictos dentro de las paredes del hogar con
silencios prolongados y egoÃsmos no curados. Ocasionalmente, incluso, se genera
violencia fÃsica, psicológica y moral. Realidades que quebrantan la armonÃa y
matan a la familia”.
En
la solución de los conflictos de familia es primordial tener presente los
vÃnculos entre las personas en litigio, porque no todos se solucionan de la
misma manera. Por ejemplo, entre: los cónyuges, los padres y los hijos, los
hermanos y las personas de la tercera edad. Además, los cambios profundos
generados en los miembros del sistema familiar dan lugar a conflictos: las
crisis del ciclo vital, las crisis externas, las estructurales y las de
atención.
Por
lo regular, cuando se toma la decisión de enfrentar los conflictos con los
demás, inconscientemente hay la propensión a responsabilizar o a culpabilizar a
terceros. Como, por ejemplo: “me has decepcionado (tú)”, “no me escuchas”, “me
tienes harta”, “no soporto tus mentiras”, “no resisto tu indiferencia y tu
orgullo”. Ordinariamente, estas frases promueven el conflicto. Pero también,
existen otros términos para expresar esto mismo: “Me siento decepcionado (yo)”,
“no me siento escuchado”, “me cuesta entenderte”, “los insultos me entristecen
y destruyen”, “la violencia me pone ansiosa y estresada”. Con estas expresiones
la persona manifiesta lo que siente, esta modalidad contribuye a revisar
conductas y comportamientos. Es decir, cambiando el lenguaje se modifica el
escenario de la discusión y también el resultado.
Publicado
por ListÃn Diario
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