Reflexión | P. José Pastor Ramírez/LD
La vida no tiene favoritos
Dice
Ambrad Chalela, en su libro “El secreto de la innovación”, que un innovador se
enamora del problema, nunca de la solución, porque cuando se enamora de la
solución, a la primera dificultad sucumbe; sin embargo, al enamorarse del
problema se realizan intentos continuos hasta alcanzar la meta. Cuando la
persona se enamora de lo difícil para lograr una meta todo le parece sencillo,
suave y apasionante. Digámoslo con una frase de Alva Edison: “No fue un intento
fallido, fue un invento de mil pasos”. Esta es una expresión que confirma la
importancia de la autodisciplina.
Por
su parte, sostiene Raimon Samsó en su libro “El poder de la disciplina” que a
la base de todo está la autodisciplina. La persona disciplinada se apoya en
ritos que luego se traducen en hábitos que, a su vez, son como la segunda piel,
parte del ADN y un estado mental. Además, los ganadores posponen la
satisfacción inmediata por un mayor beneficio en el futuro. Sabe que a mayor
dificultad mayor es la recompensa. Así piensan y actúan las personas maduras.
Regularmente, una persona con voluntad llega más lejos que una inteligente.
En
este nuevo año invito, al amable lector, a traducir la autodisciplina en
hábitos para construir una vida nueva. Esto exige cambios importantes en el
modo de ser, en el carácter para no obtener los mismos resultados. Ayuda en
ello: leer biografías de santos, de líderes que han descollado en la historia por
sus innovaciones.
A
las ideas innovadoras e importantes no se les da larga, se inicia escribiendo
las primeras líneas, elaborando un proceso, adquiriendo herramientas,
informándose, consultando a personas de experiencia. Dar un paso tras otro, sin
detenerse, ofrece luces nuevas. Siempre que tengas una intuición, actúa, sin
esperar tener todo a mano para iniciar. Querer comprender antes de actuar puede
ser una trampa. La autodisciplina misma va ofreciendo una especie de
sincronicidad en el logro de tales metas. Hay que actuar porque,
definitivamente, la vida no tiene favoritos.
El
miedo a perder nunca ha de primar en la vida, se ha de actuar con la confianza
de ganar. Partiendo desde el compromiso con las metas, dirigir todos los
esfuerzos al logro de los objetivos; y, todas estas metas increíbles se logran
con autodisciplina. Decía santa Teresa de Calcuta que “la disciplina es la
mejor amiga del individuo, porque ella le lleva a realizar los anhelos más
profundos del corazón”.
Al
ser disciplinado te conquistas a ti mismo para realizar la misión de servir a
los demás. Sirve en lo que más te agrada, dando a los demás lo que necesitan,
y, lo que tú puedes dar. Si lo haces con amor no tendrás problema de ser
disciplinado. El servicio que es expresión del amor es la mejor forma de
someter el ego; ya que este se diluye en el amor.
En
definitiva, la disciplina no es más que “hacer lo necesario, el tiempo que sea
preciso, para conseguir el mejor resultado”. Y, cuando lo logras, vuelves a
empezar.
Publicado
por Listín Diario
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