Entrevista | Rodrigo Pinedo/A&O
Mirian Cortés: «Los laicos no tenemos que estar esperando a
que nos llamen»
La
rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca reivindica que «la Iglesia es
sínodo, es caminar juntos», y valora que Praedicate Evangelium lleve esta
mentalidad a la Curia.
Acaba
de hablar en el Curso de Actualización de Derecho Canónico de la Universidad de
Navarra de los cambios que introduce Praedicate Evangelium en la Curia romana.
Ya puede decir a algunos incrédulos que el derecho canónico está muy vivo, que
no está escrito en piedra…
Por
supuesto, claro que no está escrito en piedra. Es algo vivo como viva es la
misma Iglesia. El derecho canónico no vive al margen de la Iglesia, sino que
camina con la Iglesia y esta, como bien sabemos, está en permanente camino.
Ecclesia semper reformanda est. El derecho canónico tiene que estudiar, evolucionar,
ayudar a la teología… En la conferencia expusimos algunos cambios en la Curia
romana, que esperamos que sean para el bien del pueblo de Dios.
Nosotros
resumimos en un editorial que la reforma promueve una administración vaticana
más profesional y coordinada y menos clerical, con la vista siempre puesta en
la evangelización… ¿Qué acentos pondría usted?
Comparto estos acentos. La reforma se plantea en clave misionera y de ahí deriva que todo miembro del pueblo de Dios, por la igual dignidad, es discípulo misionero. Todos tenemos que participar en la vida de la Iglesia y también en la Curia, que no es más que un instrumento que ayuda al Papa a gobernar la Iglesia.
Praedicate Evangelium supone un mayor reconocimiento de los laicos, una petición de que se cuente con ellos en aquellos puestos donde no hay ningún impedimento para hacerlo. Y así, y esto ya es de mi cosecha porque no lo dice la constitución, se libera a los clérigos para que se dediquen a lo que solo ellos pueden hacer.
¿Qué
camino queda por recorrer en las iglesias particulares?
Igual
que en la Iglesia universal, en las diócesis, en los organismos diocesanos, hay
que dar cabida a los laicos. En muchos lugares sí se hace, con instrumentos
previstos en el derecho canónico, y hay laicos dispuestos a colaborar si se les
llama. Hay que tener más confianza en el aporte de los laicos, animarlos a que
se formen y ayudarlos.
Uno
de los padres del texto, el cardenal Maradiaga, nos decía que la reforma había
empezado el mismo día que el Papa se instaló en Santa Marta, después siguió con
cambios en distintos dicasterios antes de Praedicate Evangelium, y ahora
venciendo también resistencias… ¿Hay que vivir en una suerte de reforma
permanente?
Es
inevitable. El Concilio Vaticano II habló, como también hace el Papa, de los
«signos de los tiempos». Hay que estar en cada momento con lo que tiene.
Nuestro siglo es tan difícil como anteriores, pero las dificultades son
diferentes. A lo que se refiere el cardenal es a lo que decíamos al principio:
la Iglesia está viva, necesita estar permanentemente a la escucha… y esa
escucha tiene que llevar a la reflexión y a actuar. Eso no significa romper con
nada, sino avanzar acorde a las necesidades de cada tiempo particular.
Usted,
mujer, casada y con hijos, se convirtió en rectora de la Universidad Pontificia
de Salamanca (UPSA) en 2015. ¿Ha encontrado dificultades?
En
estos cargos siempre hay dificultades. Es verdad que ser mujer en un puesto
donde nunca antes ha habido una mujer choca y, a veces, se detectan algunas
resistencias, pero dificultades hay en todas partes. Como madre de familia
numerosa, estas me dan más fuerza. Busco la manera de afrontarlas, siempre
caminando y abriendo camino a otros laicos. Este es un cargo, dentro de una
universidad de la Iglesia, que no requiere el orden sagrado para ser ejercido.
¿Siguen
faltando mujeres en puestos de tanta responsabilidad eclesial?
El
Papa dice que sí; dice que se necesita que las mujeres estén en una posición
más incisiva, donde puedan opinar más. Él va abriendo camino. Luego creo que
también es responsabilidad de los laicos ofrecerse a la jerarquía para
colaborar. Los laicos no tenemos que estar siempre esperando a que nos llamen,
sino que, con ese aliento a formarnos, podemos mostrar nuestra disponibilidad y
ofrecernos para ayudar. Los pastores contarían más con nosotros y podríamos
cooperar, que es una palabra que me gusta más que colaborar porque implica
hacer algo que nos interesa a los dos, ir al unísono en una obra que es de
ambos. En este caso, la obra es la misión de la Iglesia, que nos compete a
todos.
En
relación con el papel de los laicos, ahora estamos inmersos en un camino
sinodal en el que se nos escucha. ¿Qué espera de este Sínodo?
Sobre
todo, espero un cambio de mentalidad: desde la jerarquía hasta el último de los
fieles. Hemos de hacernos conscientes de que la Iglesia es sínodo, es caminar
juntos. A partir de ahí, tenemos que tener el coraje de ofrecernos a colaborar
en esa misión.
¿Es
una pena que, a veces, nos quedemos más en el resultado que pueda haber o en
ciertas cuestiones polémicas que en el ejercicio en sí de escucharnos y tomar
protagonismo?
Puede
ser… pero es condición del ser humano fijarse en lo superficial y olvidar lo
esencial. En este tema en concreto se va enfocando. Ahora es ir poniéndolo en
práctica. Praedicate Evangelium, sin grandísimas novedades, da un paso más e
intenta concienciar de la necesidad de que en la Curia se viva ese estilo
sinodal.
Publicado
por Alfa & Omega
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