La Familia | Mª José Calvo/LFI
¿Cómo aprenden los niños? Así funciona su cerebro y así lo
puedes potenciar
¿Cómo
aprenden los niños? ¿Cómo potenciar su desarrollo? ¿Qué podemos hacer los
padres en esas primeras etapas tan decisivas para el aprendizaje?
En
esta nueva entrega la especialista Mª José Calvo, médico de familia, nos
explica cómo aprenden los niños. Ella señala "se trata de dejar que los
niños puedan admirarse de las cosas, permitir su curiosidad perceptiva por lo
que le rodea, que es la que abre las ´puertas´ de la atención, dejar volar la
imaginación y la creatividad, darles pequeños encargos dese muy pequeños,
enseñándoles lo que está bien o mal, según su edad, y guiados por unos valores
nobles, basados en principios universales que no pasan de moda. Los que
tratamos de vivir".
Asimismo,
los niños aprenden respetando sus ritmos naturales, esos periodos de
crecimiento, y dándoles libertad de acción con cierta autonomía… Y siempre,
guiados por el sentimiento de saberse queridos. Pero ojo, no basta con
quererlos: se tienen que sentir queridos para desarrollarse bien. Lo cual no significa
darles caprichos o sobreprotegerlos, sino cariño, dedicación, tiempo con ellos,
compartir lo que llevamos en el corazón.
"Ojo:
no basta con quererlos: se tienen que sentir queridos para desarrollarse
bien".
Hemos
visto que la mejor edad para el aprendizaje es hasta los 6-8 años. Y luego
hasta el pico de la pubertad y adolescencia. Lo que más le gusta a un niño es
moverse libremente y experimentar. Cuantas más oportunidades tenga de
conocimiento perceptivo experiencial, mejor.
Cuantos
más sentidos emplee mejor conocerá el mundo que le rodea y mejor desarrollará
sus capacidades, gracias a esa fase motora y sensitiva de la maduración
cerebral. Los sentidos son como las “ventanas” por las que contactamos con el
mundo: lo conocemos, y lo podemos comprender. A partir de ahí construirá ideas más
abstractas, que engarzadas, darán lugar al razonamiento más lógico, entorno a
los 7 años.
"Los
sentidos son como las “ventanas” por las que contactamos con el mundo. Cuantos
más sentidos emplee mejor conocerá el mundo que le rodea".
Un
pensamiento del doctor Santiago Ramón y Cajal: “Es preciso sacudir
enérgicamente el bosque de neuronas adormecidas. Es menester hacerlas vibrar
con la emoción de lo nuevo, e infundirles nobles y elevadas inquietudes.” No
quedarse en la inmediatez de adquirir solo unas habilidades concretas, sino
elevar las miras, poner inquietudes nobles en ellos por mejorar el entorno…
Al
hilo, una idea de María Montessori: “Sembrad en los niños ideas buenas, aunque
no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento, y
hacerlas florecer en su corazón.”
También
es la edad ideal para enseñarles hábitos saludables, aprovechando esos momentos
en los cuales es muy fácil adquirir unas funciones y unos valores humanos.
Disfrutar
de la buena música, que pone en marcha todo el cerebro, de contemplar la
naturaleza, del placer de jugar, de leer cuentos, y de adquirir valores humanos
como el orden, la sinceridad, la empatía, la amistad, el valor del esfuerzo, la
generosidad, la responsabilidad… y en definitiva ¡pensar en los demás!
Y
es imprescindible la relación con otras personas, no solo de la familia, sino
también con amigos, porque una persona es más enriquecedora que cualquier
juguete, y muchísimo más que una “pantalla”.
Siempre,
insisto, sabiéndose muy queridos. El cariño que les demos es el artífice de su
buen desarrollo, base de su afectividad, de su autoestima y personalidad. No
solo de cada uno de los padres, sino del trato cariñoso de ellos entre sí, origen
de su vida y por tanto de su desarrollo. Y lo que le permitirá aprender a
querer a los demás, algo imprescindible para lograr su plenitud personal y una
vida lograda.
El
juego: básico para el aprendizaje
Por
otra parte, desde que nace el juego es muy importante en su vida. Todo lo
aprende por vía afectiva, a través de las emociones, mediante el juego. Para él
todo es juego, o se transforma en juego: aprende jugando, juega aprendiendo,
juega con su madre, con su mirada, con su sonrisa… disfruta jugando. Para él,
la vida es juego, y mediante él aprende todas las cosas.
Además,
el juego estimula el desarrollo cerebral, la imaginación y la creatividad...
Por ejemplo, mediante el juego simbólico el niño aprende muchas habilidades,
relaciona distintas cosas en su cerebro, aprende por distintas vías
sensoriales, motoras, de integración… También aprende a pensar y resolver
problemas y dificultades, a tener empatía con otras personas, a regular emociones,
acepta unas reglas... etc. Para un niño es vital jugar: es su vida.
Es
importante que vaya siendo autónomo cuanto antes, adquiriendo habilidades y
destrezas, y relacionándose. Pero no es bueno querer adelantar etapas, pues su
cerebro no estará preparado. Para todo requiere unos tiempos atencionales
tranquilos, sosegados, a su ritmo.
Ojo
con las pantallas
Por
eso cuidar las pantallas, especialmente en las primeras etapas en las que su
cerebro está por formar. Porque en ellas todo sucede de forma demasiado rápida,
y el exceso puede entorpecer su buen desarrollo. Interfiere con el propio
pensamiento, rompe con su memoria, su concentración, anula la empatía, base del
aprendizaje y la relación con los demás. Todo cuidado es poco; más tarde habrá
que guiarles en ello.
Cuando
es un poco mayor, va aprendiendo cosas nuevas, y para ello necesita
interiorizarlo y asentarlo sobre lo que ya sabe, porque lo relaciona con ello y
establece un vínculo emocional con cada cosa. Si no, no puede aprender. Y los
padres, o el maestro, van dando estructuras sobre las cuales construir lo que
puede aprender. Por eso, las primeras etapas son cruciales, y cuanto más se
sabe es más fácil aprender algo nuevo.
Y
es preciso que le ilusione, que le motive, para que pueda asimilarlo porque
disfruta. La motivación da un aporte extra de glucosa, el alimento del cerebro,
que le posibilita trabajar mejor, a gusto. Cuanto más complejo, mayor necesidad
de la emoción y del placer de aprender. Por eso es importante tener en cuenta
esos momentos que facilitan dicho aprendizaje. Es todo un arte saber enseñar,
conectar con los sentimientos del niño…, emocionarse con ello, y que disfrute
aprendiendo. Un arte que se puede aprender y mejorar con el cariño.
Publicado
por LaFamilia.info
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